MAGGIE SPEAKS

Y lo que dice no es, ciertamente, baby talk. Hubo que esperar dos décadas para que se arrancara el chupete y pronunciara su primer parlamento razonado. Tardó, pero llegó. Frente al tribunal integrado por sus compañeritos de guardería, Maggie se rebela contra la tradición académica que ha decidido demoler sus preciosos edificios, solo porque los ha construido con ladrillos de juguete. Invoca el arte de vanguardia como paradigma cultural y la belleza y el legado de la sublevación contra las reglas artísticas establecidas. Desprecia a los supuestos artistas que buscan el reconocimiento de los premios y sostiene que ella jugará según sus propias reglas. Y no otras. Su manifiesto político incluye el humor (si así no fuera, Maggie no sería vanguardista). Una vez terminada su proclama, Maggie se calza el chupete y se larga a dormir la siesta en plena sesión de corte. Su voz no es la de una niña. Por si nos habíamos olvidado que los adultos alguna vez fueron chicos y que los chicos son adultos en potencia, en las palabras inaugurales de Maggie ya vive la mujer que será: tiene la voz de Jodie Foster, esa prostituta adolescente de Taxi Driver y ambigua perseguidora de Hannibal Lecter, dueña de una refinada inteligencia, defensora confesa de su opción sexual y madre de hijos de cuyo padre se desconoce el nombre. No esperaba menos de Maggie. Su silencio no ha sido, precisamente, el de los inocentes.