Me dijiste que era esto lo que necesitaba. Te creo. Se parece a lo que me recomendaron nuestros amigos. Había leído en algunas revistas especializadas que hacía un efecto notable a corto plazo y lo confirmó mi terapeuta. Mi madre estuvo de acuerdo. Mi hermano al principio no lo estaba pero mi madre lo convenció. Mientras te escuchaba miraba las fotografías de nuestras últimas vacaciones. Adoro este vestido que elegiste para mí y esta playa de la que jamás había oído hablar. Todos volvían fascinados, ¿te acordás?, y las fotos retratan cada lugar donde nos sugirieron ir. Me alegra que estés tan contento con mi nuevo trabajo. Mis compañeros de oficina ya me avisaron cómo comportarme con el jefe, así que estoy tranquila. Qué estilo de redacción prefiere y cuáles son los adjetivos que lo ponen nervioso. Ayer le comenté la situación a mi mejor amiga, que sabe contenerme. Me dio buenos consejos. La sorprende que en la clase de canto yo tenga tan relajada la mandíbula. Al profesor también, aunque insiste con el tema de la interpretación. Sí, pido un radio-taxi para volver. Ni loca me subo a un taxi cualquiera que pase por la calle. Están todos los vecinos alterados con el tema de la inseguridad. Es tapa de los diarios y la noticia principal en los informativos. Retiré la lámina que quería enmarcar. Papá decía que no existía un amarillo como el de Gauguin. Mirá, también la placa de la cabeza que me hicieron salió un poco amarillenta. Los médicos estaban asombrados. Dijeron que en cada pequeña zona cerebral aparece un nombre que no es el mío y que mi cerebro completo es como una guía telefónica donde solamente falto yo. Así que cuando volví me miré al espejo. Yo me veo igual. Por suerte.
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