PÁJARO DE CHINA

lunes, 12 de julio de 2010

UN PERRO NECESITA UN TRAPO CON TU OLOR



Mirar por la ventana de una casa que no es tuya, a un par de vecinos que usan, como si les perteneciera, la piscina de esa casa. No saber nadar ni conducir. Los vecinos se bañan en el agua que supuestamente te pertenece y sólo conocés sus nombres. Sólo conocés la superficie del agua. 

Ir a una fiesta llena de hombres vestidos de niños y niños vestidos de superhéroes. Una fiesta de madres que hablan de niños. Sentirse definitivamente perdido en esa fiesta. No saber con quién hablar. No saber dónde poner las manos. Todo está lleno de gente con caras que pasan como en la ventanilla de un tren. El tren va demasiado rápido. 

Pasar los 40 y estar al margen. Que tu hermano rico te llame para que le cuides el perro durante las vacaciones y le construyas una casita de madera. No saber hacer otra cosa. Ser, en consecuencia, un cero a la izquierda. 

Aterrarse entre adolescentes. Que las líneas de cocaína casual y el sexo casual y la música casual de esos adolescentes te aterre. Los adolescentes criados escuchando Babies Go Mozart. Que te aterre que no recuerden nada del pasado reciente. Que no les importe otro tiempo que no sea el tiempo presente rápido como un tren y liso como la superficie del agua. Reírse mientras dura el efecto de tu linea y, después, mirarlos y, después, tener ganas de ponerse a llorar.

Atrás está la banda de rock que quisiste tener y la novia que ahora se casó y tiene hijitos vestidos de superhéroes. A tu lado, la casita inconclusa del perro. El perro se enfermó y los adolescentes le dan de comer cualquier cosa. Festejan pegando saltitos que un animalito extraño apareció muerto flotando en la piscina. Todo en diminutivo. En la superficie del agua.


Dios santo, la vida se desperdicia en gente. ¿En cuánta gente vale la pena poner la vida?

Las calles están llenas de autos. Como las fiestas están llenas de gente. Todo parece estar lleno. Alguien le pregunta a los semáforos si lo dejarán pasar. ¿Cuánta gente te dejará pasar y cuánta gente merecerá tu hueco?

Alguien que sepa que un perro necesita un trapo con tu olor cuando pasa la noche solo, en la clínica veterinaria. Un gesto basta para definirse. Alguien que no te haga demasiadas preguntas. Que te escuche. Que escuche, como quien se prepara para recibir un regalo, el monólogo inconexo que le dejaste en el contestador automático. 

Alguien con quien hayas tenido sexo automático pero no casual, porque los dos tenían la cabeza en otra parte. En la necesidad de reclinar la cabeza sobre un trapo con un buen viejo olor, toda la noche. 


Alguien sin grandes aspiraciones, sin la menor idea de cómo vestirse a la moda, con la cara lavada. Alguien que quiera vivir, por ejemplo, con un carpintero. En un lugar donde todo parece estar vacío. Sin la menor idea de lo que es el éxito. Terminando la casita del perro. Comprando títeres de papel maché para los niños. Sin la menor idea de qué es un superhéroe.

Mejor solos que con los pies pegados al alquitrán de lo único aparentemente sólido que podemos aferrar. Mejor solos escribiendo continuamente cartas de queja a los servicios públicos, a los servicios privados, a los servicios mixtos. Mejor solos en un loquero. Nada de Van Gogh, nada de Walser. Un vulgar y anónimo pobrecito, desajustado, sin nombre ni legado póstumo.

Que espera, aun sin saberlo, que alguien le cambie los blisters de pastillas por un trapo inocente, elemental y tibio, donde poner a descansar el agotado sistema inmunológico y dotar de un sentido a las bolsas cargadas de gente, cargadas de trenes, cargadas de cosas.


Imágenes: Greenberg, de Noah Baumbach (que filma lentamente, sin prédicas, dogmas ni manifiestos, en forma aparentemente relajada pero quirúrgica, sin pensar en el premio ni la posteridad), 2010. Con Ben Stiller (serio), Greta Garwig (para demostrarnos que sin Kate Winslet no estaríamos perdidos) y Rhys Ifanis (aquel adorable Spike de Notting Hill). 

P.S. Hace un tiempo a Hernán se le ocurrió que, para nuestros cuatro perros, sería mejor dormir sobre una sábana, con nuestro olor. Yo voy mucho mejor con las pastillas.



10 comentarios:

  1. Porqué será que los soñadores sufren/sufrimos de insomnio??

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  2. Todo muy cierto. Alguien, en definitiva, que sepa vivir. Alguien que no le pegue patadas a la piedras, pues puede estar sesteando una hormiga debajo. Que te pregunte si estas bien, pero sin preguntartelo. Pequeños detalles, pero pequeños.

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  3. yo quiero vivir con un carpintero...! mientras tanto, mejor sola, aunque duela y pese...
    (voy a ver esta película)
    Abrazoteeeeee

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  4. Lo de los cuarenta años y estar al margen me pegó fuerte. Aunque supongo que estoy al margen desde los quince.
    Creo que cualquier director (no, cualquiera, me retracto) quisiera contar con tu consentimiento. Nadie puede resistirse a semejantes metatextos...

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  5. Y alguien que hace sufrir a la gente...que hace sufrir a la gente. Por miedo, por terror..pero que despues deja un mensaje dejando en claro que necesita de ese trapito para dormir contento.
    Justamente ayer vi esta peli...Buen post amiga!!
    Besos pajarita!

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  6. Mariel, has escrito tan bien tan bien la historia que no sé si la peli lo merecerá. En cualquier caso, me has convencido para que la vea. Y te diré qué es mejor, si la peli o el modo en que tú la cuentas. No sé por qué intuyo que será lo segundo...
    Un abrazo.

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  7. Yo estoy mejor con mi trapo y mi perro Sanchez está mejor con el mío.
    ¿Es una película? ¿Cómo se llama?

    Saludos desde Mundo Aquilante
    Un trapo sucio, pero un trapo.

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  8. No saber dónde poner las manos...
    voy a quedarme con eso aunque mientras te lea piense 'qué maravilla saber mirar y poder dar fé de ello'. Gracias Pájaro por este relato y por elegir esa declaración de principios para que suene de fondo.

    Un abrazo fuerte.

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  9. ¿En qué gente gastamos nuestra vida...? Mariel yo la he derrochado, y sigo haciéndolo, y no me gusta el depilfarro en ningún aspecto, menos aún el amoroso.
    El miedo hace extraños compañeros de cama, y el insonmio, esa especie de tigre a los pies de mis noches ataca sin piedad. Créeme que puse en uno de mis blog algo acerca de vivir con luz en la cabeza y no poder apagarla muchas, demasiadas noches.
    !Qué buena idea la de Hernán!
    Decididamente es lógico que sea un chico a la altura de tú ternura salvaje e inteligente.
    Vamos a montar las guerrillas ya sabes actuaban de noche y así hacemos algo que no sea dar vueltas.
    !Cómo escribes! Te leo y casi he resuelto el día. La película perfecta, me gustó. Más al leerte y ver escritos mis pensamientos, a veces creo que eres mi mediúm.

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  10. Algunas veces sucede que miro y veo. Y solo eso. De repente el contacto directo entre el aire de la situacion y yo nos separamos. Ya no hay inmediatez. Sucede que se genera como un fuelle, entre la vida y yo; entre eso que sucede y yo que estoy ahi, pero no estoy. Algo asi como si de repente mi presencia en ese preciso momento fuese succionada, aspirada a una nueva dimension de observacion en donde estoy yo y solo yo, y alli del otro lado del fuelle, esta lo demas. Soy testigo al vacio.
    Esto sucede de manera aleatoria, no lo controlo. Porque puede ser en una clase, en una reunion, en el medio del almuerzo o caminando por la calle. Todo se silencia, ya no oigo nada. Solo veo las imagenes, lentamente pastosas, de la vida que va y viene. Y digo "vida" aunque en realidad tecnicamente es "movimiento". Los coches, la gente que camina, una chica que corre para refugiarse de la lluvia.
    La vida se desperdicia en gente, decis. No puedo estar mas de acuerdo.
    La conclusion de la observacion es inexorablemente la misma: las cosas realmente importantes son muy pocas. Muy pocas. Y todo lo demas, excusas.

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