Dicen que en la celebración del Bicentenario (que no fue tal, porque este país existe y se cobra sus muertos desde mucho antes) se vieron dos países: uno fue a la reapertura del Teatro Colón y el otro inundó las calles para asistir a espectáculos públicos.
Cada vez que algo se mueve, hay que ponerlo bajo el microscopio y bautizarlo. Los autoproclamados "intelectuales" y los medios de comunicación ya han bautizado, de múltiples maneras, lo que sucedió ese día. En todas las interpretaciones que leí, hay dos países. Yo veo un tercero, del que jamás escucho hablar.
La reinauguración del Teatro Colón, organizada por el gobierno de la ciudad, fue previsiblemente repulsiva. En las butacas se sentaron 2.500 invitados recibidos por las cámaras en una versión de arrabal de la red carpet hollywoodense, para asistir a un espectáculo vetusto digno de un recreo de momias y admirar la remodelación de las superficies visibles de lo que supo ser una extraordinaria caja musical, de cuya remodelación interna nadie ha rendido cuentas todavía.
Del lado de afuera, para la muchedumbre iletrada, se proyectó sobre la fachada del teatro (con la última tecnología disponible) una burda y simplificada historia del edificio y de la ópera, tan grandilocuente como vacía. Los representantes del gobierno nacional no asistieron a la función, encolumnados detrás de la Presidente/a supuestamente agraviado/a por los grotescos dichos del intendente, procesado en una causa judicial por asociación ilícita. Dejaron a disposición de los organizadores 400 plateas.
Para conmemorar los doscientos años de nuestra supuesta independencia, se decretaron dos días feriados que, sumados al fin de semana introductorio, dieron cuatro días de vacaciones para la fiesta, que incluyó desfile militar (para honrar a un sector que, desde las gestas de la independencia, no ha hecho más que planificar dictaduras, desaparecer ciudadanos y enviar adolescentes a la masacre en Malvinas), carrozas alegóricas (que inevitablemente mostrarán lo que se quiere mostrar y ocultarán lo que se quiere esconder) y recitales gratuitos. También una cena de gala "puertas adentro", en la que participaron muchos de los personajes de opereta invitados al Colón.
Fue como un revival de los Juegos Olímpicos griegos, esa tregua lúdica que suspendía el estado de guerra. Las celebraciones masivas pueden leerse como uno quiera y según le convenga. Como una manifestación de apoyo al gobierno, como una señal de alerta al gobierno acerca de la necesidad de vivir "en paz y en armonía", como la oportunidad de hacer miniturismo o como el goce de cuatro días de libertad con todo pago.
Si el Teatro Colón realmente fuera de "todos", deberían haberse sorteado las 2.500 butacas (incluidas las 400 correspondientes al gobierno nacional) entre "el pueblo", esa entelequia a la que se recurre hasta el hartazgo.
La inmensa mayoría del "pueblo" no hubiera participado, sin embargo, del sorteo. No sólo porque no tiene idea de que el Colón existe sino porque en su imaginario no cabe la existencia de un "teatro", un lujo no sólo prohibido sino inimaginable para la vida de quienes nacen, viven y mueren pobres.
El sorteo hubiera sido un gesto, mínimo, que no se le ocurrió a una derecha brutal y bruta ni a un gobierno que, por menos bruto y brutal, califica como "progresista".
En siete años de gobierno ininterrumpido del "kirchnerismo", la estructura social argentina no ha cambiado. En términos de clase (ese sustantivo tan antiguo), los ricos cada vez son más ricos y los pobres, cada vez más pobres. Esa brecha que es en la práctica un abismo que lo transforma todo (desde lo que comemos hasta cómo nos enfermamos) intenta suturarse con la limosna de una "asignación universal por hijo" que, aun incrementada, no sería sino una de las vergonzosas medidas de asistencia que el capitalismo se ha inventado para no estallar.
Realmente me gustaría saber el nombre de un solo grupo económico cuyos intereses hayan sido afectados (excepto el grupo Clarín, con el que el gobierno mantiene una relación de amor/odio según sople el viento de la conveniencia, e incluido el "sector del campo", cuyos capitanes invariablemente lo quieren todo, hasta el capital simbólico de la palabra).
Recuerdo un discurso de la primera campaña presidencial, en el que Néstor Kirchner prometió comunicar al "pueblo" el nombre de cualquiera que intentara frenar un medida estructural y pedir ayuda al "pueblo" para ejecutarla. Recuerdo los afiches de la segunda campaña presidencial: "El cambio empieza ahora". Nadie pidió ayuda concreta y el cambio todavía debe estar en el vestuario.
Eso sí: criticar al gobierno es "hacerle el juego a la derecha", como si el gobierno quedara en la Plaza Roja y estuviéramos en pleno momento revolucionario. Como si este gobierno fuera lo mejor que podemos conseguir y lo máximo a lo que se puede aspirar, dadas las circunstancias.
Que alguien me explique, con evidencia empírica bajo el brazo, qué fuerzas malignas del Averno configuran tales "circunstancias" y a qué monstruos infernales puede soltarles la correa el "establishment", si se le patea el tablero para felicidad de millones y tope para las arcas de unos pocos. Que alguien me explique, con números y/o precedentes sobre la mesa, qué hace falta para que casi la mitad del país no tenga destino de polvo, paco y cartoneo, sino voluntad política.
No se trata de ignorar lo bueno que se ha hecho, sino de decir que esas bondades son retórica pura sin una distribución equitativa del ingreso, el núcleo duro y urgente de un país.
Da náuseas que ciertos "intelectuales" y periodistas aplaudan al gobierno, corriéndole detrás, cuando debieran estar adelante, ejercitando la crítica y la exigencia. Da náuseas escuchar que las "aspiraciones de máxima" de la "izquierda" (existente o imaginada) son irrealizables, para siempre o por ahora. Eso implicar arrogarse el monopolio de la verdad y marcarle, a esa verdad monopolizada, los límites. Eso se llama, acá y en cualquier parte, fascismo.
La utopía es, por definición, radical. Ese tercer país, no sólo ausente sino también repudiado en el discurso que nos obliga a elegir el mal menor o ve en quienes gobiernan lo mejor del elenco estable, sólo puede nacer de la utopía. Es el impulso utópico el que lo construye en el tiempo, aunque no alcancemos a ver la utopía consumada.
La política es en la práctica un sistema de castas que reparte los cargos entre las mismas caras, un círculo cerrado retroalimentado por las aguas venenosas de los partidos políticos mayoritarios que ni siquiera tienen, en nuestro país, internas abiertas. No tenemos, que yo sepa, una "escuela" de políticos distinta de la rosca, el amiguismo, la camarilla y el tráfico de favores.
Hubo una vez en Argentina una mujer que quiso, realmente quiso (con sus miserias y sus resentimientos y sus furias), ese tercer país supuestamente imposible. No debía ser tan imposible considerando que su propio partido se la sacó de encima, para su muerte y posterior canonización desde la tumba. Su imagen, que es idéntica a su sueño, todavía da rédito a sus obscenos seguidores. Por eso es usada y abusada hasta la extenuación, no para cumplirle el sueño sino para ganar votos.
La realidad, ese conjunto de prácticas naturalizadas, asfixia. No debiéramos vivir para intentar menos que un sueño como el de esa mujer y empujar hasta que corra el aire y lo naturalizado nos estalle en la cara, revelándose como un macabro sistema de opresión al que la mayoría le ofrenda, para poder comer y como quien entrega pedazos de su carne, casi todas las horas de sus días.
Imagen: Carlos Gorriarena, No habrá ninguna igual, 1997.
Tanta belleza hay en Argentina, tan triste leer a traves de vuestras palabras que tambien allí están en guerra...quizás la más dificil de llevar adelante, como Caín y Abel. Un gran abrazo,
ResponderEliminarPor supuesto que no comparto, en absoluto, tus apreciaciones. Aunque las respeto. Ojalá, algún opositor presente sus opciones e ideas de la forma en la que vos lo hacés.
ResponderEliminarPero me sirve lo que dice Maia, más arriba, para reafirmar, como lo hago cada día, en mi trabajo, en la oficina o en la calle, que sí, estamos en lo que puede decirse una "guerra".
El mundo puede entender lo que quiera. Lo cierto es que en el Colón estuvo lo más putrefacto de esta sociedad, la que no tendría ningún empacho en apoyar una dictadura, la matanza de trapitos o la eliminación de la educación gratuita.
Que bueno que Maia lo vea como una guerra, porque en el fondo, es tal como yo lo veo. Quizá con matices. La guerra en España, por ejemplo, parece llevar 10 años de retraso y es contra "los políticos". Esa extraña concepción que en algún momento adoptan los pueblos de decir o de pensar que "los políticos" son una élite elevada y alejada del pueblo, como si se desconociera su origen y en realidad, es gente que sale de ahí, del propio pueblo.
Acá, la guerra es contra poderes nefastos, contra todos los que arruinaron la nación y lo vienen haciendo desde hace más de 30 años.
Yo sí creo que se vieron dos modelos de país, pero no dos festejos. Lo del Colón fue una nostálgica y patética organización para los amigos de Mauri, a ver si podemos sacarlo de este pozo.
Del otro lado, en la Plaza, estuvieron los músicos populares como Gieco, Olimareños, Fito o Nebbia (admito que me dio asco ver al Chaqueño inescrupuloso), el repaso de la historia, gente sonriente, felíz.
Es un modelo de país incluyente. Qué el Kirchnerismo es mera retórica? Puede ser algo de eso. Pero, no ver qué poderes han sentido manoseado su culito poderoso, es a mi parecer, taparse los ojos.
Ahí están los milicos de las juntas, con sus parientes y sus fans, bramando como locos porque se llevan a Martínez de Hoz a cárcel común. Ahí está rugiendo la iglesia por el matrimonio gay o las "afrentas de la Presidenta". Ahí está Clarín, con su poder mafioso y su trasero demasiado sucio escondiendo una verdad que queremos saber. Ahí está ese grupúsculo de cuatro que se llama a sí mismo "el campo", y que logró aglutinar detrás de sí a esa sociedad pacata y revulsiva y a los políticos cagones.
La gente seguirá muriendo acá, en España y en EE. UU., y no porque los políticos instauren medidas para privilegiados, sino porque esos privilegiados están dispuestos a ir hasta las armas para mantener sus prerrogativas, a matar a los "negros" si estos los violan, los roban o los matan, a vender a su madre, si es necesario, para no perder su estatus ni poder.
La guerra, que dice Maia, es necesaria. No digo ya Revolución, pero los cambios no se hacen sin herir susceptibilidades. Y lo que pasa en Argentina desde hace 7 años, es un poco más que retórica. Me parece que despreciarlo, sí, es un oficio que todos los días leo en los diarios y veo en canales de televisión.
Un abrazo total.
Este "otro yo" desea aclarar que no se siente fascista por defender una verdad, ni conformista por hacerlo con un gobierno.
ResponderEliminarNo he escuchado al Kirchnerismo ostentar una verdad absoluta. Del otro lado, el proceso está cerrado. Por cuestión de género (hay que matar a la yegua), de ideología (Los K son montoneros o peores que la dictadura según quien lo dice)o ineficiencia política (todo está mal hecho porque en su origen está mal), la condena está dictada.
Así que no hay nada por qué preocuparse.
Apapacho.
Recuerdo en el 86 en la revista “Humor”que tú me descubriste, que en todas las manifestaciones que había por entonces contra Alfonsín y a favor de Alfonsín de forma sarcástica estaban las mismas personas, era muy gracioso verlo, los mismos nazis, los mismos de la CGT de Ubaldini, hasta Aldo Rico y Seineldin y sus pobres reclutas todos eran los mismos. Aquí en Madrid en esta ciudad que amo como amo Buenos Aires, también hay una corte de 2500 que siempre son los mismos. Van al Master de Tenis, se manifiestan con los Obispos, piden las Olimpiadas para Madrid para el pueblo y por el pueblo y siempre que hay un sarao van siempre los 2500 intercambiables del Teatro Colon, jamás invitan a más de esos 2500. Y a mi me da asco.... y me gustaría que corriera la sangre, siempre he pensado que aquí a pesar de una guerra civil corrió poco la sangre, que pena que echáramos a los franceses y su guillotina, cuantos banqueros, terratenientes, notarios............y demás ralea deberían haber pasado por la cuchilla, quizás tendríamos los mismos 2500 pero más ilustrados. Un besazo Mariel.
ResponderEliminarPorqué cuando los leo siento que ambos proclaman lo mismo? Porqué siento a veces que la política aleja a gente que es tan parecida? Será que yo no entiendo nada o que los horizontes se ven mejor desde el llano que desde la altura? en todo caso, beso a ambos.
ResponderEliminaray qué difícil es opinar para mí, tal vez debería llamarme a silencio al no saber expresar(me) con certeza. Hoy temprano me dolió leer tanto tu nota como el comentario de Maia, porque siento a ambos como realidades...
ResponderEliminarEs que yo flipo con esto de las izquierdas progresistas de todo el mundo... era obvio que, después de la caída del muro, las izquierdas iban a transformarse en lo que siempre fueron (mostrando su verdadera cara): la del otro perrito, con distinto collar. Siempre que haya pugna, habrá una víctima y un victimario entre la membresía política.
ResponderEliminarLa putada es que la única víctima, como siempre, resulta ser el pueblo. Que no es ni de izquierdas ni de derechas: ES, y con eso ya debería bastarles. Sin embargo, es mejor hacer TEATRO.
Es muy importante medir los sueños.
ResponderEliminarTal vez sea una de las tareas más importantes.
Yo que no voté ni a Kirchner ni tampoco y mal que me pese a Cristina pero que desde hace casi tres años me siento comprometida con muchas cosas que propone el gobierno, creo que claro que puede haber más de dos países, claro que sí, pero la existencia de esos dos es muy clara y nos interpela con furia, desde ya podemos elegir uno de los dos o pararnos en un tercero o en un cuarto o quinto. Pero que hay esos dos es una certeza absoluta.
Y volviendo a los sueños y la dimensión de los mismos, creo que no sólo hay que medirlos por su tamaño sino también por su tiempo, su durabilidad. Los sueños de los soñadores acostumbrados a perder tienen que durar. Además de crecer y soñar a lo grande, y patear tableros, y hacer crecer a las izquierdas dormidas, tenemos que tener la capacidad de hacerlos durar sino todo se desvanece y vuelve a estar peor que antes. Y esa película ya la vi varias veces.
Creo que el gran desafío es tratar de construir y avanzar en eso sueños sin destruir lo conseguido, que no es mucho, pero que para nada es poco para siete años y desde donde se ha comenzado.
Un abrazo largo
No sé, Pájaro... qué le pedimos a quién, es mi pregunta: ¿qué le pedimos, por ejemplo, a un partido político que gobierna un país capitalista del tercer mundo? (en este contexto, en esta época, etc) ¿reconfiguración de la distribución de la renta (Argentina y su clase dominante!!) en pocos años? ¿una reforma agraria contra los principales terratenientes? Me cuesta pensar qué de cada quién y su contexto... Siempre es poco, sí -aunque sea mejor- (de lo cual no tengo dudas) y al mismo tiempo pienso que "eso es todo amigos".
ResponderEliminarMientras tanto, como decía Perlongher, en todas partes, y siempre, hay cadáveres.
¡Vaya!...el mensaje de Anónimo me encanta. No puedo expresarlo mejor!!
ResponderEliminarTanta gente malvada...todavía controlándolo todo...aquí en España y, desgraciadamente, en el resto de la geografía...
"Y a mi me da asco.... y me gustaría que corriera la sangre, siempre he pensado que aquí a pesar de una guerra civil corrió poco la sangre, que pena que echáramos a los franceses y su guillotina, cuantos banqueros, terratenientes, notarios............y demás ralea deberían haber pasado por la cuchilla..."
Necesitamos de sueños, no para verlos realizados, sino para que sitúen nuestras vidas en un escenario donde contemplarlas y admirar su sentido y su belleza.
ResponderEliminarEn medio de toda esta confusión nuestras vidas parecen acordes desafortunados, algo aleatorio y sin sentido que en el fondo no sirve para nada.
Apostemos pues por las utopías.
Que corriera la sangre???? Mariel, por favor Mariel no le des escenario a esta gente que la libertad de expresión no debe dar cabida a gente que quiere la muerte de otros....por el amor de dios que hay cosas que nunca jamás podré entender. Y te lo pongo como anónima porque sino estos entran a mi blog y me hacen pildorita, que a mi esta gente me da miedo, vos sabés bien quien soy. Mujerqe.
ResponderEliminarMujerqe,
ResponderEliminarme duele mucho haber ofendido la sensibilidad de un alma tan cándida como la tuya, aunque eso sí, sabe faltar al respeto: "estos", "esta gente" ...Tú misma te defines.
Sin duda, son personas como tú, las que mantienen "la paz" en la sociedad. Personas tan "pacíficas", tan "buenas", con tanto "miedo".
"Por el amor de dios"...¿entrar en tu blog?
"Pildoritas" contra la costumbre de ciertas personas que pasan "mucho miedo" y que por eso siempre miran hacia otro lado.
Nunca creí que escribiera en un blog y menos 2 veces sobre el mismo tema.
ResponderEliminarEn aquellos años del proceso cuando las noches eran muy oscuras y eternas y los falcón volaban por la ciudad, los vecinos comentaban por la mañana "Desapareció, por algo será". En mi jubiloso 86, los graffiti en Buenos Aires ilustraban un "Vos no desapareciste por algo será”. Soy el de la guillotina, con los años uno se hace más libre en sus opiniones, cínicas por el paso de los años, si te hiciera pildorita la bautizaría "We are the World...." y nos daríamos todos las manos banqueros y parados y el mundo sería un gran carnaval en la que todos fuéramos hermanos. Repito que corriera la sangre y no se pudiera despegar el zapato del suelo de lo ensangrentado que estuviera. Os deseo lo mejor. Gracias Say por tú comprensión.