La certidumbre de tu amor sereno
me sostiene esta noche.
Porque nuestros padres ya no están aquí.
Porque no hemos tenido hijos que reciban
nuestra modesta y entrañable biblioteca.
Porque nos tenemos a nosotros mismos.
Sé la brújula de mi estremecimiento.
No soltaré tu mano. Escudaré tu nuca.
Tu ternura me infunde este vestido blanco.
Mi perseverancia diseña tu sombrero.
Silencian las agujas enterradas
en las muñecas vendadas de la veteranía
que nos han dedicado ciertas guerras.
Sobre esta tierra bailan los flamencos
de ese cuento que nos gusta leer.
El bosque retrocede, suspendido.
Miro la casa de hilos que supimos fundar.
Veo las vendas que habrá que merecer.
El que no baila se ofrece al sacrificio.
Mañana ellos saldrán de cacería.
Tengamos hasta el último minuto
el desclasado aliento de las flores sin nombre,
la inocencia inconsciente de los flamencos.
Leer con Rachmaninoff, uff.
ResponderEliminarUn saludo!
Me gusta la casa de hilos. Ahí podría vivir omitiendo las guerras que me lastimaron. Y creo que nunca me sacaría el sombrero. Y bailaría claro, bailaría. Aunque no sé bailar.
ResponderEliminarBeso super furioso.
(Ellos) se definen y se hacen un nombre al colgar la escopeta del hombro, apuntar pim-pam-fuego y derribar danzantes en un lienzo de colores que anticipa la sangre en el sombrero nacido de la perseverancia("mi"/"tú" perseverancia). Redescriben el sombrero apasionado (y suave) en coágulo; la mano en la nuca es diana para mejor apuntar. Ellos, los de la foto, pudieran ser flores desclasadas y sin nombre pero se convierten en grisalla destructora. ¡Qué foto más triste!
ResponderEliminarPor lo demás bailo el amor con la Escritura y el estremecimiento de los colores, dáimones neoplatónicos del Anima Mundi (la que se fue o ya no viene o dejó de acudir a a cita).
Me ha recordado a esa inocencia del amor, que se disfruta mientras se tiene y del que siempre hay que ir amasando bien los cimientos, que dure, que dure.
ResponderEliminarUn abrazo, que aunque lejano, llega.
Mientras regresaba de la facultad, pensaba en el Tren fantasma, y recordaba un tramo del viaje en el que unos hilitos te acariciaban la cara "terroríficamente".
ResponderEliminarNo quiero más padres consejeros, quiero que se vayan a cazar, y yo pasar una y otra vez por ese lugar con hilos, donde vivo como un niño. Y esa debe ser la casa de hilos.
Bailo sola mientras disfruto de esta música jugosa, mi padre me escolta, lo siento y mi tímida biblioteca reza para que alguien me secunde...otra vez tu poesía me llega hondo.
ResponderEliminarVuelvo para decir que he DISFRUTADO (con mayúscula)enormemente el, como le llamas, culebron "No te metas con mis besos". Todo es perfecto, la interpretación, lo que se dice, cómo se dice, vamos, que me ha encantado. En el comentario anterior no lo he dicho y no me quiero quedar con las ganas.¡Guenial!. De veras.
ResponderEliminarComo todos tus textos, una nueva puerta abierta... muy bonito, precisamente por eso, por ser una invitación. Muaks, Mariel.
ResponderEliminarPrecioso y preciso...me recordó una vida que aun no tengo pero que ansio profundamente. Un beso Mariel..
ResponderEliminarPrecioso, querida Mariel.
ResponderEliminarUn poema que llega hondo.
Un abrazo fuerte.
Se disfruta mucho tu blog :)
ResponderEliminarcariños y buen finde!
=) HUMO
El que no baila se ofrece al sacrificio.
ResponderEliminarMañana ellos saldrán de cacería.
Sí, hay que bailar. Poema de la serenidad entre dos batallas. Ellos siempre salen mañana de cacería.
Un beso
La certidumbre de tu amor sereno es la cama donde mi vida reposa en actitud contemplativa la belleza de lo nuestro, y me dejo poseer por su energia, tremenda energía que renueva mis besos y mis versos al mismo tiempo, como el cielo se renueva con el aire o la lluvia...
ResponderEliminarBesos que contemplan siempre una belleza de persona: tú.
Un abrazo muy fuerte.
Hermoso y vital.
ResponderEliminar¡Que alegría escuchar tu voz!
Un abrazo