PÁJARO DE CHINA

sábado, 30 de enero de 2016

EL GRAN TZOMPANTLI





Dios, querido y empecinado dios Tlaloc,
señorcito de las aguas, bestia brutal.
La tierra tiene sed, nosotros tenemos sed,
nos morimos de agua.
De tanto pensar en ella,
de tanto abrir la boca para nada,
salir desnudos a la noche para sentir lo idéntico,
esto ya nos ahoga, estás de espaldas.
A muchos matamos, aquí está
tu empalizada de rostros perplejos,
de cabezas que pronto serán cráneos.
A muchos te entregamos en el altar mayor,
correr o golpear hubiera sido inútil,
lo sabían, no tenían la lucha o la huida como opción,
los convertimos en lo que no pidieron,
elegimos las redes, nosotros elegimos,
con las redes cazamos a los mártires.

Inmenso Tlaloc que excede todo borde,
desbordante razón de tus decapitados.
Piedra atascada en nuestro circuito cerebral,
bendita inercia que nos tragará como palomas.
Tus manos sujetan mi corona cacical,
mis atributos, cada pluma de la anomalía jerárquica.
La empalizada se extiende, horizontal,
no se me ocurre qué leyenda podría llevar al pie.
Todos juntos alzamos tu altar,
pusimos el cuchillo entre tus manos.
¿Qué se supone que tendrías que hacer?
Los cuchillos sirven para cortar,
somos tus traductores, tus brazos ejecutores,
tus infantes.

Dijimos “Tlaloc” y nos perdimos,
buscando un poco de tranquilidad.
Hubiéramos dicho lo que fuera
para asignarle un músculo,
la geometría de una decisión,
un gesto de voluntad a la lluvia.

Los pobrecitos se vuelven creadores,
los dioses se vuelven figuras de cómic.
Sobre las cosas del templo llueve óxido.  


                                                                                                    (Rehenes, en construcción)



1 comentario:

  1. Óxido de dioses en los cementerios
    mientras las oraciones atizan los noticiarios.
    La Tierra al final prevalecerá.

    Un placer volver a leerte.

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