No se trata solo de escribir, sino de creer en lo que se escribe. De leerlo en voz alta, con todo el cuerpo, para que el prójimo lo sienta susurrado al oído y circulando en las venas. Y que ese texto sea un credo compartido, construido en partes iguales por quien lo lee y quien lo escucha.
Ay, Mariel, ay Mariel, ay Mariel..!
ResponderEliminarSí, ay, ay, ay ....
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