Intento avanzar con una novela. Se me escapa, la persigo, me siento a sentirla. En el balcón empujan y se abren las azaleas bajo el cielo nocturno y los perros se entregan a los sueños de su mundo inasible. Liliana, mientras tanto, pasa por todos los registros emocionales posibles, incendiando el piano.
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