SOY TRAVESTI

Me imagino a los "creativos" de la agencia de publicidad responsable de esta aberración cultural en pleno "brainstorming" en su caverna, acomodándose el taparrabos y rascándose los pies con el garrote. Atención:

Para hacerse mujer, hay que parir un hijo.

Para hacerse hombre, hay que tener pelos en el cuerpo, debutar con una prostituta acompañado por un supuesto tío cheronca que te hace la gamba, ganarle una partida de pool a una banda de asiáticos, moquear mirando una peli, dejar con cara de consternación que un médico te meta el dedo en el orto y ... comprarte un Renault Symbol. Yo pensaba que todos estos avatares no eran necesarios para ganarse la hombría. Que, aun habiendo transitado por ellos, uno podía coronarse de pelotudo. Y que, sin haberlos conocido, también podía ser un hombre.

Pensaba también, pero soy muy ingenua, que no se necesitaba parir para ser mujer. Qué insensible y equivocada Simone de Beauvoir, que dijo que una no nace mujer, sino que llega a serlo, y que además eligió no tener críos. No era mujer, entonces. ¿Qué era? ¿Un hermano gay de Sartre, más lindo y con turbante? Posiblemente.

Si esto es hacerse mujer y hacerse hombre, entonces yo soy travesti. Y a mucha honra, que tantísimos miembros de la comunidad travesti son mucho más bellos, por dentro y por fuera, que nosotros mismos, aunque no hayamos parado en las patéticas estaciones que nos propone Renault Symbol para ser lo que somos.

Si después de ver esto no sentís náuseas, hacete revisar. Pero que el médico, en lugar de meterte el dedo en el orto, te lo meta en el cerebro, por favor, a ver si lo acomoda. Aunque probablemente el diagnóstico sea irreversible.