Esta chica me hace compañía todas las noches. Y las noches son largas. Susurra, reclama, murmura como si escribiera una carta, corta sus palabras con una sensualidad de gata bengal, hace equilibrio sobre un par de acordes elementales de una manera tan dulce que su pedido es una orden. No hace falta más que ella misma y su guitarra para dejarse llevar y sentir que te acaricia el pelo hasta que te quedás dormida.
Gata con voz de terciopelo. Acariciando también puede quedarse uno dormido.
ResponderEliminarUn besiño Mariel.
Sí, Portinari, el ejercicio inverso también nos lleva (de la misma mano que acaricia) al sueño. Besos muchos.
ResponderEliminarMe gusta que te dejes acompañar por dulces ángeles nocturnos. Te deseo que siempre te acompañen, incluso en los insomnios...
ResponderEliminarAbrazos
Recuerdo una conversación entre dos amigos; uno de ellos decía que cierto disco era malo, porque daban ganas de dormir, y el otro respondía: "¿y eso por qué tiene que ser algo malo? si el momento de dormir es uno de los más especiales del día".
ResponderEliminarEs confortable dejarse arrullar por la música, mejor que cualquier narcótico...
abrazos
Yo combino, Rubén, combino. Pastillas que aquietan mi cabeza y música que le permite volar, sin estrellarse (gracias a las pastillas). Otro abrazo.
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