PÁJARO DE CHINA

viernes, 7 de agosto de 2009

ENTRAR EN EL CUADRO

Édouard Vuillard, La madre y la hermana del artista, c. 1893

Entrar en el cuadro. Encuadrar. Encuadrarse. Ponerse un vestido a cuadros. Inclinarse para poder entrar. Entrar desde la pared y aferrarse a la pared para no caerse. Ser, casi, parte de la pared. Desviar la mirada temerosa, culpable. Las pupilas como soles negros, carbonizados. Encorvarse para ser retratado. O no. Que el ojo de quien retrata nos vea así, encorvados para ser aceptados en el retrato. No tener pies. Tener la estatura de un mueble. Ser, casi, un mueble. Pero no. Porque los muebles no tienen manos. Tener manos frágiles de pájaro. Manos asustadas. Vivir en un cautiverio eternizado al óleo. Tener una madre de carbón y óleo. Dominatrix en negro absoluto. Gobernanta del cuadro. Regidora de la perspectiva sin punto de fuga. Con su pie derecho impide que te fugues. Si lo intentaras extendería su pierna derecha para que tropezaras. ¿Tu hermano, que te pinta, también es un rehén? Tu hermano está también dentro del cuadro, aunque no se vea. Es el ojo que ve la celda. La delicada coherencia de su paleta exuda horror.

12 comentarios:

  1. Se invierte en el cuadro la secuencia "natural": la vieja-negra nos muestra salud, fuerza, casi violencia creadora(al menos iniciativa). Si no fuera por la presencia fantasmal de la hija, la señora nos resultaría simpática. Por contra, la hija-color se ofrece enferma o alienada, sumisa. Me recuerda a una marioneta colgada en el armario después del espectáculo. Ahora bien: separémosla del cuadro hogareño. Si no fuera por la madre, ¿no la imaginaríamos levitando, como siendo elevada por la cintura a mundos superiores? Es el conjunto lo que genera el sabor ácido en la boca. Lo que separado - mujer resolutiva y fuerte, mujer levitante y espiritual - se nos ofrece hermoso, unido en esa perspectiva sin fuga de la intimidad y del hogar se aparece ruin, opresivo, alienante. Y eso que falta el otro, el bueno de Edouard. Leo sobre él - no conocía su obra ni su figura - y no acabo de hacerme a la idea de su papel en este orden perverso.

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  2. Bicefalina, creo que el bueno de Edouard vivió con su señora madre hasta los sesenta años, lo que puede darnos a ambos una idea aproximada de su papel en la constelación familiar. Qué lúcido tu análisis fragmentado: sin la madre, la hija bien podría estar levitando mágicamente; con la madre, parece una marioneta colgada en el armario después de la función. Sin la hija, la madre nos parecería un monumento a la templanza y la ancianidad vigorosa; con la hija, le falta el látigo. El problema no es estar separados, ¿no?, sino vivir juntos ... Y cuando vivir juntos es un problema, habría que romper el cuadro y separarse. Salir corriendo, para pintar uno su propio cuadro. Beso tus sesudas dos cabezas.

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  3. Tengo un minuto poco más o menos antes del "ataque" de la reina, pero me cuelo rápidamente en el cuadro, contigo.

    Como el pintor, nos invade esa mujer, casi una Bernarda Alba, que nos llena de "carbón" la mirada. Cuánto peso sobre sí carga sobre nosotros. La hermana parece contorsionarse para no ser totalmente pared, y reclamar vagamente su existencia. La imagino luchar habitualmente por pasar inadvertida, para que se le desdibujen del todo los rasgos y no la arrolle el negro. El pintor, nosotros, le devolvemos su lugar, su presencia. Para que muera un poco menos cada día.

    Las prisas no son buenas compañeras cuando una quiere encaramarse al marco para entrar, durante un rato, en un cuadro. Pero las alas del pájaro ayudan para que nos sintamos durante un momento como "Viviendo en ese cautiverio eternizado al óleo". Impresionante, Mariel.

    Besos menudos, como un cuadro del vestido de la hermana, que existe aunque no ocupe demasiado espacio en un conjunto mucho más rotundo que ella.

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  4. Susú: Tu ingreso y mirada del cuadro serían espléndido material sensible en cualquier instancia, pero considerando que te colaste en la imagen antes de que la reina te tomara por asalto, valen doblemente. Un cuadro del vestido de la hermana lo dice todo.

    Sí, no había reparado en que la madre es una especie de Bernarda Alba que ejerce su tiranía desde el trono y te borra a fuerza de negro. Y que su hija parece contorsionarse para resistir el negro y existir.

    Vuillard pasa habitualmente como un maestro decorativo, "borrado" o eclipsado por Bonnard (además de su propia madre) en el mundo de los pintores nabis. Me conmueve cómo "contrabandeó" la perversión familiar saliéndose de su propio "marco" y cómo la forma está expresando el fondo tan radicalmente (el brazo de la madre parece cortar la pared y la hermana, mimetizarse con ella ...). Y no hay una sola puerta, una sola ventana por donde escapar ... Besos a tus ojos que traspasan la tela.

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  5. Sis M. Miro el cuadro, leo tu post y los lucidos comentarios que despertas. Esta vez me quedo enganchada en la posicion de la joven mujer y la mencion de Lug en relacion con el papel de Edouard en ese orden perverso. Mis ojos ven a un Edouard complice de la perversidad. El ha puesto a su hermana en una posicion dificil de sostener por mucho tiempo en el mundo real, y la ha condenado a mantenerla para siempre en el mundo de la imagen. Me invaden visiones de torturas de guerra o de S&M, en donde la victima o el masoquista son encerrados en cajas menores de su estatura, condenados a no poder erguirse o estirarse completamente. La madre domina, y Edouard participa en tercera persona; y al dar testimonio sin intervenir, se convierte tambien en activista de lo perverso.
    Un cuadro perturbador.
    Besos de ternura, para balancear la imagen.
    Sis V.

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  6. Entonces... ¿No podemos hacer nada? ¿Está todo escrito? Nacemos esclavos sin poder "desclavarnos" de las paredes que nos constriñen, o de las presencias que nos sujetan... La pintura siempre "encierra" una mirada subjetiva, tanto, que aveces nos la creemos, o queremos creerla. Ay... El miedo... No veo miedo en el cuadro, veo un camino, que me alimenta... Para seguir terco en el mío, que es el de no saber demasiado.
    Gracias por tu hermoso blog, que alimenta, y a los comentarios que también nutren.

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  7. ...Una vez, mucho tiempo atrás, en la barra de un bar que estaba a punto de cerrar, conocí a una mujer que terminó convirtiéndose en mi peor vicio...
    ...No hubo engaños: enseguida me lo confesó todo desde el principio, no intentó lo que otras habían intentado tanto y tan temblorosas, que era llevarme con ellas. No. Ella quiso quedarse conmigo...
    ...Se había escapado de un cuadro. Apenas me lo dijo yo quise ir con ella a ese lugar. Ella rió porque normalmente le costaba más que la gente se lo creyera...
    ...Esa misma noche me llevó a una vieja mansión a las afueras de la ciudad. Entramos por uno de los balcones. Y sí, efectivamente, el cuadro, sin ella, estaba allí, colgado, como lo estaba ella de mi cuello...
    ...No consintió que entrara en el cuadro. Cuando desapareció de mi vida supe dónde ir a buscarla, por eso ahora soy el mayordomo de esta infame casa...
    ...Eso sí, al menos la veo cada día, aunque esté tan lejos...
    ...En fin...
    ...Beso...

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  8. Mariel, no sé si conoces los comentarios que Juan José Millás (un autor que novelísticamente me interesa más bien poco pero que tiene unos textos breves potentísimos), que Millás, decía, hace a algunas fotografías más o menos famosas e históricas. Me ha recordado a lo que haces tú con este cuadro extraordinario que no conocía. Y lo haces tan bien... Este verano he hecho un curso sobre historia del arte, esa disciplina que me encanta y de la que tanto tengo por aprender. Y un cuadro comentado, justo lo que acabas de hacer tú con tanta exactitud psicológica, adquiere dimensión propia. Es la fuerza de la mirada que otorga sentido. Me ha encantado. Y espero que podamos disfrutar de otros comentarios/recreaciones de otras obras artísticas para seguir aprendiendo al calor de tu pájaro de China.
    ¿Tienes cámara de fotos? Pues estaría bien que nos mostrases un día esa plaza que he leído que te acoge cada día cuando sales. Como el cuadro terrible nos acogió hoy a todos los que pasamos a saludarte.

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  9. Mirando un cuadro
    Mariel se desliza
    como un pájaro.

    Dedicado a Mariel, que siempre se sumerge en los cuadros y me invita a sumergirse en su palabra. Que a veces es dulce pero muchas veces me aprieta la mirada.

    Un abrazo me encanta cuando te sumerges en la pintura. ¿como lo haces, cuál es el secreto?

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  10. Sis V.: “Al dar testimonio sin intervenir, (Edouard) se convierte en activista de lo perverso”. Pavoroso. Si Edouard no desclavó a su hermana de la pared después de pintarla, si la pintó solo para mostrarla, si sintió que lo que pintaba era perverso pero irreversible o, peor aún, si nunca vio perversidad, sino naturalidad, en lo que pintaba... Sí, no lo había pensado, pero ¿si ponemos este Vuillard junto a una foto de prisioneros en Abu Ghraib o un látigo de hirientes puntas S&M? Todo empieza en casa ¿no? Tu agudeza recorre el arco temporal y social para detectar y vincular la patología. Besos agradecidos por tu lucidez (entre tantas otras cosas). Sis M.

    Querido Anónimo: Gracias a vos, por estar ahí, por estar acá. Cómo suma tu comentario. Porque …¿quién soy yo para decir lo que Edouard vio? ¿cómo saber si esa era realmente la mirada de Edouard? Porque toda pintura “encierra”, sí, además de liberar; succiona. En cuanto a desclavarnos … creo (pero … otra vez, ¿quién soy yo para decir algo?) que sí podemos hacerlo. Identificando la fuente del dolor, desacralizándola y confrontándola. Puede que nos lleve la vida entera. Los comentarios son lo mejor de esta casa, sin duda. Tu comentario dispara ideas para varias entradas (los límites de la mirada propia, la impermeabilidad de la mirada ajena, la posibilidad y las estrategias para “desclavarse”…). ¡Quiero que vuelvas! Besos, muchos.

    Migue-que-busca-el-mar: No me sorprende que, dada tu condición de viajero impenitente con múltiples personalidades pero idéntico núcleo sensible, oficies también de mayordomo, solo para poder ver a la mujer que vive en un cuadro. No me sorprende que las mujeres que viven en un cuadro te elijan. Siento que podrías entregar tanto por amor sin considerar jamás que es “tanto”, porque no te resultaría un sacrificio… Es precioso lo que escribiste. Lo que viviste, para ser precisa. Voy siguiendo la génesis de tu novela en tu blog (es fascinante… nacer de fragmentos azarosos y dispersos, sin vinculación aparente…). Besos a tu corazón que nunca encuadrará (es indomesticable).

    Ramón querido: El que lee enseña al que escribe. No es una afirmación de ocasión. Es así. El que lee completa, profundiza, ensancha, recoge el guante y lo da vuelta. Mira y refunda. Ahora, después de este verano, la historia del arte te asediará siempre, aunque ya la llevabas dentro (¿qué es sino la conversión en gramática visual de tu itinerario cotidiano al trabajo y todo lo que capturás y mirás en tu blog, como un entomólogo?). Mirar, otra vez, como el título de un libro de John Berger, como los análisis exquisitos de ese acto que ejecuta Berger como un artesano. Sí, sí, leí los comentarios de fotos que hace Millás y me gustan, mucho. Más que sus novelas, sí (aunque quizá esté siendo injusta, porque novelas suyas solo leí dos). Prometo fotos del parque. Me estimulaste para hacerlas y me hará bien. Pienso, siento, tal vez … casi seguro, estaban esperando tu impulso. Un abrazo muy fuerte.

    Lola, Lolette… tus líneas breves y refulgentes como estrellas y ¡éstas para mí! Me las guardo en el corazón, durante todo este invierno y las estaciones sucesivas. No sé cuál es el secreto, no sé si lo hay, Lola, no tengo idea, de verdad. Te imagino escribiendo tus poemas… una madrugada leyéndote me pregunté ¿cómo se le ocurrió a Lola escribir sobre una noche doble, duplicar o dividir la noche, de esta forma donde nada sobra y nada falta? Ojalá fuera yo un pájaro, Lola, como el de China que tantas heridas me curó. Besos en clave, en código, entre vos y yo.

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  11. Parece que hay un terremoto en el cuadro, causado por el pincel del pintor.
    Y sólo la negra sentencia se reafirma en la personalidad del hombre; "me necesitas", como un alarido oscuro. Un pie en fuga, como dices Mariel, para que no te fugues. Y cuando se mira se está atrapado en el vaivén del cuadro; terremoto en las pupilas.

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  12. Portinari, es verdad. Bajo esa calma aparente hay un terremoto. No hay calma, en realidad. Hay un terremoto quieto, porque no en todos los terremotos se mueven las cosas. Y ese "me necesitas" que es la sentencia del carcelero, del que pone la soga al cuello ... Besos que nos desatan y buscan otros terremotos, que no duelan.

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