PÁJARO DE CHINA

domingo, 7 de junio de 2009

MIENTRAS PREPARÁS EL ALMUERZO

Me han rescatado de mis horas más oscuras. Me los he clavado en las orejas para no oír las amenazas de este mundo, como los marineros de Ulises se ataron a los mástiles de su barco para no ceder a la tentación del canto de las sirenas. Me han puesto a salvo de la melancolía, que considero una patología de la que conviene alejarse. He girado a su ritmo hasta marearme y caer desmayada, en bolas, en el living. Y volví a levantarme para seguir girando. Como los seguidores de la Glenda de Cortázar, no quiero que vuelvan a reunirse, jamás. Eran (éramos) jóvenes, bellos y felices. O eso creíamos y nos bastaba. Le cantaron este lullaby con estrellitas a los reyes de Suecia, el día de su boda. Me lo cantaron a mí, cada vez que los necesité. Y se lo cantaron a Muriel, que por una vez en la vida tuvo un happy end.

No hay comentarios:

Publicar un comentario