PÁJARO DE CHINA

sábado, 6 de junio de 2009

ESOS ZAPATOS ROJOS

Su adorable hija mayor me dijo: "Mamá se compró un par de zapatos rojos". Afirmé y pregunté: "Qué reina. ¿Siempre usó zapatos rojos?". Me contestó: "Rojos solamente, no. En realidad, a ella antes la libertad se le escapaba por los colores de los zapatos". "¿Y ahora?". "Ahora sospecho que por todas partes". Pero los zapatos rojos ya los tenía puestos desde hace rato. Si así no fuera, no hubiera podido sobrevivir sus propios tornados personales y seguir adelante. No es el dolor quien le coloca a uno los zapatos rojos. Existen, simplemente, ciertas criaturas dotadas con el don de llevarlos puestos y usarlos como un arma, un escudo y un instrumento para atravesar el dolor. Como a Dorothy, a ella no podrán quitarle esos zapatos mientras esté viva. En el camino amarillo que conduce a la Ciudad Esmeralda, ella vivió los hospitales, que son como noches que no tienen fin. Las despedidas, que son como los aeropuertos cuando están vacíos y uno se sienta y mira a su alrededor y pide que le devuelvan lo que le han robado. Y nadie le responde. Las pérdidas, que son como trenes que se van mientras uno corre y corre y no logra alcanzarlos y se queda de pie, atravesado por el desconcierto y el desconsuelo, en el andén. De alguna manera, ella lo ha visto todo. No necesitó que el Mago de Oz le concediera sus deseos. El Mago de Oz no existe y ella supo ser la mujer que, a diferencia del espantapájaros, no pidió un cerebro: usó el propio con un grado máximo de lucidez, para encontrar su modo independiente de estar en este mundo; a diferencia del hombrecito de hojalata, no pidió un corazón: entregó el suyo y le quedó resto para quererse erguida y espléndida y con el entusiasmo intacto; y a diferencia del león, no pidió coraje: ya lo tenía y con él se subió, por amor, a aviones que iban a enigmáticas zonas polares. Ahora se consiguió un autito de cuento, aparentemente inofensivo pero aguerrido como el de Thelma y Louise y bautizado Greta, como si llevara a la Garbo, también polar y misteriosa, escondida y fumándose un puro en la caja de cambios. En realidad, la Ciudad Esmeralda no queda al final del camino amarillo, sino en cada una de sus baldosas. Como el Mago de Oz, la Ciudad Esmeralda tampoco existe y tenemos que inventarla. Es como el viento de la libertad que entra por la ventanilla aventurera de Greta, mientras ella avanza con Greta por el camino amarillo pisando resueltamente el acelerador, con el taco exquisito e indomable de sus zapatos rojos.

2 comentarios:

  1. UTILIZASTE MARAVILLOSAMENTE LA EXCUSA DE MIS ZAPATOS ROJOS,PARA COMPRENDER MIS SENTIMIENTOS MAS PROFUNDOS-CLARO,RELATADOS POR EL SER QUE AMO!!
    ESOS ZAPATOS SE DESLIZARON POR EL SENDERO AMARILLO,A VECES TROPEZANDOSE CON EL DOLOR,OTRS VECES SIN RUMBO POR QUE LAS LAGRIMAS TE HACIAN VER UN FUTURO INCIERTO Y LLENOS DE FANTASMAS.
    FUERON MIS HIJAS,DOS SERES QUE AMO Y LOS RECUERDOS DE LOS MOMENTOS MAS FELICES DE MI VIDA LOS QUE ME AYUDARON A DISIPAR EL DOLOR Y EL MIEDO AL FUTURO.
    QUERIDA MARIEL,GRACIAS POR EL HERMOSO RELATO QUE ME BRINDASTE,MUY EMOCIONANTE POR MOMENTOS (ME HICISTE LLORAR) Y MUY OCURRENTE SOBRE TODO AL HABLAR DE GRETA CON QUIEN DOBLO ESQUINAS Y ACORTO DISTANCIAS,POR SUPUESTO CON MIS "ZAPATOS ROJOS".
    UN ABRAZO CRISTINA

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  2. Querida Cristina, el relato lo escribiste vos, yo solo puse mi mano izquierda. Muchos besos a vos (¡reina!) y a Greta (que es mucho, mucho más que un automóvil). Mariel

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