Las versiones son, por el momento, un tanto confusas. Lo encontró muerto una empleada del personal de limpieza del hotel de lujo donde se hospedaba, en Bangkok. Dicen que estaba desnudo, acurrucado dentro de un armario, con una cuerda alrededor del cuello y otra alrededor del pene y ambas cuerdas sujetas a sus manos, apoyadas sobre la espalda. Ni a Beatrix Kiddo se le hubiera ocurrido un final tan humillante para Bill. No hubo duelo a pura Hattori Hanzo a la luz de la luna. Hubo, parece, un exceso imprevisto en una práctica arriesgada de masturbación.
Se sospecha que no fue la venganza sino el placer lo que tachó a Bill de la lista. Es sabido que la realidad supera a la ficción. Pero parecía, también, que la creatividad de Tarantino era insuperable. Si Tarantino se quedó corto, que me devuelvan la entrada. Me quedo en casa leyendo las noticias del día.
Para mí no era Bill, era Kung-fú, Kwai Chan Caine. Lo echaré de menos...
ResponderEliminarA diferencia de Beatrix Kiddo, Stalker, yo también.
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