PÁJARO DE CHINA

jueves, 28 de mayo de 2009

MATÉ A MI TÍO

Ay, no. Se agranda la familia con el benéplacito de un nuevo joven nerd pseudo-palermitano, mensaje Criollitas-style y musiquita final reloaded. En esta entrega el Tío César entra en estado de trance si le preparan pan dulce con fruta abrillantada, le entra shampoo en los ojos o se mancha la camisa con un canapé. Se transforma en un barra brava y arde Troya. Pareciera que estamos en las premilinares del Apocalipsis. Porque el Tío César es, como se dice en la familia, el tío "calentón".

Digo yo:

Más que para calentón, el Tío César califica para energúmeno.
Qué suerte que tiene el Tío César, que puede festejar la Navidad, pegarse una linda ducha y asistir a eventos sociales con una buena camisa. Ni me lo quiero imaginar sin trabajo, con una jubilación de mierda o haciendo cola en la guardia de un hospital público. ¿Qué haría entonces el bueno del Tío César? ¿Cagarnos a tiros?
Mmmmmm, lo dudo. Los tíos de esta estirpe escupen el pan dulce y pegan alaridos, pero suelen bajar la cabeza ante la autoridad.
¿Y si le robaran la billetera? Seguramente el Tío César pediría la pena de muerte del pungui responsable o marcharía para asistir a la decapitación y exhibición de la sabiola del pungui en la Pirámide de Mayo.
Ayer a la noche le preparé una sopa Lucchetti al Tío César y lo envenené con una mezcla letal de frutas abrillantadas, Raid, un canapé y shampoo. Dormí sin culpa.

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