Marcel Broodthaers, Armarito blanco y mesa blanca, 1965
Le pregunto al Señor Fotógrafo para que me oriente. Es difícil calcular. Si no me hace un par de gestos para que me ubique puedo salir cortada. Aunque bien podría no importarme, considerando que yo no voy a verme. Ni entera ni cortada. Otros me verán, otros que muy posiblemente jamás volveré a ver. A esta fiesta vine de compromiso, casi obligada. Digo "casi" porque siempre existe la posibilidad de decir que no. Pero es más fácil decir que sí porque total pasa rápido y si digo "no" tendría que inventar una excusa o decir la verdad. Si digo la verdad crearía una hipótesis de conflicto y si invento, me da miedo que me descubran porque la excusa no es lo suficientemente verosímil o ya la inventé alguna vez o mientras empiezo a inventarla dudo y termino diciendo que sí.
Entonces vengo y observo la mano del Señor Fotógrafo mientras me pregunto para qué vine e imagino qué puedo decir para irme cuanto antes. Cuanto antes. Quiero volver a casa y el Señor Fotógrafo se toma todo el tiempo del mundo para calcular la posición de cada uno y la distancia adecuada. Quiero que dispare de una vez y que esto se termine.
No sé cómo ni cuándo empezó. Pero evidentemente me paré en el lugar equivocado porque la imagen resultó estar fuera de foco. Me paré demasiado lejos o demasiado cerca, porque no distinguí lo que veía. Me acerqué muy rápido o alejarme me llevó mucho tiempo. Encontrar el lugar donde ponerme. Quizá me inventé lo que quería ver y esto no es una excusa para salir cortada. Mientras el tajo sangra pienso en el tiempo que perdí. No sé si servirá para ponerme en otro lugar si hay una próxima vez. No hubo Señor Fotógrafo y tenía que leer tus gestos.
Pensé que había una mesa donde podría sentarme y un armario donde podría guardar mis cosas. Eso me pareció que me decías. Tenía que traducir tus movimientos y decodificar tus señales. Uno no puede tomarse todo el tiempo del mundo y es difícil sin Señor Fotógrafo. Uno cree que hay una mesa y un armario que lo esperan. Es más fácil decirse que es así. Uno quiere que la fiesta dure y supone que arriba de la mesa y adentro del armario guardaron los regalos. Pero no hay nada. Hay un montón de cáscaras de huevo y son solo cáscaras amontonadas. Hay solamente aire y en realidad la foto está vacía.
Vete al bar la Giralda, siéntate en la mesa del fondo. Sí, aquella que está un poco en penumbra. Mira hacia atrás, sonríe levemente.
ResponderEliminarYa está, esta es tu foto, aquí, a la derecha. Estás muy bien, tus ojos dicen mucho. Esta foto está llena.
Si tienes tiempo y no te importa, entra en mi blog el 30/06/09, para que entiendas la respuesta a tu post anterior.
ResponderEliminarMaría: Que es la madrugada en Buenos Aires y me estás emocionando. Y me hace bien. Ojalá esté llena, sí. Pero yo creo que llenos están tus ojos, que son los que ven. Y te digo que yo esa mesita no la cambio por nada (está en el fondo, de verdad, ¿cómo lo supiste?, bueno, ahora que lo pienso, tenías que saberlo). Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarNo entiendo para que fuiste a esa fiesta. Pero, bueno, ahora mismo yo no sé que hago en ese lugar donde no quiero estar, y pienso en inventar una excusa.
ResponderEliminarPorque además, es verdad, que si uno intenta decir la verdad de por qué no quiere estar en el lugar en el que el otro pretende en que estés, crea un conflicto.
Odio las personas que se ponen a llorar porque les decís que no querés ir a una fiesta o que no querés estar más en ese lugar.
Pero vos, por qué fuiste a esa fiesta? Era necesario?
Si hubiese ocupado yo el lugar del señor fotógrafo, creo que me hubiese olvidado de la foto y te invitaba a salir de esa fiesta, viendo que tu cara ya era la de un niño que no soporta más la situación. Un beso.
Mariel, a veces me dejas tan estupefacto... Es como entrar en un sueño, abrir y cerrar armarios, buscar regalos inexistentes y encontrar al fondo una foto vacía. (¿Cómo será una foto vacía? ¿Acaso la puesta en escena pero sin escena?
ResponderEliminarEs también una película en blanco y negro, un travelling, un fundido en negro. Qué lírica siempre. Pero que narrativa también cuando tú quieres: "Pensé que había una mesa donde podría sentarme y un armario donde podría guardar mis cosas. Eso me pareció que me decías." La película sigue, la narración no se detiene. Y él sigue desdibujado al fondo, moviendo sus labios pero no se oye nada.
Darío: No sé para qué fui, a tantas. Ahora ya no voy (o por lo menos digo "no" mucho más seguido). El Señor Fotógrafo de algunos fiestas, por lo general, hace su trabajo y se va. Y en algunas situaciones que creemos serán una fiesta, no hay Señor Fotógrafo y nos tenemos que orientar por nuestra cuenta. Y si no nos salimos nosotros de la foto, no nos saca nadie, supongo. Besos.
ResponderEliminarRamón: Qué hermosa descripción, qué hermoso que lo veas así, aunque duela. Sí, definitivamente, una foto vacía es la puesta en escena pero sin escena. Y al final de la película él sigue moviendo los labios, pero no se oye nada. Un abrazo fuerte.
acudir a lugares por compromiso y no por placer.
ResponderEliminartengo que afirmar que yo ya he logrado evadirme de esas situaciones, y lo hice tantas veces y con excusas tan manifiestamente inverosimiles que las personas de mi entorno ya saben que son falsas y dan por hecho que me estoy "escaqueando".
me dan por un caso perdido (que lo soy).
pero claro; esta el fotografo, y a lo mejor nos interesa que nos coloque en el centro enfocado de la imagen. entonces no hay escusas, se va y se espera (se desea) ser elegido. ser enfocado.