PÁJARO DE CHINA

miércoles, 12 de agosto de 2009

HÁBITO Y SORPRESA


Franz Kline, Sin Título, 1957


Estamos en una situación. Resumiendo. No es una relación. Es una situación. Resumiendo, todo tiene a decantar su repertorio de matices hacia el blanco o el negro. Porque hay cosas que necesitamos para vivir. Y otras que no. O porque en esos dos colores está la afirmación y la negación simultánea de todos los colores. Que se repita lo que me gusta me hace feliz. Que la situación no traicione ni defraude al hábito. Que lo que estuvo ayer para que yo lo viera vuelva a estar hoy. Y que esté mañana, también. La geometría cuadrangular de estas baldosas, la lámpara en su ángulo, tu forma de arrancar las páginas de los cuadernos, las curvas esmeradas de tu caligrafía. La perseverancia de ciertos gestos y objetos en su sitio. La acumulación de ciertas situaciones dentro de la situación.

No las elijo cada día. Hubo un día en el que las elegí y espero que se reiteren en los días sucesivos. Que la situación no ignore ni frustre la espera. Que no se burle de ella. Capa sobre capa sobre la tela, todas en la misma dirección. Que se cumpla la ley de la repetición sin que yo lo note. Olvidándome de su existencia, como me olvido de mi respiración. La reiteración estabiliza mi frecuencia cardíaca y me permite quitarme la cabeza y guardarla en el sótano, junto a los muebles viejos que ya no usamos pero igual conservamos cubiertos de polvo, por si nos roban los nuevos o los perdemos. Por las dudas.

También necesito el desvío. El sobresalto de la bifurcación, de vez en cuando. Que se agite el agua, para que no se estanque. Que aparezca algo nuevo. Que se insinúe, que crezca, que apunte en un sentido imprevisible. Que yo no sepa muy bien ni dónde empieza ni dónde acaba. La irrupción de una mancha sobre la pila de capas tan mezcladas que ya forman una sola capa. Algo en suspenso. Una tensión. Un roce. Algo que chorrea y acelera el pulso. Que no me da tiempo a bajar al sótano a buscar mi cabeza. Que mi cabeza no alcanza a interpretar ni responder. Un bucle insólito entre lo horizontal y vertical. El espasmo como una suave electricidad entre las piernas. Podrías quemar el cuaderno. Escribir de derecha a izquierda deformando y travistiendo tu alfabeto. Analfabetizarnos. Que cruja el riel y tiemblen los parantes. Que el trazo oscile.

Lo ves y es un puente, un túnel, una fábrica. Pero, ya te lo dije, es una situación.

A él le gustaba la pintura conservadora, hasta que se dio cuenta de cómo desplazar la cabeza de Nijinsky, para verlo mejor. Su mujer acabó enloqueciendo pero a él, generalmente, le iba muy bien con las mujeres. Su padre se pegó un tiro pero él, como todos, siguió viviendo y se dio cuenta de que podía dibujar. Extendía en la narración el período vivido en el orfanato, porque el tiempo que duele pasa más lento. Como en los hospitales, donde no se narra porque todo está quieto. La pasaba estupendo con sus amigos beatniks, tomando hasta marearse en el Cedar Bar.

No sé si el blanco se mete en el hueco del negro o si el negro cede paso al blanco. Si lo supiera estaría muerta. Y quizá ni aun así supiera. Porque esto es finalmente una situación de signos. De sospechas.

9 comentarios:

  1. Como a los niños que les gustan siempre los mismos cuentos con los mismos finales. O como ese blanco y negro de Kline, una caricia o un arañazo, uno nunca sabe. La sorpresa es que el hábito exista, y que sea gozoso y voluntario. Cálido como un abrazo.

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  2. Regurgita (ella) la tinta y los signos no suficientemente digeridos. Hay que masticarlos diecinueve veces. Salivarlos con las pequeñas repugnancias de todos los días. Aplicar el ácido y la mirada clínica. Reir diecinueve veces lo que se dice para acabar arrepetidos de lo dicho en el eco de la última carcajada. Que la huella del avatar siempre mire con son-risa a las cosas. Las cosas salvan. Aunque estén en desvanes o sótanos.

    Retornar - una y otra vez, luego, en directo y en diferido - al mismo pulso poético. Tam, tam, tam. Fijar vértigos, sí, pero mover el dial buscando las sintonías finas.

    El orden de las telas y el desvarío de las sorpresas son islotes en la bahía. Descrubir esa bahía. ¿En qué mar despierta el texto cuando es pasado a limpio y se aplica la tecla? ¿reconocemos la línea de costa? ¿Estrella polar o Cruz del Sur? Cartografía.

    Y la tristeza que aparenta el texto es sólo la fuerza del pájaro chino.

    (y, finalmente, todo son palabras, palabras, palabras... no lo suficientemente reídas ni ensalivadas, regurgitadas,sí, convertidas en postales, altares de corta duración y rituales en los que la gramática fija sus sentidos para mayor gloria de los pájaros chinos)

    ¡salud!

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  3. Gracias por tus comentarios. Y tienes razon: hay mucho que admirar en el rococo, hay muchos elementos esteticos en el posmodernismo que tienen sus antecedentes en ese descabellado y decadente estilo. Lo de Fragonard ya lo habia notado Carlos Williams: http://www.americanpoems.com/poets/williams/1038

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  4. no sé lo que acabo de leer. me apoyo en la pintura. la olvido. sé que el agua corre agitádamente para que se haga el círculo, en una suerte de o2 de oxígeno. siga el agua corriendo, tan sin tiempo, tan a todo.

    besos,
    òscar.

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  5. Ramón querido: Sí, qué buena inversión hiciste. La sorpresa de que el hábito permanezca, de que el cuento nos depare el final esperado, cada día. Para resistir la posibilidad del arañazo. Es tan difícil recostarse en hábitos amados, encontrar ese círculo que nos sostiene y nos serena. Como mirar tus montañas, sintiéndose a salvo. Abrazo fuerte.

    Bicefalina mía: Regurgitar, masticar y salivar. Diecinueve veces o las que haga falta. Fijar el vértigo y mover el dial. Descubrir la bahía. Disfrutar o pilotear la tormenta en la isla. No, no veo la línea de la costa. El texto pasado a limpio sigue siendo un intento de sacar la cabeza por encima del agua. De que ese momento dure en la palabra convertida en postal, en altar efímero y en rito puesto sobre la mesa para ser compartido, a ver si dos cabezas pueden más que una. Dos cabezas. En tu caso y junto a mí, tres. Besos muchos.

    David: Qué alegría verte por acá. Gracias por el link. Lo busco, lo leo y te comento. Siempre me gustó mucho ese columpio de Fragonard. Ese goce sencillo y porque sí. Volveré a tu casa. Un abrazo .

    Querido Oscar: Apoyarse en la pintura, acostarse sobre ella y olvidar. Que las palabras se hagan agua y el agua, oxígeno. Solo eso. Solo eso. El pajarito te abraza con sus alas conmovidas.

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  6. Mariel, qué bueno que esté ahí "la perseverancia de ciertos gestos y objetos en su sitio". Porque hay tantas veces en que no se le presta atención, y es cuando falta esa perseverancia, esos códigos que forman pentagramas para que modulemos nuestra vida, que ataca ferozmente el negro con su peor cara.

    Deberíamos atender cada vez que va a arrancar una hoja, o acariciar como compensación a aquella lámpara que nos agrada volver a encontrar en su mismo rincón. Apreciar cuánto significa hacer a medias una ensalada o recorrer determinado camino. Porque si un día no podemos tenerlo, sabremos que tenías toda la razón: "el tiempo que duele pasa más lento".

    Miro con agradecimiento este Pájaro, que siempre está ahí con maravillosas sorpresas que yo espero. Pájaro-lámpara imprescindible.

    Besos iluminados de tu luz.

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  7. Qué hermoso texto amiga Mariel. Es tan cierto que "el tiempo que duele pasa más lento". Recuerdo esos días de derrotas tremendas, de las deportivas por supuesto y de las otras, pero sobre todo de las personales también, de esas que parecen acercar a la muerte. Pero después también por suerte está la certeza del hábito, como dice Ramón, la increíble sorpresa de que ese hábito deseado y buscado aparezca y permanezca, y que nos alegre la vida otra vez, y otra, y otra.
    Qué lindo viaje tu Blog, es como dice el tema de Charly "una forma de ser feliz".

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  8. Querida Mujer: Sí, las derrotas son lentas y es maravilloso regresar a la certeza del hábito. Que esperes que algo pase. Y pase. Cada día. Y que se quede. Me emociona lo que decís de esta casita. Es tan linda esa canción y esa línea. Una forma de ser feliz. Una forma elegida, deseada y buscada. Que así sea. Besos, muchos.

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  9. Mariel, "sospechas", "signos" y "situaciones".Con la cabeza perdida en el sótano y el cuerpo sangrando los óleos de nuestra vida. Seríamos pinturas, que nadie interpretacría correctamente.
    La repetición de lo que nos gusta, la culminación del deseo si no supiéramos jamás de esta repetición. "Que se cumpla la ley de la repetición sin que yo lo note. Olvidándome de su existencia, como me olvido de mi respiración."
    "Algo en suspenso. Una tensión. Un roce. Algo que chorrea y acelera el pulso. Que no me da tiempo a bajar al sótano a buscar mi cabeza. Que mi cabeza no alcanza a interpretar ni responder. Un bucle insólito entre lo horizontal y vertical. El espasmo como una suave electricidad entre las piernas. Podrías quemar el cuaderno. Escribir de derecha a izquierda deformando y travistiendo tu alfabeto. Analfabetizarnos. Que cruja el riel y tiemblen los parantes. Que el trazo oscile. "
    Analfabetizarnos para aprehender otras cosas y volver a la analfabetización. La repetición de la no repetición; blucle, chorreo, travestirse. Reiteración del cambio.

    Explorar tu texto es como explorar el lienzo que se pinta con nuestra sangre; como que yo veo un cuerpo de mujer en un muelle, sin cabeza, en ese cuadro donde tampoco sé discernir si el blanco vence al negro o el negro vence al blanco.

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