PÁJARO DE CHINA

jueves, 25 de junio de 2009

GRACIAS, YA TOMÉ

Ya sabemos que hay gente que dice "Pepsi" y otra, "Pecsi". La marca viene a afinar nuestro conocimiento informándonos el porcentaje del mundo "Pecsi" (los "ellos", que también tienen derecho a ahorrar comprando esta bebida): 24,33%. Ya sabemos cómo se define vulgarmente a ese 24.33%: analfabeto, negro, grasa (o todo eso junto). Ya sabemos dónde trabaja ese 24.33%: limpiando baños o casas, arreglando autos o sirviendo mesas (como mozos de barrio, no como camareros de Palermo Hollywood). La marca es plenamente consciente de esta doble realidad y está dispuesta no solo a mostrarla sino a celebrarla, pronunciándose por un libre albedrío lingüístico coronado por un festival gaseoso donde ambas realidades se confunden y se funden en un abrazo. Me recuerda a los que bailan cumbia en los casamientos aristocráticos pero no se juntan con los que escuchan cumbia todos los días, mientras revocan una pared o enjuagan un piso. A la apropiación del "otro" para diversión propia y falsa integración. La publicidad no tiende ningún puente. Profundiza la fosa. No reivindica el derecho a la existencia digna del mundo "Pecsi" (eligiendo como su ícono a Mostaza Merlo, paradigma del "grasa" simpático que se tiñe el pelo, se traga las eses y te alegra la fiesta), porque ese mundo ya existe y seguiría existiendo aunque las publicidades del mundo "Pepsi" lo ignoraran, sino que nos propone celebrarlo decretando una "democracia pronunciatoria" (sic) y una imposible comunión con el 24.33% al que se le fue el tren. La hostia de esa comunión está, ciertamente, envenenada. Porque la "democracia pronunciatoria" es un caramelo cínico y burlón y la fiesta dura los 0:32 segundos del aviso. Después, el mundo "Pepsi" vuelve a su comodidad y el mundo "Pecsi", a sus desventuras.



Me imagino la justificación y la respuesta de los responsables del aviso. La dejo en boca de Micky Vainilla.

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