Joan Miró - Paul Eluard
Uno puede contemplar la imagen y afirmar: "Esto podría haberlo hecho mi hijo, que tiene tres años". Y sí, es posible. Estrictamente posible.
Uno también puede indagar, que es algo así como mirar largamente y en profundidad. Uno se enamora o se desenamora por gracia o desgracia de la indagación. A indagar se aprende, cada cual a su ritmo. Hay que disponer de recursos, espirituales y en ciertas ocasiones materiales, para indagar.
Quizá uno desee que su niño de tres años sea capaz de dibujar esto algún día, tras haber indagado. Joan Miró creía en la comunión entre la palabra, el dibujo y el color. Tardó diez años en ilustrar con casi ochenta láminas el libro de poemas A toute épreuve de Paul Eluard. Cada cambio en la edición del libro, por ínfimo que fuese, implicaba para Miró un sismo en la ilustración correspondiente, aunque se tratara de la disposición de una única letra sobre la página. La alianza inescindible entre lo escrito y lo ilustrado era, para Miró, una cuestión fuera de debate. Se bañó en las aguas atormentadas de Eluard para arrancarles sus imágenes, es decir, para intentar asir y comprender lo que Eluard sentía al escribir para ponerle un rostro a sus palabras.
Un rostro surrealista, que juega, regresa a la infancia y se sumerge en la república evasiva, reveladora y refulgente de los sueños para expresarse. Miró buceaba en el inconsciente, porque intuía que en el inconsciente está la realidad y que lo que podemos ver y tocar es, en realidad, fantasía pura. Lo verdadero está adentro. Nunca afuera. Eso lo sabía El Principito sin haber leído a Freud ni a Lacan, pero fue necesario un largo camino para que nacieran los médicos del alma porque los del cuerpo no eran suficientes, así como se tardó más de mil años en descubrir y pintar lo abstracto después de siglos sucesivos de pintura "realista".
En los dibujos de Miró hay desgarramiento y esperanza. Como en los poemas de Eluard. Por algo el libro se llama A toda prueba y habla de resistir la adversidad para sobrevivirla. Eluard lo escribió extraviado en el centro de una depresión profunda cuando su mujer, Gala, lo abandonó por Dalí. Miró dibujó líneas rectas como flechas letales, indicaciones de salida, ascensos o caídas cerradas o en suspenso, círculos que sangran porque se mueren o nacen o simplemente se estremecen, curvas que reciben la flecha o la disparan, círculos que se enfrentan a otros círculos para combatir o seducirlos o los incluyen como si fueran una cárcel o un abrazo, bifurcaciones múltiples de distintos colores. Hay un alfabeto-Miró y a veces no alcanza con los ojos para leer.
Para aprehender a Miró, más allá de la mera sensación, hay que enterarse cuándo y cómo vivió y por qué pintaba como pintaba. Para escuchar la respiración de la escritura de Eluard, quizá nos ayude saber qué dolor o qué sueños empujaban su mano. Y es un trabajo hacerlo. Y requiere tiempo y los recursos necesarios. La inmensa mayoría de la gente tiene que ocuparse y preocuparse por comer mañana y no tiene ni idea de quién fue Miró o quién fue Eluard y jamás podrá leerlos o mirarlos (que son términos equivalentes). Y los que pueden hacerlo quizá los amarían, o dejarían de amarlos, si emprendieran ese trabajo.
Concluir que un dibujo de Miró puede hacerlo un niño es emitir una sentencia. Es como dictar sentencia sin haber leído el expediente ni conocer la ley. Es como enamorse de alguien antes de que nos mire a los ojos o abra la boca.
No vale decir "es cuestión de gustos". Porque el gusto, mal que nos pese, no depende de uno: es una construcción social. No nace por generación espontánea, como tampoco nacen así los cuadros de Miró, los poemas de Eluard y el amor.
Algo aterradoramente parecido sucede cuando todos nos volvemos jueces y decidimos quién debe ser castigado o declarado libre de culpa por los tribunales. Es aterrador porque en el caso- Miró lo peor que puede suceder es perderse a Miró mismo. Pero en el caso de los tribunales, el ciudadano que habla como juez rara vez lee el expediente y su sentencia puede terminar en el linchamiento del inocente y la exoneración del culpable.
La sentencia del ciudadano suele estar atravesada por el prejuicio. La de los jueces, no solo por el prejuicio sino también por escándalos mayores. Porque está basada en la ley burguesa, que es la que básicamente determina nuestra forma de estar y padecer en este mundo.
Todo esto para decir que es mejor informarse antes de hablar. Y que, en la tarea de informarnos, lo que nos interpela y nos desestabiliza (como tantas pinturas y tantos poemas y tantos amores) nos ayuda muchísimo. Viene a ratificarnos que las apariencias engañan y que hay que arrojarse en aguas profundas para ver lo que realmente hay. Para elegir con quién y de qué lado estar. Para hacerle justicia a Miró y a tantos otros.
Siento que cada día vengo a abrevarme a esta fuente. No es una fuente: son dos manos hechas cuenco, y yo un pajarillo que pasa por aquí con mucha sed. Siempre encuentro el agua fresca y noto el pulso palpitando en la piel.
ResponderEliminar"hay que arrojarse en aguas profundas para ver lo que realmente hay. Para elegir con quién y de qué lado estar"
Así es. No se puede expresar con menos y más certeras palabras. Hay que arrojarse, hay que poner el cuerpo. En el mundo de los simulacros, en la sociedad del espectáculo, con su imaginario de cuerpos postizos que se suceden vertiginosamente, se superponen, anulan y reciclan, lo que falta es, precisamente, arrojarse; es decir: poner el cuerpo.
Lanzarse cuerpo adelante es la mejor manera de no caer en el prejuicio. Para la indagación, no poner la mente. Poner el cuerpo. Dejar que el sol, la herrumbre, la certeza se insinúe, lentamente, en la piel que aguarda el despertar. Luego, echar a correr con la atención despierta en los poros...
abrazones
Mi querido Stalker: Vos sos ejemplo radical de quien no trepida en arrojarse. Y como bebo de vos y me ayudás a pensar, le prometí a De Vierde Man (a Darío, que hace preguntas inmensas, en la entrada anterior sobre los mares helados) que recurriría a vos para que me ayudaras a pensar si hay hacheros hoy en día que rasguen esos mares. Porque Darío habló de Kafka y Bergman y con él estamos pensando quiénes empuñan el hacha, hoy. A mí a los nombres que se me ocurren les falta estatura. Pero seguro que el Fundador de la Cueva de Topos tiene respuestas mejores que mis dudas. Besones, muchos.
ResponderEliminarMariel:
ResponderEliminarsiento que hay unos cuantos que dan certeros hachazos, pero de la talla de Kafka o Bergman... no sé. Tampoco entiendo mucho de tamaños, y a veces un hacha pequeña y afilada es más eficaz que otra titánica, insuperable...
me gusta la iniciativa pero no sé qué responder. Abrazos
Dice:"Es aterrador porque en el caso- Miró lo peor que puede suceder es perderse a Miró mismo. Pero en el caso de los tribunales, el ciudadano que habla como juez rara vez lee el expediente y su sentencia puede terminar en el linchamiento del inocente y la exoneración del culpable" . Veo en este costurón al tío Hobbes poniendo freno al entusiasmo del vocero, del que juzga a Miró como genio o payaso (y, en efecto, su presencia vocera nos repugna y entristece, pero en su cabecita - de la piel pa´dentro - es todo suyo, que decía Escohotado) pero, en idéntica voltereta, juzga también los expedientes públicos sin leerlos, con la misma alegre espontaneidad(falsa porque está mediada) --- y aquí ya no sólo nos entristece sino que nos indigna ética y políticamente y, por eso, el Tiito Hobbes debe pone la fuerza - pues de eso se trata - para impedir que el que debe evaluar no lea expedientes. O eso debiera ser en la república hobbesiana.
ResponderEliminarRetornando al efluvio estético. Dices:"Lo verdadero está adentro. Nunca afuera". Discrepo o, digo, depende: la verdad está afuera y dentro sólo hay un vocero que quiere salir para juzgar sin leer expedientes, como si todo fuese el juego. La verdad está afuera: en los árboles y el babas de esos seres que, como decías hace unos días, sestean en el banco. Esos seres que llenan nuestra alma de profundidad y cuerpo, de materia, de otras voces. Pero supongo que aquí estamos de acuerdo.
¡Salud y librepensamiento!
Que maravilloso es lo que dice usted en cuanto a las sentencias. Pensé inmediatamente en Paul Klee, creo que era él quién intuía la necesidad de "hacerse niño" para poder ver con más claridad. Y es verdad, la gente emite esa sentencia con demasiada liviandad, como si hacerse niño fuese algo muy simple.
ResponderEliminarEl cuento que más amo, por su estructura y su lenguaje es "Viaje a la semilla" de Carpentier, que plantea, de alguna manera, ese retorno a un origen casi improbable. Pero que es, a mi humilde entender, la necesaria dirección de la búsqueda.
Hacerse niño y actuar como un niño, al contrario de las sentencias fáciles, es el desafío.
Muy bella su escritura, Mariel. Y de paso, por supuesto, me chupo sus conocimientos. Un encanto.
Stalker: Sí, es díficil la pregunta. Seguiremos pensando, que hace bien a la cabeza. Pero si los nombres no te surgen a vos, dudo mucho que alguien pueda encontrar alguno. Gracias y abrazotes-abrazones.
ResponderEliminarBicefalina: ¿Es el Tíito Hobbes o es lisa y llanamente la necesidad de una mirada completa para juzgar los hechos, en cualquier república que se digne? Porque no sé si trata de impedir que alguien haga algo, sino de educarlo o seducirlo para que lo haga hasta el fondo ...
Tus ejemplos de verdad-afuera son perfectos. Adhiero y firmo.
SaLuz y ¡bicefalina para todos!
Ver más allá y hundir el hacha en los cuerpos. Pienso que, (y siempre me ha gustado así, porque cada vez lo entiendo más de esta manera,) la "H" en el diccionario funciona como estas cosas que hay que "saber" más allá. Muda, y así como si no existiera. Quizás algún día vaya a hacer compañía a sus amigas "LL" y "CH" (véase que esta última tiene "H", una parte de sí esta muerta, radicalmente asesinada del abecedario.)
ResponderEliminarEl otro día pensé y probé a decirme en voz alta que quería ser un abecedario. Pensándolo mejor, quiero ser mi propio abecedario. Lleno de surcos y olvidos de la comunidad-que-ha-olvidado-su-Hacha. Su hache, que funciona como un hacha. "Entre lo visible y lo inviible..." canta Bunbury. Ahí esán las haches-hacha, para cortar diques, para plantarse en el mar y salir hacia arriba como Miró. El "porqué" es la esencia, y no lo materiales.
Abrazote ;)
Me pregunto, al hilo(con Hache de Hacha, como dice Portinari impecablemente) de tu entrada, o de tu Hentrada, si deshacerse de prejuicios sobre esas aberturas no genera a su vez nuevos prejuicios.
ResponderEliminarUn prejuicio, por ejemplo, sobre lo imprescindible que es navegar en el dentro y mostrar formas no convencionales para que puedan ser suficientemente apreciados por nosotros. Si se llega a Miró, ¿se podría apreciar en su justo valor un paso atrás en las formas de nuestro tiempo?
Me confieso prejuiciosa con determinadas posiciones ideológicas. Incapaz de escucharlas abiertamente, para comprobar qué dicen que pueda comulgar conmigo. Es como si pudieran alcanzar ese mismo punto yendo en dirección contraria y, por tanto, escondieran una amarga anti-voz que dice igual desde otra octava.
Fui entusiasta de Miró en otro tiempo; ahora no lo siento especialmente próximo, pero sí base de un anti-prejuicio que es probablemente un prejuicio.
¿Somos igual de libres ante la H, que está más "por dentro" del abecedario, que ante la B, que viene con sus irritantes y prepotentes normas frente a la V de victoria?
Por lo demás, una entrada muy ilustrativa, que nos suelta en los morros la incoherencia de un montón de cosas asumidas sin haber llegado al fondo. Ese pensamiento acomodado que tiende al 'más vale malo conocido...'. Como siempre, me haces sumergirme, pensar, regresar con las manos más vacías para que se dejen llenar por lo que ofreces. Adorable.
Un beso del PensHeur de RoHdin con HacHas.
Todo éso que ustedes sienten - y comparto- por Miró, me pasa con Kandinsky y en otro plano con el Parque Gúell de Gaudí. Pienso: éste es el sueño de un niño que tuvo el privilegio de conservar lo mejor de ese estadio en su vida adulta.
ResponderEliminarGracia de los artistas. Qué envidia.
Y desde luego, es necesario retrotraerse a la época para comprender esa nueva forma de mirar. Uno debe también intentar desentrañar el dadaísmo y el surrealismo. Sin ese viaje, es fácil pensar que un niño podría hacer cualquier dibujo de Joan Miró. A posteriori todo es fácil, pero ¿qué sucedía por aquel entonces en París? ¿hubiera hecho un niño ese dibujo en 1930? ¿por qué dibujaba así y no los rostros, las flores, las mujeres, el mar como realmente son?
ResponderEliminarHace poco leí en un blog amigo, algo que me conmovió "Es una manía, por ahí, ver el mundo con los ojos de un niño." Este post Mariel va en esa misma dirección y tiene que ver con la osadía, la libertad, la ternura y la inteligencia maravillosa que hay en los niños. Basta verlos jugar, con qué compromiso realizan sus movimientos y mohínes, sus percepciones, sus acciones y gestos en pos del juego, no importa cuál sea.
ResponderEliminarMirar como un niño no es nada sencillo pienso que tampoco debería ser tan fácil imitar sus trazos o escrituras. La profundidad de la obra de Miró, como bien dicen también la de Gaudí, me recuerdan cierto clima prístino del Caballero Hidalgo Don Quijote. Un hombre niño que sabía mirar sin prejuicios y en ese mirar embellecía lo mirado.
Usted también nos embellece Mariel, sus palabras emebellecen lo que describen, lo que cuentan, lo que buscan.
De vierde Man: Usted siempre suma. Recuerdo ese cuento de Carpentier (autor que me gusta mucho), pero no lo leí. Tomo nota. Recuerde que los niños pueden ser crueles (tema hilvanado en ciertas entradas anteriores). Ha visto que consulté al oráculo de Stalker acerca de la existencia de hacheros contemporáneos. No se le ocurre ningún nombre. Si a él no se le ocurre, estamos fregados. Pero menciona la eficacia eventual de hachas pequeñas y afiladas frente a la de hachas titánicas e insuperables. Palabras que sobrevolaron mi cabeza en la parada del 110, conduciéndome a anudarlas con la estrategia de lucha política al día hoy: no la toma de asalto del Palacio de Invierno (porque no hay un blanco fijo) sino el asedio y la corrosión de múltiples palacios nómades (porque los blancos son varios y mutantes) - ej. estrategias de los "nuevos movimientos sociales". Del mismo modo, debería reformularse la noción de "genio literario" o "cinematográfico" porque éste no es el mundo de Kafka ni de Bergman; es el paisaje supuestamente "plural y democrático" de la posmodernidad. Da tela para rato y la cortamos (la tela) cuando quiera. Acá nos chupamos unos a otros, a lo bestia. Gracias por sus interrogantes bestiales.
ResponderEliminarPortinari, prodigio de la clarividencia, criatura concebida durante un eclipse lunar, vos sos sin duda un abecedario diverso y enigmático. Que incluye la HacHe que es el HacHa, para Hundirse en los cuerpos. En la CH la H está asesinada pero resucitada por la vida de la C (estamos en la senda del sopero Ossssscar, querida mía, o sea que vamos muuuuy bien). Cortar el dique, plantarse en el mar y salir hacia arriba (tu imagen me recuerda el chorro de agua vertical lanzado por la ballena desde el lomo). Criatura marina.
Susú: Cómo vas al fondo con la aguja. Yo diría que en el campo artístico no hay "evolución" en el sentido de que un movimiento o artista sea "peor" o "mejor" que otro (Picasso no es mejor, por ejemplo, que Piero Della Francesca). Hay apertura de la agenda, expansión de los límites.
En cuanto al prejuicio respecto del "otro", es altamente comprensible. Todos hablan bien de los derechos humanos. El tema es la materialización del discurso en la práctica. Por eso es bueno, supongo, leer el diario del "enemigo" (porque de lo que dice el "nuestro" ya estamos convencidos). Sería como leer el expediente del bando contrario, para saber cómo y dónde pegarle.
Sí, la H, para mí, es más potente y nos hace más libres. Como es muda, se hace presente sin hacerse presente y, al no pronunciarse pero existir, te da más posibilidades de imaginarla. ¿Estaban tomando el té con Portinari cuando recogieron la H del abecedario? Somos bestias de la misma selva, no hay duda. Patentemos tu PensHeur de RodHin con HacHas. Voy a hacer un diccionario con los hallazgos patentables. Ya tenemos muchos. Besos, Hermana con Hache.
Esther: Sí, pararse allí, excavar y desenterrar. Eso es hacer sociología del arte. ¿Por qué la pintura se vuelve abstracta? Porque la realidad estalló. Se pulverizó en planos múltiples y se volvió inestable. Porque hubo un Auschwitz. Porque después de la experiencia concentracionaria, después del horror, el mundo reclamaba ser mirado de otra forma. Estos son pequeñísimos apuntes, nada más. Daría para una entrada fascinante. Besos, dibujante de mundos.
Emy: Un estado de gracia, sí. Conservar lo mejor de la infancia para mirar con ojos desnudos la adultez. Ellos nos construyen, así que algo de ellos vive dentro nuestro y ya nos pertenece. Le dimos nuestra forma. Beso y abrazo.
ResponderEliminar"porqué trina el pájaro" no es la cuestión sino más bien: "el pájaro trina". igual pasa con algunas personas y entonces todo es groseramente hermoso.
ResponderEliminarbesos,
òscar.
"indagar" no sería la cuestión sino "tener ojos como los de osssscar".
ResponderEliminarMujer de Olé: Sí, rescatar esa mirada no contaminada, no atravesada todavía por el lenguaje ni por las leyes, esa mirada sin ataduras ni desesperación. Gracias, por todo, y un abrazo.
ResponderEliminarEs verdad que hay una comunidad espiritual entre Eluard y Miró. Disfruté mucho en su museo en Barcelona, sin ser un pintor que me vuelva loco; me encantó apreciar su evolución, cómo iba buscando el despojamiento, esa especie de inocencia a veces terrorífica. Y como decía Ana, este tipo de pintura te enseña a mirar de un modo otro.
ResponderEliminarbesos que podría dar un niño :)
A mí me parece que hay pocas cosas más difíciles que hacer algo, sea lo que fuere, como lo hacen los niños.
ResponderEliminarYo guardo sus dibujos como si fueran Mirós.
Querido Rubén: Sí, Miró trabajó para crear esa comunidad. A mí tampoco me vuelve loca, pero lo elegí porque ... bueno, ahora vos venís a decírmelo: por ese despojamiento que lo conduce a una inocencia terrorífica. Yo no hubiera podido decirlo así.
ResponderEliminarBesos agradecidos, de niña.
Blanca: Qué hermoso que pases por acá. Sí, los niños son pequeños Mirós que la sociedad se encarga de deformar, muchas veces, hasta el realismo plano. Les va contaminando la mirada en lugar de mantenérsela limpia y expandirla. Les prohíbe pintar perros violetas, porque NO HAY PERROS VIOLETAS, PORQUE LOS PERROS VIOLETAS NO EXISTEN. ¿Quién puede estar tan seguro? ¿Cuántos colores asume el burrito Betanzos en tu cabeza? ¿Con cuántos colores acompaña tus estados mentales? ¿Cuántos colores ves cuando lo mirás a los ojos? ¿Cuántos colores le pusiste al caballo ateniense de tu poema mientras galopaba cada día hacia la fuente? ¿De cuántos colores viste el cielo desde el faro de Finisterre? Es difícil crecer sin que te roben a Miró. Besos que intentan ser de burrito, pero nunca serán tan bellos.