Te cita en la terraza del edificio, cuando amanece y el frío te cala los huesos. La encontrás en un pasillo o en la estación de tren. Te escondés detrás de la puerta de su habitación, cuando llega su amante que no deja a la esposa. Podés observarla desde tu ventana, llamarla desde tu ventana y arrancarle un par de fotografías, algunos pisos más abajo. Ella siempre está algunos pisos más arriba. Invariablemente alzás la cabeza para verla. Y nunca la has visto desnuda. Te ha concedido fragmentos evasivos, destellos que te ciegan y su pelo rubio y largo sacudido obstinadamente por el viento.
Sentís que ella camina por el lado salvaje. Porque está extraviada, porque se mueve con su perro sin residencia fija. Se traga las pastillas, llora y se le corre el rimmel, sangra y te pide que la lleves al hospital. Que le dibujes palabras en el brazo para que se duerma. Querés fugarte con ella. La adrenalina se activa con la velocidad.
No podés tenerla. Querés cuidarla y rescatarla de su dolor. Ella se salva sola, mientras la esperás con el bolso listo, el anillo extraordinariamente caro dentro de una cajita roja, los boletos de avión. Arrojándole piedras a su ventana, como un niño. Para que baje. Por el amor de Dios, que baje. Que baje y que te diga que sí. Pero te dice que no. A veces los amantes dejan a su esposa.
La invitás casi por obligación, pendiente de la llamada de auxilio. Ella ve las cicatrices en tus muñecas. Uno ya no es el mismo cuando se hizo daño, en los tiempos del primer abandono y antes del segundo. Ella te ve. Ha reconocido espontáneamente tu singularidad. Se ha sumergido en tus fotos de escenarios urbanos en blanco y negro. Ha advertido que no tenés guantes. Te regala un par. "No es gran cosa", murmura.
Ella es la calma. Ve La novicia rebelde una y otra vez, porque le recuerda cada una de las veces que la ha visto, antes. Se ha quitado la ropa, retirándose en silencio con una sonrisa. No hay turbulencias ni escondites ni vértigo. Te acepta tal cual sos. No pide nada.
¿Qué elegirás ahora, de noche, frente al mar? El desamparo te vuelve a morder. La forma en la que se encadenan las circunstancias. Con la cajita roja en el bolsillo y las manos protegidas del frío por los guantes.
¿De qué está hecho el amor, cuál es su condición necesaria?
Tus ojos que me ven y no reclaman. Los guantes que elegiste para mí. La tranquilidad de saber que estarás en casa.
No dejarás que te trague el mar. Aprendiste a cuidarte y a dejar que te cuiden. Quién sabe, quizá esa sea la manera de aprender a cuidar.
No es conservadurismo ni cobardía. La serenidad besa las cicatrices, la cabeza explora la belleza de las posibilidades y la revolución se hace, lentamente.
Fotos: Two Lovers (James Gray, 2008).
hay algo especial en ese vivir sereno.
ResponderEliminaren un coche aparcado hay una cantidad mayor de vida que en uno que circula (conductor aparte).
no sé porqué dije lo del coche.
¿tú siempre vas a hacer entradas maravillosas o alguna vez nos darás un maravilloso tartazo en la cara?.
gracias, siempre, besos,
òscar.
Me encanto.
ResponderEliminarPrecioso relato, Mariel. Lleno de encanto y de ternura. La calidez que proporciona alguien que ama, alguien que espera. Unos brazos que se abren, aguardándonos. Un pasado que esconde antiguos desengaños y que salta por encima de las cicatrices y se embarca en un hipotético rechazo. La energía del amor, la generosa dulzura del amor.
ResponderEliminarEnhorabuena, Mariel.
Hola Mariel, muy lindo. Y si preguntás cuál es la condición suficiente del amor, encontrarías respuesta? Saludos!
ResponderEliminarNo sé si vi la película o es que me la has contado como en sueños. Me apasionan ciertas ideas, ciertas emociones, ciertos espectros de luz que se esconden detrás de algunas palabras:
ResponderEliminarextraviada,
desamparo
cuidar
serenidad
cicatrices
belleza
lentamente
Creo que últimamente sólo pienso en esto. Seré ya viejo o enfermo...
O mujer o sabio.
Cuida, cuida, cuida - me, cuida -nos
Excelente todo, pero el último párrafo es para un cuadrito enmarcedo!
ResponderEliminarBaci con affetto sempre
Maravilloso.
ResponderEliminar¿De qué está hecho el amor, cuál es su condición necesaria?
El intento.
Para ser amante hay que ejercer, tan sólo eso. Y sólo eso, a veces, nos lleva la vida.
Beso
El amor casi como un veneno que va conquistando nuevos espacios; y en cuidar, cuidarse y dejar que te cuiden va anidándose a las vértebras del ser. De qué estará hecho el amor, que inunda. De qué estará hecho, que su cojera hace que el desamparo te vuelva a morder. De qué materia rara están hechos tus escritos, que se agarran a la yugular y prenden y diluyen todo el mundo que no quepa en una cajita roja...
ResponderEliminarBesos que se arrancan el sombrero...
La vida a veces es un abrazo cálido. En la belleza hay siempre una enorme lección moral.
ResponderEliminarMuy bueno estimada. Me quedo con eso de cuidarse y dejarse cuidar.
ResponderEliminarSalute.
Que actorazo Joaquín. El síndrome del talented little brother, le pasó a los Phoenix, le pasa a los Culkin.
ResponderEliminarQuisiera no descubrir las condiciones del amor, quisiera no entender las leyes que lo explican, tal vez sólo necesita volver a dejarse arrastrar por el torbellino de sentidos, sin preguntar por qué...
ResponderEliminarNo ví la película, no creo que la vea tampoco. Me encanta tu texto- como siempre- pero tengo cierto rechazo a la épica shakespeareana del amor sangrante. Es largo de explicar, pero los amores torturados me agobian en la pantalla y en la vida.
ResponderEliminarBeso, pajarraca tremenda.
No he visto la película pero estoy seguro de que tu escrito la supera y trasciende. Una bella puesta en escena del amor como lenta revolución, como captación de posibilidades.
ResponderEliminarun besazo
Ayyy qué lindo.
ResponderEliminarBeso.
Acabó de ver esta película y recordé que alguien había escrito algo, bellamente sobre ella.
ResponderEliminarMe quedó el sabor del dolor en la garganta. Una tristeza enorme.
La disyuntiva de no saber que hacer en el momento preciso. Dar el salto o entregarse.? Nos pasa a todos, nos está pasando. Un besho
De vez en cuando es necesario dejarse tragar por el mar.
ResponderEliminarEstamos obligados por contrato con la vida a no dejarnos anestesiar hasta que no sea necesario, con fines paliativos.
(No en vano, el mar es el origen de la vida..)
Para algo aprendimos a nadar en ese mar.
un beso salado.
Vi la peli y me gustó mucho.
ResponderEliminarQué sufrido amor!
Por dios! El salto hay que darlo. Entregarse, también.
Si te rompen el corazón, ya verás cómo arreglarlo. O como pienso yo, moriré en el intento.
Como dice Eme "PAJARRACA" me encantan tus textos.
Saluti r..... (you know, right?)
Baci