PÁJARO DE CHINA

martes, 26 de julio de 2011

NIÑOS DE OSLO





Como en la inversión exacta y horrorosa de una fábula infantil, Anders Behring Breivik reemplazó un viernes en la apacible Noruega al guardián alerta en el centeno para rescatar a los niños de un accidente y, luego de detonar un coche bomba en el distrito político de Oslo, se dirigió hacia un camping juvenil en la isla de Utoya, disfrazado de policía con patéticas condecoraciones caseras al hombro ("Cazamarxista"), decidido a atraer y luego a fusilar a cualquiera que le saliera al paso. La única opción para sus azorados blancos era esconderse bajo los cadáveres, refugiarse en una cueva, treparse a los árboles, conseguir un bote o arrojarse al lago. Anders susurraba "no sean tímidos, vengan a mí, yo los cuidaré" y luego aullaba "todos merecen morir" y remataba con un segundo disparo a los agonizantes, buscándolos entre las rocas o en el agua helada. 

Ante la mayor masacre de la historia noruega ejecutada (al menos visiblemente) por un solo hombre, el primer ministro de ese país donde parece que nunca pasa nada más que buenas estadísticas declaró que Breivik había convertido un paraíso en un infierno. Como si el infierno no se cocinara a fuego lento en las entrañas mismas de lo que parece ser un paraíso. No tenemos noticias de un francotirador haitiano que se cobre casi cien vidas en Puerto Príncipe. El hambre debilita y desgasta y es en las sociedades opulentas donde surge, para estremecer, el justiciero mesiánico que acumula seis toneladas de fertilizantes en su granja     "bio" para volar los edificios de gobierno o el escolar apático que recibe un arsenal por correo para volarle los sesos a sus compañeros de escuela. No son hechos aislados. 

Breivik dejó servida la explicación a cualquiera que intente abordar su caso, desde cualquier disciplina, al transcribir en su cuenta de Twitter la frase de John Stuart Mill: "una persona con una convicción equivale a la fuerza de 100.00 que solo tienen intereses". Breivik, un conservador cristiano, tenía la convicción de que debía barrerse el marxismo y el Islam de Europa y el suficiente narcisismo descontrolado como para considerar esa limpieza su misión estelar. Si una convicción es en definitiva un pasión que dota a la vida de sentido, Breivik estaba tan desbordado de sentido que resolvió entregar su vida (y acabar con decenas en el proceso) en nombre de su convicción. 

El marxismo todavía infunde miedo (ese ateísmo, esa vocación de dar vuelta las reglas del juego ...) y el Islam   es la religión amenazante y en competencia, con sus propios fundamentalistas armados dispuestos a estrellarse en avión contra una torre. Breivik es la evidencia de un terrorismo rubio sin turbante, pulcro y de extrema derecha, que encuentra en ese "extremo" la razón de vivir y de matar. ¿Qué convicción podríamos oponerle a Breivik, en tiempos signados por el supuesto fin de la historia y las ideologías y entregados a la anestesia continua del consumo?

¿Cuántos niños de Oslo leen o dibujan o miran una hormiga o un pájaro con una intensidad tal que marcará irreversiblemente sus pupilas? ¿Cuántos sienten que no podrían vivir sin escribir, sin deletrear el catecismo del cine que interroga, sin cantar, sin abismarse en el silencio de los animales o en el sencillo tacto de los prójimos? ¿Cuántos vibran de la cabeza a los pies en nombre de pasiones menudas que justifican la existencia y que por sumatoria de experiencias quizá puedan cambiar sus desastres?  

Esas pasiones menudas, que anhelan compartirse sin el veneno de la imposición, son la cueva y el árbol, el lago y los botes, el tejido que anuda, sin retener ni presionar, a cualquier sociedad que pretenda no parir un Breivik. No son solo un escudo o una escapatoria en la isla donde el cazador acecha, sino la única manera, quizá, de vivir sin durar y rechazar, por el puro placer de seguir explorando lo que el otro alumbra, la mera idea de darle y darse muerte. 





8 comentarios:

  1. Yo, la explicación que le veo es que el susodicho individuo está como un cencerro. Esto, combinado con el ansia de resaltar ante una sociedad que tiende a que el ciudadano quede diluido.
    Creo que tienes razón que el arte es la mejor válvula de escape, seguro que sí.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  2. Me gusta tu reflexión. Fundamentalmente esos párrafos finales. Ojala que a las preguntas que formulas pudiéramos contestar ¡legión!

    Creo como tú, que la prevención del fanático está de alguna manera en el cultivo apasionado de las pasiones menudas.

    Un saludo!

    ResponderEliminar
  3. querido pájaro:

    gracias por tu clarividencia, por acercarte así a lo "políticamente poco correcto" en este horripilante, indescriptible suceso.

    Lo fácil es decir: "He ahí al monstruo", "Ese es el monstruo",

    lo difícil es decir: "Nosotros somos el monstruo, nuestra comodidad, nuestra indolencia, nuestra infinita capacidad de depredación es la que ha fabricado al monstruo".

    Cada sociedad engendra monstruos a la altura de sus neurosis, y a cada uno nos toca nuestra parte de responsabilidad, por mucho que sea más cómodo lapidar al monstruo visible mediante rituales mediáticos y colectivos de expiación,

    mientras tanto, mientras quemamos nuestro mundo, con sus papas, sus reyes, sus banqueros, sus policías, y desatamos una danza ferozmente dionisíaca sobre esas cenizas abyectas, mientras tanto me uno contigo para cantar con los niños de Oslo, un niño más, así, en ese frágil tallo...

    te abrazo

    ResponderEliminar
  4. Las pasiones y adicciones pequeñas son grandes en la medida que no dejan sitio para el fanatismo. La medida de los que siempre intentan poner orden en el mundo, es grande porque generalmente no pueden con el desorden de sus cabezas.
    Engendramos monstruos pero algunos procuramos trasladarlos a un papel, a un amor, a una fotografía.
    Pájaro; me desborda tu lucidez, que agradezco infinito, en este Julio que dejó cadáveres sin ritmo, pero hubo alguno que dejaron canciones que nos acompañan en nuestras soledades.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  5. Mientras el demonio rubio recorre el hermoso contorno de la isla, los refugios caen uno tras otro: el matorral no nos cubre, la roca se desmenuza y el mar nos hiela la sangre. Nadie llega desde el exterior - otro demonio que fusile al fusilador - y la precariedad derruida sólo nos deja huecos. Ansiedad y vaciamiento antes del sordo golpe en la nuca. Puñetazo brutal en el estómago que nos despierta de la apuesta: nuestros refugios de colores y formas, palpitaciones, sonrisas, pieles hermosas al sol y silencio de animales. Apostamos al perdedor y sólo si el otro demonio, el demonio amigo (el del pacto y sus fondos de estado-cloaca), llega con sus helicópteros-apache podemos soñar con que algún día, quizás, volveremos a escribir poesía después de Auschwitz, después de Utoya, después de que el trabajo de la tiniebla muestre sobre la mesa que tiene todas las cartas de triunfo.

    Desde las cosas pequeñas y su fracaso, un abrazo al pájaro

    ResponderEliminar
  6. "Como si el infierno no se cocinara a fuego lento en las entrañas mismas de lo que parece ser un paraíso"

    en Europa rascas y lo encuentras todo podrido. Europa mantiene su mentalidad conservadora, machista, homófoba, clasista, discriminadora. la derecha nunca perdió el poder, incluso en los paises donde gobiernan los socialistas, la extrema derecha mantiene sus organizaciones y fundaciones que reciben subvenciones millonarias.

    en el poder siguen estando los mismos de siempre. son los nietos, bisnietos y tataranietos de aquellos que conquistaron, esclavizaron y masacraron para su ambición desmedida de riqueza y poder. la línea de sucesión no hay quien la rompa. nadie entra en sus esferas. los pobres tienen que seguir siendo pobres para siempre.

    en Europa impera el fundamentalismo de la perfección, todo tiene que ser perfecto, sobre todo esa institución soberana “la familia” y los roles asignados a cada uno. mentalidad generadora de intransigencias , abonada por los medios de comunicación, la religión, los sistemas político-educativo...

    los que tenemos pasiones pequeñas y pocos cobijos, necesitamos tus reflexiones. son como un vaso de agua fresca cuando se tiene sed.

    ResponderEliminar
  7. "Como si el infierno no se cocinara a fuego lento
    en las entrañas mismas de lo que parece ser un paraíso."
    con estas palabras llegas directo al podrido corazón del "primer mundo": la casa caramelo de la bruja...No por casualidad los países nórdicos exhiben a la vez la mejor calidad de vida del planeta y una enorme tasa de suicidios infantiles. Me viene a la mente el relato "Los que abandonan Omelas", la perfección cabalgando sobre el dolor y la explotación del Otro.
    Gracias por esa reflexión donde la hierba crece
    siempre desde lo más menudo.
    anamaría

    ResponderEliminar
  8. Esas personalidades e historias me atraen mucho, no puedo dejar pasar este tipo de historias, no es morbo, sino más bien un atrevimiento que se toman algunos individuos de escapar del género humano. Me los imagino en esa situación, como demonios mirando a través de un caleidoscopio.

    ResponderEliminar