Acá estamos. Esto somos, entre otras cosas. Este soberano asco. Un "nosotros" que desprecia e ignora al "otro", estigmatizándolo hasta la naturalización y festejo del estigma. Una aparente comunidad impoluta y etérea de piel extraordinariamente blanca, que debe "animarse" a convivir con las arañas. Porque no muerden ni matan, aunque sean repugnantes y surjan de la nada con su fealdad estrepitosa. No infectan ni contagian, aunque tengan esa tonada paraguaya fácilmente reconocible en los albañiles de las obras, los empleados de los supermercados chinos, la peluda y oscura mano de obra barata circundante que también tiene derecho a usar un celular, sobre todo si incluye servicios gratis. Esto somos. Esto que descansa recostado sobre un árbol por el que baja la araña. Este alarido de espanto ante la intromisión en nuestro sueño del monstruo limítrofe de múltiples patas que habla de "la" Internet como si hablara de la tía. Esta mueca de horror ante la mención del tenedor libre que contamina y agrede la supuesta belleza del paisaje. Todos tenemos derecho a un teléfono móvil. Hasta las arañas. Hasta. Arañas. Inclusive. Los bichos más nauseabundos del bestiario. Con derechos, también. A pesar de. Ser arañas. "No les tengas miedo". Son horribles pero bien graciosas. Espantosas pero divertidas. Animate. Animate y mirá. Asomate y mirá. Después dicen que se murieron las ideologías, como si esto no fuera una auténtica y grosera pieza ideológica que apela a nuestros resortes psicológicos más elementales. Esto somos, también. Esta perfumada, evidente e incontrovertible mierda.
Caperucitas blancas perdidas en bosques otoñales abandonan el teléfono con descuido en el regazo sabedoras de que no hay lobos rebeldes en las inmediaciones. Arañas peludas que no han terminado los estudios básicos reclaman - simpáticas - derechos, la gratuidad de la comunicación y la escritura sms. Bloggerss bitacorines miran alucionados imágenes en verano o invierno. El mundo se llena de escritura hasta la náusea. El mundo se llena de derechos hasta la náusea. La misteriosa conciencia ecologista (envuelta en triple capa plástica de supermercado sin sueño, v.g. Pipilotti)nos impide matar arañas simpáticas. Pero "ellos" se nos denominan como arañas frente a nuestra hermosura. La democracia consiste en invitar - una vez cada X - a las arañas al baile de los regalos y dejar dormir a las caperucitas y dejar ladras a los bloggerss. Nos conformaremos con la chuta en la vena. Las arañas reclaman derechos o los toman (porque son gratis). La gratuidad nos envuelve como los derechos. Nostalgia del pago y del deber. Nostalgia de la edad de hierro e, incluso, de la paleo-piedra.
ResponderEliminar¡Buenos días, acá, amiga Mariel y jornada feliz!
Esta vez he empezado el ejercicio al revés de lo acostumbrado. He recorrido la entrada para ver las imágenes que querías traernos. He visto el vídeo. Algo impresionada, porque así reacciono involuntariamente ante las arañas.
ResponderEliminarY te leo y me pones del revés. Fantástico, Mariel. Qué fuerza. Cómo muestras lo que hemos hecho del mundo. La belleza inmaculada; la feísima araña. "Esto somos, también. Esta perfumada, evidente e incontrovertible mierda.
". Y cuando salgo, ya no estoy impresionada por la fealdad del bicho, sino porque tengo la certeza de ser también parte de la fealdad molesta. E impresionada, naturalmente, de tu escrito, de que me desenvuelvas como un guante y me muestres cómo he hecho también que sea el mundo.
Gracias, y un gran beso
Lug: Sí, seamos todos bienvenidos a la democracia de la falsa integración, que nos permite ladrar inofensivamente desde las redes virtuales mientras el mundo se tapa de palabras y de gratuidad. Nostalgia de un mundo que nunca vi y que seguramente jamás veré. Besos, amigo bicéfalo.
ResponderEliminarSusana querida, ¿vos podés creer que esto se esté viendo día y noche por la tele? Que la fealdad no sea solo ya una araña, sino una araña antropomorfizada como un paraguayo que forma parte de la comunidad Movistar. Si vieras el anuncio en las calles ... "Cualquiera puede acceder a la comunidad Movistar". Sí, cualquiera, hasta los paraguayos (feos y temibles como arañas). El capitalismo no tiene ni siquiera buenos modales. Apuesto a que vos no colaboraste en absoluto para que así sea. Pueden impresionarte las arañas, pero los paraguayos, seguro que no. Besos beligerantes (estos besos siempre regresan).
Mariel:
ResponderEliminarsin palabras... el anuncio es absolutamente grotesco, muy acorde al modus operandi de multinacionales como Movistar.
La glosa que realizas es cortante y mordaz. No sé qué decir, tan sólo se refuerza mi rabia para seguir combatiendo, a mi manera, todos los días, contra el monstruo invisible, que nada tiene que ver con las inofensivas (y nada feas, o feas sólo para el ser humano) arañas.
Abrazos, belicosos también
Stalker: El anuncio es grotesco y es aterrador que lo hayan concebido pensando en el "target" de espectadores que lo aplaudirían. En estos documentos ideológicos aparentemente inocentes y mínimos se lee con toda brutalidad la crueldad del mundo. Y esa crueldad (la mayúscula) lleva nombres y apellidos. Besos belicosos, cómo no.
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