Las autoridades de Chongqing, ciudad ubicada en China, decidieron desmontar y demoler el parque temático Love Land, que nunca llegó a inaugurarse. Lo habitarían réplicas gigantes de órganos genitales y esculturas de parejas en distintas posiciones sexuales.
Estaba previsto el dictado de talleres sobre prácticas amatorias y la organización de exposiciones didácticas sobre asuntos que para muchos chinos siguen siendo tabú. A las autoridades de Chongqing no les gustó cómo venía quedando el parque. Consideraron que no sería saludable ni educativo y terminaron calificándolo como una potencial influencia "maléfica" para la sociedad. Adviértase lo triste que resulta este cuerpo partido de mujer, atravesado por sogas y destinado a desaparecer en quién sabe qué depósito o terreno baldío. Adviértase, pese a todo, el carácter altamente perturbador de estas piernas torneadas y esta tanga roja. A cuántos funcionarios de Chongqing les debe haber alterado la bragueta.
La autoridad le teme al sexo, ya sabemos. Será porque es hermano de la libertad, que a su vez no se lleva muy bien con las autoridades. En todo caso, a las autoridades de Chongqing les va a salir el tiro por la culata, con perdón del carácter casi maléfico del sustantivo. Demoliendo este Love Land visible, no han logrado sino la multiplicación mental de los Love Land invisibles de cada chino que se quedó con la entrada en la mano y, sobre todo, de los de aquéllos que por respeto a la tradición jamás hubieran entrado al parque. Ya sabemos que todo lo que se resiste, persiste. Y cuando no se libera, se pudre adentro.
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