PÁJARO DE CHINA
viernes, 4 de junio de 2010
VIII.
El espacio se ordena para ser leído.
En el centro se alisa, se aplana.
Acumula, encadena, clasifica.
Los archivistas sellan y cierran.
Atan y guardan los legajos.
Mecánica de la construcción,
precio y origen de los materiales,
cantidad de instrumentos. Bajas.
Inventario de especies vegetales,
descripción de la flora, discos de moda,
partes meteorológicos, cine de la semana.
El margen tiembla.
Donde viven los peines, las agujas,
los botones perdidos, la tela que sobró.
Los bordes no cesan de formar figuras.
Habrá que abrir las bolsas de basura
para ver. Triturar la basura. Revolver.
Violentar la cerradura del automóvil.
Indagar las nucas, desarmar
los juguetes de los niños.
Detenerse en el zapato de un solo pie.
Guardarse el taco y hacerlo girar.
Juntar las moneditas olvidadas,
la horquilla desgastada que sujetó tu pelo,
los mínimos pliegues de una falda,
el bies.
Los restos del día pronuncian tu nombre.
Lo demás no es tu nombre.
Las catedrales no saben nombrar.
Foto: Ramón Masats, Barrio de la Concepción,
Madrid, 1958.
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Una catarata impresionnte de imágenes que en cada relectura encajan de una forma diferente.
ResponderEliminarMe quedo con : "la horquila desgastada que sujetó tu pelo" seguramente la más sencilla, pero muy delicada.
Un cordial saludo.
Quién será el que se atreva a cruzar la frontera? Quién irá y en los bordes librará la batalla que restituya el desorden original y desarticule este insoportable orden establecido por "otro"?
ResponderEliminarSe acepta silenciosamente la ignominiosa condena de vivir como archivista. Nadie quiere usar el hacha...
Un beso.
En esa intersección está mi cuerpo.
ResponderEliminarAbrazo.
Normalmente te leo y dsifruto en silencio, hoy me atrevo a comentar lo que tantas veces he pensado; brillante y magnífico.
ResponderEliminarSaludos.
Indagar para seguir buscando, al filo la palabra.
ResponderEliminarUn placer leerte.
En la intersección tiemblan los márgenes.
ResponderEliminarNo saben el futuro que les espera.
Ni que pié entrará antes.
(la simetría me puede)
En la inmensa tentación de la geometría del archivo y la taxonomía se enreda el dolor del botón perdido, la monedita que es atrapada por la tela... No olvides, Pájaro, el sufrimiento de la pieza suelta (casi como la del amor incomprendido)y lo mullidito de las taxonomías, las catedrales y las procesiones populares.
ResponderEliminarDicho esto, ¡¡empúñese el bisturí, oh mosquetera del bies!!
Su poema es el tentempié. Es la mecánica de la memoria.
ResponderEliminarSaludos desde Mundo Aquilante!
el burro adelante para que no se espante.
Me gusta mucho la imagen.
ResponderEliminarMe quedo viendo tu bonito blog.
Saludos.
El inicio del día aquí pronuncia tu nombre, querida Mariel. Llego a tu rama y me estremezco. En las intersecciones confusas, un nombre ofrece su amparo y, a su resguardo, se cobijan los poetas.
ResponderEliminarUn beso grande, pajarito.
Que tiemblen los márgenes, y que todo tiemble.
ResponderEliminarGracias por la palabra Pájaro, y por seguirme en el camino, acompañando.
Aunque a veces nos desencontremos siento que podemos temblar por las mismas cosas.
Abrazos
El poema mismo es una búsqueda del orden para que pueda seguir mandando el desorden interior... y necesario. El desorden de tu nombre, ¿recuerdas la novela? UN beso.
ResponderEliminarEl desorden es una parte del orden. El poema lo mismo que el arte hace y se deshace.
ResponderEliminarOtro "must". Sin palabras...únicamente, darte las gracias.En las esquinas, se encuentran las sorpresas de la vida.