Lo que importa está abajo. El cielo no se puede tocar. En los últimos estantes de la alacena se guarda lo que no se usa. Debajo de la cama duermen los perros. Y en los umbrales de las casas donde no pueden entrar. Las manos buscan en los bolsillos. En el fondo de los bolsillos está la moneda que faltaba para comprar el boleto de tren. Abajo están los pies. Las uñas de los pies. La tierra. La tierra sigue debajo de la tierra. Cañerías, cloacas, túneles y desagües. El subsuelo de la humanidad. Abajo está el fondo del mar, donde duermen los buques naufragados. El buzo lleva una linterna para explorar. Miro los zapatos de la gente que pasa. En el sótano está la bicicleta, la caja de herramientas, algunos viejos muebles heredados. El sótano está abajo, como el paladar debajo de la lengua. Abajo se repite un ruido. Como el ruido del tren donde el inspector avanza y pide los billetes y los que subieron sin sacar billete se hacen los distraídos y miran, hacia abajo. El manso y el sumiso miran hacia abajo. El boxeador que recibe un golpe, todos los que reciben un golpe, también. Las lágrimas ruedan hacia abajo, la sangre chorrea hacia abajo; es propio de la ley de gravedad. Lo grave tiende a vivir abajo.
Arriba está el aire. Pasan los aviones y se deshacen en astillas brillantes las bengalas. A los niños les dicen que arriba están todos los que se fueron de viaje, pero están abajo. Arriba están las estrellas y los pájaros. A veces caen y se pide un deseo o se forma un nudo en la garganta. Tu cuerpo está bajo las sábanas. Los restos y las sobras, debajo de la mesa. El polvo se acumula debajo de la alfombra y cae desde los trapos sacudidos contra las ventanas. Las antiguas construcciones se derrumban para ser reemplazadas por nuevas construcciones que caerán, a su vez, para ceder el paso. A todo lo que va a caer. Los fieles se arrodillan, los gatos bajan la cola cuando están tristes y los cuerpos se inclinan al envejecer. Ahí es donde hay que sostener, abajo.
Abajo se suda y se martilla. Las horas son iguales y hay poca visibilidad. Abajo en las minas de carbón y en las cuevas de topos, en la boca del pozo donde se escondió el botín, donde se puja y se empuja para vivir. Se arroja al piso el papel de los caramelos. Para leer se mira hacia abajo. Abajo se gesta la explosión del orgasmo, las erupciones volcánicas y las mareas. La flecha desciende en su trayectoria y el árbol hunde pausadamente sus raíces. Los hachazos derriban las certezas. El corazón implosiona. El pánico succiona y los animales perdidos huelen el rastro de la manada. Quien ama y quien busca se sumerge, los tesoros se entierran y se muerde y se traga hacia abajo.
Abajo están los patios y el asfalto. Debajo del asfalto, el laberinto húmedo de la podredumbre y el trabajo lento de las ratas. Abajo está la usina peligrosa del inconsciente de la que fluye de a pedazos la verdad. Abajo, los pedazos de lo que rompimos, el secreto. El cuerpo desarmado de quien cayó del último piso, la bolsa que lo cubre y los malestares previos. Arriban pueden aclarar las gargantas y competir eligiendo las partituras. Abajo pareciera que no pasa nada. El aire es más denso y más pesado. Arriba no habría nada si no hubiera abajo.
y, desde abajo ¿miramos hacia arriba?
ResponderEliminar"Dios no habita en lo alto, sino en lo profundo"
ResponderEliminarMaría Antonia Ortega ( "El espía de Dios")
Leyéndote he pasado del estupor del texto a la risa del fragmento con que lo ilustras. ¿Leíste las Memorias del subsuelo, esa novelita tan dura? A veces el sufrimiento, para el artista... Me resigno a creer que siempre sea así, que sea imprescindible pasar por el dolor, pero para algunas almas, no sé si meramente como postura, pero... De todas formas, Mariel, tampoco debemos olvidar que tal y como rezaban esas geniales proclamas del 68, debajo de los adoquines está la playa.
ResponderEliminarY eso lo sabía muy bien Fellini, y lo sabes también tú. Este fragmento de la peli, qué genialidad, completa el sentido de tu texto. Esa retahíla divertida de seres representando la vanidad, que comienzan a soltar dos de pecho hasta quedarse literalmente bizcos, con el fin de impresionar y regalar aparentemente a los desgraciados que están abajo, a los feos.Pero resulta que no es así, aunque aparentemente sí lo sea. Primero, porque no regalan nada... Los de arriba se limitan a competir entre ellos. Y en segundo lugar porque resulta que cuanto más cantan más feos son, tanto que los feos de abajo, en su épica cotidiana resultan nobles, mientras que los bellos van deformándose, con esas lenguas retorcidas asomando mientras cantan que la mujer es voluble como una pluma al viento. Sí, al final tienes razón tú: el feísmo, el verdadero feísmo, está arriba.
Claro claro. Yo me esfuerzo en una alabanza al vuelo y las alturas y la señorita se despacha con su descripción arrabalera de los bajos fondos.
ResponderEliminarHoy estamos con los pájaros cruzados, China querida.
Te lo transcribo entero, ya que "lo de abajo" me llevó a "lo profundo"y eso me obligó a acordarme de el verso que anoté. Creo que tiene mucha fuerza y belleza. Y sinceridad.
ResponderEliminar" Dios no habita en lo alto, sino en lo profundo,
y su revelación dura lo que un libro que se escribe en una noche.
Y en su familia, familia de Dios, por lo menos hay siempre un loco y un poeta.
Aquel que con él se ve en secreto, quienquiera que pueda reconocer al Invisible,
a los demás infunde miedo, a los demás hombres.
Pues tiene ojos de puta que se sienta en la barra del bar sola,
y más hambre que una buscona.
Pues hace los mismos gestos que un mudo hablando con otro mudo.
Y está acosado por sus acreedores como ciervo que saltando de un tejado a otro
es perseguido hasta un alero por una rehala de podencos sueltos
entre cúpulas, chimeneas y letreros luminosos
porque sobre esta ciudad no solamente hay constelaciones,
sino también extrañas cacerías.
Así es el que ve a Dios. Porque el que Dios mira
es aquel que verdaderamente se ha quedado solo.
es difícil que la muerte nos alcance a la altura de los ojos. es un lento ir abajo, en el mayor depósito de vida que existe, sí.
ResponderEliminarbesos,
òscar.
* pongo letras que son palabras que, a veces, creo que significan poca cosa, por suerte. mientras, siempre, nos miramos a los ojos.
"El mismo es el camino arriba que el camino abajo" decía Heráclito para consuelo de emeygriega. El pájaro no es heraclitiano, quizás, pero sí se dice a veces dialéctico. La dialéctica es poco poética porque hace crujir las articulaciones y, en el fondo, no concilia. Me gusta el abajo porque uno se acostumbra a todo pero en el abajo también está el dolor del bajón y la irracionalidad de los minerales. "Sufro ergo vuelo" y vuelo hacia los horizontes del arriba y allí el tal Ramón me dice "el verdadero feísmo, está arriba". Y la belleza poética del texto marielita , que se dice dialéctico pero es heraclitiano, me lleva a retornar de la mano del pájaro para volver a ver, re-mirar. Y me parece que el abajo poetizado es el arriba y así lo hago saber. Y para no ser acusado de idealismo anoto que no fue Hegel sino Bogart el que señaló que el Halcón Maltes estaba hecho del mismo material que los sueños. Por eso pesa. Y por eso, tal vez, a veces el abajo se torna como irreal y uno soñara con cambiarlo para que los gusanos huyeran y quedara sólo "la explosión del orgasmo, las erupciones volcánicas y las mareas". Pero no se puede. Jo! Me voy abajo, me hundo. Silencio.. chisssss!
ResponderEliminarImagino ahora caer las palabras, como hicieran los restos de un fuego artificial; rodando carillo abajo, por los dos lados de la comisura de los labios. Entre los dientes, en cada fragmento de cristalina saliva, rota en la explosión. Quizás todo tiende en nosotros a subir y después a bajar; a caer. Como si fueramos granizados de explosión; buques de hielo que se rompen cuando llegan al punto más alto donde soportar el dolor. Todo sube y después cae. Pero yo jamás me he sentido subir hasta estallar de tal modo que jamás volvería a eclosionar en mí misma de esa manera.
ResponderEliminarAbajo está el corazón también, y detrás, a un lado acorralado entre ls venas y la sangre. Abajo y más detrás está lo que no se ve y se siente; que se oculta en lo fragmentado. En lo que tapamos dbajo de un pie, ocultándolo automáticamente para que los otros, al pitido del tren, no puedan verlo. La vergüenza, el dolor, la vida, está debajo, oculta.
Cuánto hay que hundirse para soportar el peso de los cuerpos que caen, cómo de fuerte hay que ser para no ceder ante el peso de su amargura.
Y qué bellas vistas, de deseos, de polvo de estrella, se deben tener allá abajo, ¿no crees, Mariel?
Me ha encantado tu texto; me parece grande. Como si viera los edificios más sublimes reflejados en el agua, difuminados por las ondas, invertidos en su posición, nuevamente colgados hacia abajo. Es como un templo del que se me pidiera a gritos ser columna con mi lengua. Tus palabras ruedan por mi cabello, galopando por mi frente, colgándose de mis pestañas, penetrando en mis pupilas, atravesando mis mejillas, aplastándose contra mis incisivos. Penetrando en mi Idea.
Gracias por alumbrarme lo que hay abajo de una manera tan hermosa.
María, sí, miramos. El cielo, los pájaros, las estrellas. Miramos buscando consuelo, a veces. Pero yo creo que lo que nos da consuelo está abajo, abajo están lo que hablan con Dios, como cuenta el poema que trajo Blanca. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerida Blanca: Mil gracias por transcribir el poema completo. Sí, son los solitarios, los mudos y los desesperados los que hablan con Dios. Los que tienen hambre y sed de todo tipo. La línea que habla sobre las "extrañas cacerías sobre la ciudad" y su descripción como una persecución entre animales es perturbadora y puramente visual. Veo esa cacería, Blanca, tal como está escrita. Besos desde abajo.
Emy: Ay, sí, sí. Pero tus alturas no son las que lastiman, son las otras, las que se buscan para resistir y seguir viajando. En tu propia casa voy a ir a decírtelo. Besos con alas.
Ossscar: Nos miramos a los ojos y ahí la muerte no trabaja. Y con las manos abrazamos el depósito de abajo, para que ni se atreva. Besos subterráneos.
Bicefalina: Nada puedo agregar a tu itinerario. El abajo poetizado es el arriba, sí señor. Bogard acierta; Hegel, no. El paraíso está acá abajo, aunque también incluya gusanos. Te veo abajo. Sshhhhhhhhh .....
"Los fieles se arrodillan, los gatos bajan la cola cuando están tristes y los cuerpos se inclinan al envejecer. Ahí es donde hay que sostener, abajo."
ResponderEliminarQue bueno. Esta genial tu texto.
Un abrazo desde abajo, yo solo soy una ave zancuda y tu un pájaro de Chinaque sobre vuela el mundo con tus palabras.
Un abrazo
(ahora me pedirá el perfil, daré el perfil) luego me dirá que lo intenté otra vez. Lo volveré a intentar. Por si acaso me guardaré el texto qeu te he escrito. Lo volveré a intentar, por fin me saldrá el mensaje "no aparecerá la entrada hasta que no esté aprobada". JAJAJAJ
Me ha encantado... el abajo y el arriba... Ya no sé dónde estoy.
ResponderEliminarAquí te dejo otro posible abajo:
"Hay como una pesadez que inclina el cuerpo hacia su origen que siempre es abajo, como el del árbol. Una gravedad que insiste, cíclicamente, tenazmente, en hacer corresponder el cielo salvaje del espíritu con la tierra a la que pertenece. En mi vientre, cada mes, la misma garra me hace retroceder al tiempo de todas las gestaciones. Es mi sangre el pasado de mis hijos y el porvenir de los dioses: de barro los pies, de sangre la génesis. Dios, de haber existido, nunca hubiese sido macho; de haberlo sido hubiese engendrado tan sólo en lo invisible, la pura nada. Mi cuerpo, grávido, describe la circunferencia de los siglos: en cada luna inicia el recorrido de su propio nacimiento. Nacer: siento en mi sangre el clamor amurallado del primer "¡No!", el inicial rechazo a la embestida de la vida, el primer infortunio, la forzada voluntad apenas improvisada. Y luego, la repetición, la gran impostura del "¡Sí!", el préstamo que se otorga en la carne, la manera, tan injusta, de negar lo que se afirma en el hijo.
Cada veintiocho días me siento, cielo abajo, piernas adentro, tan habitada, tan ocupada por ese ser que siento tan otra y es, no obstante, la que más me frecuenta, la que dicta mis pasos en orden al sentir, la que dirige mi voluntad más imperiosa, más necesitada, más desesperadamente codiciosa en la ternura, la que me invita a ser esa otra que me tiene cada vez más emboscada, en alerta siempre, roja alerta que deja, intenso, su rastro de materia desprendida sobre lo que voy siendo.
Tan habitada me siento que no sé si hablo desde dentro de la sangre en tumulto, ni quién observa a la otra, ni qué otra soy yo".
Chantal Maillard, "Filosofía en los días críticos"
"Es propio de la ley de gravedad. Lo grave tiende a vivir abajo" o ese final soberbio: "Arriba no habría nada si no hubiera abajo". La descripción es genial, Mariel, tu reivindicación del 'abajo' es una poema y una descripción de las cosas que verdaderamente importan. Entre las que se más hondo se me clavaron, como las flechas de las que hablas, está esa imagen arrebatadora del árbol hundiendo sus raíces. Cuanto más abajo llegue, más alto podrá crecer, más nidos de pájaros podrá acoger, más sombra podrá ofrecer. Cuanto más hondo se llega, más generoso puede hacerse uno.
ResponderEliminarEse abajo, que muy bien podría ser arriba por cómo es de bello cuando tú lo reivindicas, hinca dedos de pájaro o estrella en llagas como raíces en la tierra.
Besos transversales.
Muy hermosa, hipnótica, esta pequeña "memoria del subsuelo". De niño te fascina lo que destella en lo alto, cuando creces te fascina lo que sucede dentro, abajo, lo que se adentra. Por eso creo que la infancia está sobrevalorada, no cambiaría la complejidad de las cosas que siento ahora por la mirada aérea que quizá tuviera de niño.
ResponderEliminarbesos cuerpo adentro
Querida Mariel, lentamente retorno por aquí...y me encuentro con este texto subterráneo.
ResponderEliminar¡Tantas veces miramos el cielo… y nos caemos! Pero abajo está lo que nos sostiene. No es que sea un suelo firme; quizás más bien subsuelos móviles, pero sobre o en los que caminamos. Lo no visible –porque el cielo se ve y escapa. En lo invisible caminamos; ahí subyacen nuestras pasiones, allí está el cuerpo, encarnación de lo que desafía la Altura. Abajo está lo perdido, el inconsciente, lo enterrado: lo que reprimimos para vivir presumiéndonos seres de altura.
Algunos pájaros desafían la ley de gravedad. Lo que ninguno puede hacer, a riesgo de morir, es desconocerla. Saber que todo tira, que nos caemos, que partimos desde ahí, de los propios subterráneos y de los que nos fijaron socialmente: “las clases bajas”, dicen. Y es así sólo porque aplastaron a esas “clases”, porque las bajaron de toda escalera, porque rompieron los escalones y lo que es peor: porque las hundieron estrepitosamente.
Puesto que hay muchos adoradores del cielo, la escritura también tiene que recordarnos lo bajo. El sudor, el martillo, las minas y los caídos, las estrategias de los topos, las explosiones de la sexualidad y de los volcanes, las extremidades de los árboles y las lágrimas. En esa interdependencia, nos movemos amiga. Entre miseria y grandeza, y el cuerpo ahí, testificando la tensión: “Arriba no habría nada si no hubiera abajo”. Hermoso texto…
Va un abrazo enorme,
Arturo
PD: muy bueno el fragmento que recuperás de Fellini
...Creo que esta música es apropiada para esta maravillosa reflexión...
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=5IQF9P3SC_I&feature=related
...Un abrazo (también desde abajo, desde el sur del sur)...
Portinari: Tu descripción de lo que cae, empezando por las palabras que ruedan por las comisuras de los labios, es de una potencia tal que al leerla uno cae y cae y cae, irresistiblemente. Las vistas desde abajo, ver tendido en el suelo la caída del polvo de estrellas, es de una belleza pavorosa.
ResponderEliminarLola-Lolette: Como buena ave zancuda tenés tus patas firmes sobre la tierra y pico de exploradora. Patas bien largas para pisar fuerte. Blogger no solo es autoritario; es previsible (yo también guardo mis comentarios, tengo miedo de que se los trague, de que se pierdan en su mundo virtual). Abrazo de pajarito a ave que se inclina (hacia abajo) para besar.
Stalker: El texto de Chantal es ... pura carne. El propio cuerpo tira desde abajo, en una mujer quizá sea biológicamente más obvio. Gracias, muchas, por tu transcripción del texto. Sí, siento que hay un "no inicial a la embestida de la vida" y que el "sí" ulterior es un préstamo (porque tenemos el derecho a salirnos de esta vida por voluntad propia). No pedimos venir al mundo, nos arrojan a él, brutalmente. Quedarnos es ... eso, quedarnos porque así lo decidimos, con un "sí" provisorio. Y nada más de "abajo" que la propia sangre. Un abrazo, muy fuerte.
Susú: Me asombra cómo los comentarios desbordan lo escrito, lo completan, lo hacen crecer. Como esto que vos decís, que solo hundiendo las raíces se alcanza estatura y una copa frondosa y protectora. Solo hundiéndose se puede crecer y lo que decís se encadena perfectamente con las palabras de Rubén. La mirada "aérea" de la infancia (sobrevalorada) y el "subsuelo" de la adultez. Besos de abajo hacia arriba.
Rubén: Tu comentario está anudado al de Susú y es perfecto. De niños lo vemos todo desde arriba, porque nos creemos inmortales. Somos pequeños dioses, ¿no? Yo tampoco cambio esta mirada, lastimada y con los pies verdaderamente sucios, por la mirada que no sabe lo que es caer. Besos hacia adentro, sí.
Arturo: Qué alegría enorme tener tus palabras, que amplían y profundizan el "abajo". Porque nunca olvidás el reverso de uno mismo, el inconsciente y lo oculto y enterrado, y el otro que está condenado a estar abajo: las clases bajas, los bajos fondos, la baja cultura. "Reprimimos para vivir presumiéndonos seres de altura" y le arrancamos al prójimo la escalera, lo hundimos. Traés lúcidamente lo que hundimos en nosotros mismos (para no verlo) y el escándalo de los hundidos por voluntad ajena. Gracias por estar, Arturo, así. Yo también te abrazo, enormemente.
Migue: Sí, "Desencuentro", por Goyeneche en su mejor forma. La historia de alguien que no puede estar más abajo y al que se le cuelgan de la cruz. Le pusiste música al descenso y de la mejor. Además el video tiene un textura envejecida, como agotada, bien podría pertenecer a una de esas películas que proyecta sin parar el pasajero alucinado de E la nave va, mientras la nave naufraga. Gracias por el enlace (en todo el sentido de la palabra).
en la tierra esta lo que perdura.
ResponderEliminaren el aire todo es fruto del instante.
es una eleccion, vivir de fantasias o cruzar la realidad con intensidad.
y si de abajo nace el orgasmo, ¿donde se puede estar mejor?
pd: despues de unos dias en el cajon de susana era obligado pasar por aqui.
Sin Reglas: Esta es tu casa y gracias por estar presente. En el cajón de Susú no se puede estar mejor. En la tierra las cosas tienden a permanecer y en el aire a volar, ¿no? Depende de uno adonde poner el cuerpo. Y sí, si el placer está abajo, allá vamos, sin dudar. Un abrazo.
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