PÁJARO DE CHINA

sábado, 9 de mayo de 2009

NO TE ASUSTES, MÁXIMA

Richard Karst Tates no quería matarte. En realidad, tampoco quería matar a los inocentes súbditos holandeses que finalmente mató. El pasado 30 de abril, a Richard Karst Tates la vida le resultó hasta tal punto insoportable que se levantó, se rapó la cabeza y condujo su auto 30 kilómetros desde Huissen a Appeldoorn, donde se celebraba alegremente el Día de la Reina. Había perdido su trabajo y esa noche debía entregar las llaves del departamento que alquilaba, porque ya no podía pagarlo. Puso el auto en quinta y no paró. Terminó llevándose por adelante a diecisiete de tus súbditos y estrellándose contra un obelisco de piedra que celebra la alianza entre el pueblo y la dinastía de Orange. Entre la dinastía y el pueblo, Máxima, la brecha es enorme, por más que tu monarquía se precie de ser una "monarquía en bicicleta", porque en tus paseos la gente te puede tocar. La reina no se inmuta, tu marido dedica a la tragedia una de sus usuales miradas bovinas y vos te tapás la boca. No te asustes. No es época ni hay épica para magnicidios. Es época de genocidios silenciosos y de anónimos suicidios, que solo se tornan públicos cuando pasan cerca de las monarquías.

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