PÁJARO DE CHINA
viernes, 17 de julio de 2009
PARIR EL MUNDO
Balada de las Madres (Pier Paolo Pasolini, 1962)
Me pregunto qué madres tuvieron.
Si los vieran ahora, trabajando
en un mundo para ellas desconocido,
presos en un ciclo siempre inacabado
de experiencias tan distintas de las suyas,
¿qué mirada tendrían sus ojos?
Si estuvieran allí mientras escriben
un artículo, conformistas y barrocos,
o lo entregan a redactores vendidos
a cualquier compromiso, ¿entenderían quiénes son ustedes?
Madres viles, que llevan en sus rostros el temor
antiguo, ese que, como una enfermedad,
deforma los rasgos en una blancura
de niebla, los aleja del corazón,
los encierra en el viejo rechazo moral.
Madres viles, pobrecitas, preocupadas
de que sus hijos conozcan la vileza
para pedir un empleo, para ser prácticos,
para no ofender almas privilegiadas,
para defenderse de cualquier piedad.
Madres mediocres, que aprendieron
con humildad de niñas, de nosotros,
un único, desnudo significado,
con almas en las que el mundo está condenado
a no dar ni dolor ni alegría.
Madres mediocres, que jamás tuvieron
para ustedes más palabras de amor
que la de un amor sórdidamente mudo,
de bestia, y en él los criaron,
impotentes ante los reales deseos del corazón.
Madres serviles, acostumbradas desde hace siglos
a agachar sin amor la cabeza,
a transmitir a su feto
el antiguo vergonzoso secreto
de conformarse con las sobras de la fiesta.
Madres serviles, que les han enseñado
cómo puede el siervo ser feliz
odiando a quien, igual que él, está atado,
cómo puede ser beato traicionando,
y seguro, haciendo lo que no dice.
Madres feroces, ocupadas en defender
lo poco que, como burguesas, poseen,
la normalidad y el salario,
casi con la rabia de quien se venga
o se siente acorralado en un absurdo asedio.
Madres feroces, que les dijeron:
¡Sobrevivan! ¡Piensen sólo en ustedes!
¡No sientan jamás piedad o respeto
por nadie, guarden en el pecho
vuestra integridad de buitres!
¡Ahí tienen, viles, mediocres, siervas,
feroces, a vuestras pobres madres!
Sin ninguna vergüenza de saberlos
-en vuestro odio- incluso altivos
en este valle de lágrimas.
Así es cómo les pertenece este mundo:
hermanados en pasiones opuestas,
o patrias enemigas, por el profundo rechazo
a ser distintos, a responder
del dolor salvaje de ser hombres.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Querida Mariel, luego de un tiempo ausente, paso por aquí y además de reírme con los adoradores del tótem -y después dicen que el falocentrismo es sólo una teoría-, me encuentro con este rostro desconocido de Passolini.
ResponderEliminarConocía al Passolini director, al Passolini ensayista y novelista, no así a este otro poético que habla de las otras madres. No sé si el poema me interpela como tal, pero como siempre, su huella está en la osadía intelectual, esa que lo lleva a cuestionar la vileza de ciertas madres, movidas por el temor. Madres mediocres también; o beatas y resignadas, bajo el nombre de la abnegación -y son legión-. ¿Qué queda del mito de la Madre?
A la inversa, ¿qué queda del Padre? ¿De esos "educadores" que contribuyen a sostener un sistema sacrificial?
Como sea, no es difícil comprender por qué Passolini activó tantos rechazos, hasta el asesinato.
Un abrazo de reencuentro,
Arturo
Arturo: Me hace feliz escucharte y, sobre todo, que te hayas reído. Valoro la risa como una bandera. En cuanto a Pasolini, es un faro al que vuelvo invariablemente, en todas sus formas. Su poesía me resulta estremecedera y entrañable, aunque parezcan sensaciones contradictorias. Cuando era un tópico literario matar simbólicamente al Padre, él arrasó con la figura intocable de la Madre, invirtiendo la Madre Coraje de Brecht. Se anticipó a tantas cosas. En "Saló" empujó el límite del horror, revelándolo como un pozo sin límites, y en la "Trilogía de la Vida", el de la libertad. "Teorema" es todavía un manual de psicoánalisis en estado puro. Era inclasificable, múltiple e incómodo, hasta para la propia izquierda. Un viajero perpetuamente asombrado e incansable (sus compañeros de ruta Moravia y Morante dan fe). No me sorprende que la Callas lo haya adorado y haya intentado sin éxito enamorarlo. Tengo a mano para momentos de urgencia espiritual y confirmación de convicciones "La mejor juventud" y "Las cenizas de Gramsci". El final del poema que da título a este último libro de poemas es de una clarividencia radical (anda por acá en las entradas de Penúltima Estación, junto a la foto de la tumba de Gramsci, frente a la que Pasolini se paraba a pensar). La "Poesía en forma de rosa" se la di a mi papá para su último viaje. Durante años el único hecho que me consoló de su pérdida fue recordar que llevaba a su lado mis libros más queridos y los más marcados por mi mano, mientras ellos me marcaban a mí. Besos invernales y un fuerte abrazo. El Pájaro de China bate sus alas cuando te ve.
ResponderEliminarUf...vaya texto de mister Passolini!
ResponderEliminarCuantas cosas traidas a la mente.
Como anda amiga?
Dedos que queman, ¿cómo estás? Qué alegría escucharte. Ayer en noche de insomnio pasé por tu casa y volví a a escuchar The Clash. Pensaba escribirte cuando terminara de procesar internamente lo que volver a escucharlos después de tanto tiempo me provoca. Una maniobra de resucitación, eso es. Una terapia de choque con dosis de juego, experimentación y alegría, porque hay alegría en los Clash, ¿no? Son los punk que hacen la guerra desde lo lúdico ... Me maravilla que eduques a tu hijo en el rock. Lo estás educando en la pasión, que es lo que lo mantendrá a salvo de la indiferencia y lo protegerá de los dolores del mundo. En cuanto a Pasolini, tiene la sangre caliente del rock. Lo único que le faltó fue plantarse en un escenario. Este poema bien podría funcionar como lectura introductoria a un tema derriba-mitos. Recitalo sobre el escenario, Dedos. Hacelo durar y perdurar hasta hoy. Besos polvorientos, hermano mío.
ResponderEliminarGuau Morgan.
ResponderEliminarEste jodido texto arde en llamas. Y se ve en tus líneas el respeto y aprecio que le tienes. Era inclasificable, múltiple e incómodo, hasta para la propia izquierda. Un viajero perpetuamente asombrado e incansable. Esta entrada también está marcada por tu mano, y se ve el cariño.
La recojo. Y nos pido seamos inclasificables, múltiples e incómodos… hasta para nuestra propia sombra. El enemigo de la verdad. Un extraño en mí mismo.
SaLuz.
Bash-Arden: Así era. Así deberíamos resucitarlo en cada uno de nuestros actos, para que nunca muera. Besos pasolinianos.
ResponderEliminar