La biología es un accidente del que nadie tiene la culpa o el don. La biología es un accidente. La longitud de mis piernas o el arco de mis cejas no son míos y la forma de los dedos de mis pies no me pertenece. Yo no hice mis manos. No sé de dónde salió la curva de mi oreja ni a quién le corresponden mis encías. Me pusieron un nombre que no elegí (me lo impusieron). Yo no estaba cuando me bautizaron. El hijo aparece entre las piernas de su madre y se dice que esa mujer ha tenido un hijo porque un niño que grita sale amarrado a un cordón que debe cortarse, para que esté en el mundo. Un hijo se expulsa y se arroja al mundo y luego pide ser adoptado por quien lo vio aparecer entre sus piernas. La adopción no es un accidente.
Así, el resto de las cosas. Adoptarlas no tiene mecánica ni ley. Te pido que me adoptes para que me cuides salvajemente. No es algo que debas hacer, no es algo que te pueda salir pujando. Te pido que coloques tu amor en mí. Porque yo no pedí venir y no sabía que se podía salir lastimado. Hay una manera de parir pero no es suficiente porque, después, me tenés que elegir. Que es un acto de voluntad, como tatuarse. No tengo el nombre que me diste. Tenés que llamarme por mi nombre. Todos los niños nacen e inmediatamente se pierden en un parque. Tenés que venir a buscarme entre los árboles, llamarme mientras oscurece y la gente se ha ido y se detuvieron las hamacas. Hace mucho miedo cuando las hamacas paran, vacías.
Pero que tu álbum no acabe con mi foto si yo no estoy, un día. Un álbum clausurado duele cuando se abre y está quieto. Cuando mi cuerpo no da, sus músculos se tensan, se endurecen sus ángulos y se detiene en la repetición. Se convierte en una estatua del parque. La capacidad de dar es mayor que el número de niños perdidos. El cuerpo se distiende y se sorprende a sí mismo, se expande, se ablanda y ya no pesa. Que en cada página haya una fotografía.
Ayer te vi llorar después de haber estado en un cine. Un cine es una casa, no tiene ley y custodia los parques. Te abrazo y no es porque te haya tenido entre mis piernas. Me gusta el país donde llevaste a vivir, donde pusiste a reír, tu nombre.
The Girl in the Park, David Auburn, 2009
Me sale comentar algo como:
ResponderEliminarLa adopción es un acto maravilloso de amor, el amor rebalsa. No por sacar a un niño de una situación de horfandad (no sé si se dice así) o por ser un acto de "ayuda social" sino que se produce un encuentro tan íntimo, tan mágico que no puedo llegar ni a imaginar. Recuerdo que de chica quería adoptar un niño. Nada fácil supongo, debe uno estar lleno de amor, humanidad y apertura.
Ahora bien, no creo que la gestación sea un accidente. Uno no elije sus manos o sus pies sino mejor aún se produce una AUTOFORMACIÓN. Y eso es algo sorprendente. La vida en la panza, la muerte o nacimiento como se le quiera llamar... Estoy leyendo un libro de bioenergética que es fabuloso y explica cómo desde que somos energía o semilla comienza a gestarse la vida que elejimos y nacemos en donde elejimos porque quizá tenemos que aprender algo, seguro tenemos que aprender algo. Me fui por las ramas... lo que quiero decir es que la gestación y el nacimiento es algo groso que nos marcan muchísimo como seres (física y emocionalmente). Si hay algo que todos tenemos en común es eso: la experiencia de haber nacido. Y pienso que siempre elejimos a nuestro padres sean biológicos o adoptivos, son PADRES. Nuestra vida poco tiene que ver con un accidente.
Qué meresunda que provoqué.
Saludos pensativos desde Mundo Aquilante!
La capacidad de dar es mayor que el número de niños perdidos...ojalá, en tu vida y en la mía haya gentes con esa capacidad de dar. Ojalá yo tuviera, para otros, esa
ResponderEliminarcapacidad de dar.
Contundente y hermosa declaración de amor, de la necesidad de amar (tal vez son lo mismo). Me gusta la contundencia con la que concibes el amor como un acto de voluntad, de valentía, como en ese texto que dedicaste a "Planet terror", cuando elogiabas la determinación del protagonista masculino (es envidiable esa determinación que casi roza la estupidez o la psicopatía...). Adoptar no es crear, no es engendrar, por eso hay que huir de las parejas que pretenden parirte de nuevo o moldearte como si fueran Pigmalion, me quedo yo también con la aceptación del nombre propio y a partir de ahí el intercambio, la entrega y modificación mutua.
ResponderEliminarun abrazo!
Mariel, mi niña, caen como las 3 (am, claro) a este lado del mundo. Ramon hace un poquito que se marchó, y el vino y las sonrisas permanecen. No voy a poder irme a dormir así de repente. Pero, claro, mi momento y mi no haber visto la peli hacen que no sea la mejor comentarista del mundo. Ni la del medio. Pero en cambio, tenía ganas de decirte que algo me dio un vuelco en tus palabras, en tu recorrido de la sabiduría del parto. "Te pido que me adoptes para que me cuides salvajemente", y creo que de tu mano descubro que quisiera, por fin, nacer...
ResponderEliminarMaravilloso, como siempre. Besos de ojos caídos y sensaciones vivísimas.
Dice el Pájaro: “La adopción no es un accidente. Te pido que me adoptes para que me cuides salvajemente. No es algo que debas hacer, no es algo que te pueda salir pujando.... me tenés que elegir. Que es un acto de voluntad, como tatuarse”. Y sí, parece tener razón, razón poética y razón ética. Pero el pájaro racional subraya como las niñas y los enamorados el acto de voluntad de esa adopción (“me tenés que elegir”). Elegir y, luego, olvidar (¿eligiendo olvidar?) en las estatuas del parque. Elegir: ¿seguir protocolos, quizás, ceremonias? ¿elegimos aquello que cuidamos o somos impulsados por una fuerza tan accidental como la biología? Cuando somos egoístas y crueles personajes de cuento, cuando abandonamos a los niños en el parque o asaltamos a las buenas burguesas al regresar a su casa ¿elegimos no cuidar, no adoptar, cosificar, endurecer, rasgar? ¿O hay fuerzas que nos devoran en la biología y en la poética, al cruzar la calle comiendo un helado con ese que llora al salir del cine y al cerrar la puerta a nuevos amores? ¿qué no es accidente, qué podemos decir que no se cae del cielo y que es la tierra de nuestras entrañas quien decide?
ResponderEliminarEstaría fenómeno poder ver la película.
¡Salud y lindas adopciones!
Mariel, he leido bastante tuyo, de momento solo en el blog. Tienes textos que me encantan y otros que me duelen. Este es de los que duelen, porque se adivinan muchas cosas. No es un mero comentar. Es mirar por la ventana y verte a ti mismo dentro y por dentro, y pensar en ello. Y escribirlo luego para que los demás sepan que en algunas cosas, sólo en algunas, la ventana es siempre la misma y el yo es un nosotros. Muchos besos.
ResponderEliminarRamon East.River
Adoptar y ser adoptado es la única gran maniobra amorosa que está en nuestras manos, efectivamente, Mariel. Todo lo demás, se compra con Mastercard o se traga con los dientes apretados. Nadie eligió a su padre y ninguna ley debería obligar a ser hija forzadamente.
ResponderEliminarAdoptar a un hombre, a un hijo -biológico o no- a los hermanos que son nuestros amigos, a los parientes de sangre que uno desee adoptar, es la acción amorosa que la Suprema Corte debería facilitar.
p.d. veré la película.
Que bello esto, hermana, y no puedo decir otra cosa. A mi también me fascinó esto: “La adopción no es un accidente. Te pido que me adoptes para que me cuides salvajemente. No es algo que debas hacer, no es algo que te pueda salir pujando.... me tenés que elegir. Que es un acto de voluntad, como tatuarse”
ResponderEliminarQuizá, porque tras esa declaración se esconde la fantasía de proteger y ser protegido.
Pienso en niños e idiotas. Pienso en la pelicula "The warrior", en la que el guerrero, al encarar su viaje iniciático se ve seguido por un idiota o algo así, y le pregunta "¿Por qué me sigues?". Y el otro, nada le contesta, pero igual lo sigue. Y la complicidad...
Querida Mariel:
ResponderEliminarAquí de nuevo, buscando cobijo en el plumaje de tu pájaro de China, vuelvo a leer estas trazas y a pensar de tu mano en esa dimensión electiva, deliberada del amor. No como accidente biológico, no como esa proximidad que se mama sin chistar. La voluntad que menciona Rubén, la decisión y esa libertad que palpita en ella.
No he visto esa peli (ahora mismo la busco en internet) así que no puedo ahondar mucho, pero me alegra tanto leerte otra vez. Siempre creí que no hay mucho mérito en esa maternidad que se despeña por el tobogán de las piernas si después no viene ese momento sagrado de la decisión, de irse convirtiendo en padre o madre o amante. Si no hay nadie aguardando la caída del tobogán.
De momento me dejo adoptar por este tibio espacio de tus letras.
Un abrazo muy grande y espero que estés muy bien.
Laura.
Mariel este texto me ha resultado de un sabor extraño. Tengo que re-leer el texto, porque es muy profundo lo que escribes.
ResponderEliminarMe gusta mucho como escribes. Ya te lo he dicho varias veces.
Un abrazo.
La siguiente frase, aunque más sencilla-o precisamente por eso- es la más contundente, a mi entender:
ResponderEliminar"Te pido que coloques tu amor en mí"
Los órdenes establecidos no sirven. El amor no une por parentesco o genes o convención social. El amor es instintivo y cómplice: la locura, la irracionalidad, la pasión, el deseo, la ternura, el desamparo, el dolor, la alegría...
ResponderEliminarHay que tener arrojo. Hay que entregarse y amar salvajemente, sí, salvajemente a la persona que has elegido "adoptar".
Querida Mundo: Es claro lo que decís y es misterioso y sorprendente. Que nos "autoformemos" y no nazcamos en una geografía determinada ni de unos padres específicos por casualidad. Pero no lo recordamos, ¿no? No recordamos habernos "construido" de esa forma, habernos empeñado en ese acto. En cambio la adopción, de quien quiera que sea, es una segunda vuelta en la que se pone en juego en forma consciente la voluntad, un amor construido a conciencia. Es bello pensar que la conciencia también estuvo antes, aunque de ese "antes" no guardemos memoria. Tus incesantes investigaciones ... Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarMaría: Ojalá, sí. Siento que vivís en un mundo que naturalmente posee esa capacidad y que no vivirías en ese mundo si no la tuvieras. Tan simple y hermoso como eso. Besos.
Rubén: Algún día deberías escribir un texto sobre el amor de a dos (aunque quizá ese texto fluya en todo lo que has escrito que yo leí). Porque, al menos para mí, debiera ser tal como lo expresás cada vez que asoma: un acto de coraje, una aceptación del otro tal cual es y un ejercicio de intercambio mutuo. Puesto con tus palabras, complementaría los fragmentos el discurso amoroso de Barthes. Estoy segura. Besos que intentan no cambiar al otro.
Susú: Me imagino tus momentos compartidos con Ramón hasta la madrugada y sonrío y me hace bien. Estás contándome una adopción, ¿no? La adopción de un hombre como amigo, la construcción de una amistad en la que dos personas se entrelazan sin dejar de ser ellas mismas. Besos de 3 A.M.
Bicéfala querida: ¿Qué podemos decir que no es accidente? Supongo que, aunque termine no siéndolo por razones biológicas que desconocemos, aquello en lo que conscientemente ponemos nuestra voluntad a través del tiempo. Continuamente elegimos. Por eso es tan obsceno que a tantos se los prive de esa capacidad. Las zonas negras son las que nos privan de opciones, aquéllas donde el camino es uno solo. Pero, ahora que lo pienso, aun ahí podemos decidir, podemos decidir cómo transitar esa zona. Me estremece pensar en la influencia de la voluntad sobre lo que nos pasa (la neuropsicoinmunoendocrinología tendría varias cosas que decir al respecto). Y en las razones que impiden que seamos incapaces de determinadas cosas (como vivir más serenamente, por ejemplo). Besos pensativos.
Ramón: Sí, lo que sentís es así. Y duele pero es mejor saberlo y resignificarlo explorando sus posibilidades. A veces lo que uno cree una oportunidad arrebatada es la situación que permite adentrarse en lo que de verdad queremos y cómo. Parir es simple y a veces se puede, a veces no. Adoptar es complejo y se puede, siempre, adoptar a quien uno quiere. Besos agradecidos por tu presencia cotidiana.
ResponderEliminarEmy: "Adoptar y ser adoptado es la única maniobra amorosa que está en nuestras manos. Lo demás se compra con Mastercard o se traga con los dientes apretados". Siento que es así y que no podría decirse mejor. No agrego nada. Amén. Besos que te adoptan.
Darío: Proteger y ser protegido. Como dice Rubén, la declaración de amor y la necesidad de que te amen, que es la misma cosa (anverso y reverso de la moneda). Es preciosa tu imagen, la del idiota siguiendo en silencio (sin necesitar explicarlo, no sin saberlo) al guerrero. Tus palabras alimentan al pájaro, invariablemente. Besos furiosos (así quedó establecido que serían).
Laura querida: ¡Qué alegría escucharte! Tus palabras entibian y calman, sabés, tus palabras-nido. Mis plumitas te adoptan para que tus palabras las protejan y las iluminen. Tu imagen del tobogán, de una ternura inmensa, condensa toda la potencia del amor elegido. Estar arriba del tobogán, para traer a este mundo, y simultáneamente abajo, para recoger, abrazar y evitar el golpe y las heridas del aterrizaje. Y estar también en el trayecto, de arriba hacia abajo, custodiando con el deseo, la mirada y el cuerpo listo para la acción protectora la ruta del descenso. Es una imagen-Laura, que es pájaro y nido al mismo tiempo. Besos, muchos, emocionados y agradecidos.
Lolette: Es extraño, sí, a mí me llevó años darme cuenta de que hay dos formas de parir. Un abrazo muy fuerte.
Blanca: Sí, eso pido. Eso pedís, eso hacés, con soberana determinación. Así elegís que sea y, si no es así, no lo aceptás, no lo acepto. ¿De qué otra forma podrías vivir, cuando te adentrás hasta el fondo y no aceptás menos que todo? Besos elegidos y resueltos.
Marian: No puedo no imaginarte en la república de los amores salvajes. En cada una de tus palabras late un vendaval, consciente de su intensidad y del peligro de ser viento huracanado, pero también de la arrasadora belleza de serlo (doblemente consciente, entonces, por esa causa). Besos salvajes.
Dice Portinari (el pájaro insiste en comerse ávidamente sus palabras):
ResponderEliminar"Mariel, es un texto precioso, por tu manera de narrarlo, por tu manera de sentir cada verbo que depositas para formar la Idea.
El acto de parir y arrojar, para luego recoger y amar. El sentido último que no se entiende.
Depositar un nombre, como una losa, como una lápida en el féretro. Escrito con sangre sobre las miles de frentes que el errático proyecta.
Nombrar como recogimiento quizás. Escrutar la vida, reogerla en la calidez de una Idea, de una máxima de belleza, como último acto de abrazar. Nombrar no por egoísmo y retención, si no como ventana al mundo, acogimiento.
Yo no soy yo, soy mis padres mezclados, que no son ellos, pues son sus padres mezclados, que ...
Y continúa. La búsqueda en mi geometría aplastante. En mi nombre. En las bifurcaciones del tiempo que me precedió. No hay "yo" en este mundo.
Y el origen de la necesidad de esta búsqueda tampoco se encuentra. De la necesidad de la búsqueda nace el reemplazamiento. Quizás todo movimiento en el tablero sea interesado. Pero quiero creer en tu texto, en el nombre como abrazo, en la adopción de la vida como incrustamiento en el vientre, tan eterno como duren los segundos sin que puedan ser contados.
Gracias por este texto tan hermoso Mariel. Una vez más".
Y yo le digo que aquí estamos, para recogernos y abrazarnos, incrustándonos en nuestros vientres, para encontrar refugio.