PÁJARO DE CHINA

sábado, 22 de agosto de 2009

LA MARAVILLOSA VIDA DEL CONDUCTOR DE AUTOBÚS




George Segal, El conductor de autobús, 1962

Al conductor de autobús le pusieron una camisa y una corbata. Para que se de cuenta de que es muy importante. Los conductores de autobuses son necesarios y cumplen una función social. Conducen nada más y nada menos que uno de los medios de transporte más relevantes del tráfico urbano. Son responsables del traslado de un gran número de pasajeros. Ayudan a la gente a desplazarse hacia sus sedes de estudio o de trabajo, sus espacios de ocio o sus lugares de visita. De sus cualidades depende en gran medida la calidad del tránsito. Es paradójico que, estando tan asociados con el dinamismo, los conductores de autobuses pasen la mayor parte de su vida sentados y casi inmóviles.

El trabajo dignifica al conductor de autobús. Sale de su casa por la mañana y tiene un lugar adonde ir. Llega fin de mes y tiene un salario para cobrar. Es parte de un sistema en movimiento que hace que el mundo siga funcionando. Un minúsculo engranaje, sí, pero indispensable para ese funcionamiento. Porque el conductor de autobús es parte de la Creación. Recordemos que, aunque seamos ovejas en un rebaño, Dios a todos nos mira. Por más pequeña que sea nuestra persona, es inmensa a los ojos de Dios, y por modesta que sea nuestra tarea, es bella ante esos ojos.

Con su trabajo, el conductor de autobús acumula y ahorra dinero para mantenerse a sí mismo y a su prole. Por eso el conductor de autobús es un proletario, que con su esfuerzo y sacrificio cotidiano permitirá a sus hijos gozar de un futuro mejor. Quizá sus hijos sean universitarios. Ya eso justifica la aureola bíblica de sudor en los sobacos del conductor de autobús y dota a su vida de sentido. Si administra ordenadamente su salario, el conductor de autobús podrá costear una cena familiar en la pizzería del barrio o una salida al cine y regalarle a su mujer ese vestido que le prometió.

El conductor de autobús conduce horas y horas, atento a los ascensos y descensos de los pasajeros, establecidos previamente en su itinerario. El conductor de autobús, durante horas y horas, repite el mismo itinerario, como cavando un surco. Durante días y días. A veces, durante la mayor parte de su vida. Defiende su trabajo y no lo perderá fácilmente. No permitirá que otros conductores de autobús se lo arrebaten.

La reiteración mecánica impuesta por su empleo conduce al conductor de autobús a perder de vista qué es realmente lo que está haciendo. Hace lo mismo tantas veces y durante tanto tiempo que el efecto de la repetición es que el conductor de autobús vea solamente el engranaje, pero no la maquinaria completa. Mucho menos las razones y condiciones de existencia de esa maquinaria. Es como la pala que cava el surco. Su cabeza está alienada, es decir, exiliada del mundo de la reflexión. Cuando pronunciamos todo el tiempo una misma palabra terminamos por vaciarla de contenido. El conductor de autobús no es un sujeto, porque no sujeta nada. Lo sujetan por todas partes, aunque no vea las sogas ni las cadenas.

La necesidad de tener ese empleo hace que el conductor de autobús lo defienda con uñas y dientes frente a sus eventuales competidores. El conductor de autobús no ve más allá de sí mismo, aunque tenga una panorámica de la ciudad a su disposición. No forma parte de una comunidad. No hay otro lazo que el que lo ata a su trabajo ni el lazo con el que amenazaría estrangular a quien pretenda quedarse con lo que es suyo. El conductor de autobús ha aprendido a desconfiar.

Así de maravillosa es la vida del conductor de autobús. No controla ni comprende por qué hace lo que hace. Por eso George Segal lo metió hecho de yeso dentro de una armadura metálica, como imagen de los desvalidos que jamás serán héroes, aunque la mujer les planche la camisa limpia cada mañana.

El conductor de autobús no trabaja para el placer sino para la producción y el rendimiento. En su trabajo no solo no hay reflexión. Tampoco hay goce.

¿Qué tipo de dignidad es la de un trabajo en el que se apilan horas muertas y se envejece repitiendo los mismos gestos? El camino que traza hasta el agobio el conductor de autobús es un camino casi seguro al embrutecimiento.

El poder no le teme a los conductores de autobuses, de los que nunca se publicarán biografías. ¿A quién podría interesarle una vida básicamente transcurrida frente a un volante? El conductor de autobús es sencillamente inocuo. Cuidará su lugar y no irá a la huelga para no perderlo. No se sublevará para dejar de ser conductor de autobús.

El poder teme a los artistas, porque tienen tiempo y recursos para pensar. Los artistas que no hacen uso de esta bendición para poner en problemas al poder son despreciables. Despreciemos a los artistas a los que no teme el poder, porque no trabajan para que el conductor de autobús pueda decidir por sí mismo, un día, dejar de serlo. Y definitivamente pueda hacerlo, sin volverse loco ni pegarse un tiro.

21 comentarios:

  1. En cierta ocasión, cuando tenía seis años, me preguntaron en el colegio:" ¿Dónde habita el hombre primitivo?" Y respondí: "Enfrente de mi casa, encima de la huevería".
    Se trataba de Primitivo, el conductor de autobús, hombre maravilloso donde los haya. Padre de trescientos cincuentamil hijos, bienhumorado, gracioso y con bigote,siempre con su mono azul, nos permitía en su autobús azul y plateado hacer toda clase de tropelías.
    Me figuro que si pudiéramos observar su vida, sería interesante. O tal vez a mí cualquier vida de alguien simpático me parezca interesante, aunque no lo sea. Tal vez porque imagino su punto de vista, que es donde supongo que para mí reside el interés de una concepción del mundo.
    También recuerdo a los conductores de autobuses indios, esos tipos de reflejos ultradesarrollados capaces de dar un giro en millonésimas de segundo.

    Te mandaré un asunto que me envió mi hermano donde aparece un autobús afgano o pakistaní que te gustará.
    O no, porque no encuentro tu e-mail por aquí.

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  2. Ese último párrafo me puso la piel de gayyyyyyyyyyyina, mire, señora Mariel! Sobre todo eso de "Despreciemos a los artistas a los que no teme el poder"...sería un poco, despreciar a quellos que no son hachadores de mares gélidos, no? Cada imagen dibuja usted...que se le queda a uno metida en la cabeza.

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  3. El conductor de autobus en Italia se le llama Autista...

    Maldigo la poesia de quien no toma partido, partido hasta mancharse.

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  4. Querida Blanca: Tu respuesta fue genial. Doblemente genial, por eso de la huevería abajo de Primitivo. Es precisamente porque la vida de los Primitivos es, pese a todo, interesante, que debería liberárselos del "pese a todo". Porque en sus ojos está la verdadera mirada del mundo. ¿Habrá disfrutado Primitivo su trabajo? No lo sé, Blanca. Quizá si no eran muchas horas de conducir y se divertía con los niños. Mi mail es morganlefay@live.com.ar. Un abrazo fuerte, fuerte.

    Darío: Sí, sería eso. Para empuñar el hacha no hace falta hacer arte manifiestamente político. Cualquier expresión que descentre y desestabilice la mirada ayuda, sospecho. Expresiones así había muchas entre el "arte degenerado" que los nazis prohibieron y se llevaron a su casa a escondidas, para contemplarlo (la fascinación del verdugo por la víctima, ¿no?, la apropiación por el torturador del hijo del guerrillero). Por eso son despreciables los artistas funcionales a los poderes de turno, convertidos en voceros orgánicos. Y los intelectuales lacayos del poder. Los mercaderes. A mí me subleva la letanía del "trabajo dignifica, acá no trabaja el que no quiere", porque el trabajo no es para la inmensa mayoría trabajo ligado al placer, sino trabajo productivista que oprime y perfora la sesera, trabajo alienante. Una cabeza alienada no puede rebelarse contra la opresión. Hasta puede llegar a tomarla como "algo dado", naturalizarla, o incluso agradecerla. El trabajo productivista aúna lo peor del liberalismo (el individualismo despiadado que destruye cualquier tejido social) y de los totalitarismos (la alienación de la masa). El único artista válido "adentro" del poder es el que se infiltra para agitar. Berni hacía eso. Se presentaba a los premios de los Salones porque tenía que comer, pero después pintaba Manifestación o Desocupados, o inventaba a Juanito Laguna. No importa que esas obras hoy estén en el Malba o en el Directorio de una corporación. La institucionalización es el destino de la vanguardia, que se renueva todo el tiempo. Pero éste es otro tema ... ay, Darío, mire que hace pensar usted y eso la entusiasma a una. Si la realidad nos pone la piel de gayina, significa que estamos despiertos. Beshos.

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  5. Y me alegro de que lo giga, no hace falta hacer arte "manifiestamente político", porque a veces tenemos o existe una concepción bastante limitada, de que para bombardear al poder, tan sólo se puede desde un discurso anclado en lo político. Y a veces la poesía o una imagen de una película o...y eso...

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  6. Bash: Lo sé. Por eso sos Arden. Tenés razón, "l'autista". Y está todo dicho. Yo maldigo con vos. Bacione.

    Darío: Sí. Lo "manifiestamente político" se diluye tan pronto. Por lo general convence a los que ya están convencidos. El problema son los otros. Y no es convencer, es seducir a los otros. Es desequilibrarles el ojo. Beso desequilibrado.

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  7. Uau!!! Escribís lindo Mariel... y tiene sentido lo que decís!!!
    Te doy un abrazo

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  8. Si tal vez desde el punto de vista socio-político un conductor de autobus es una pieza más del engranaje social.
    Pero desde le puntod e vista humano, el conductor de autobus es un ser entrañable. Una persona sencilla, como puede serlo un obrero, un campesino que cuando termina su cansina tarea de todos los días, recoje su muchila y se va contento a casa porque allí lo esperan sus hijos para contarle que en el colegio han jugado a la "gallinnita ciega" o que benganito le ha empujado para subir al autobus del colegio.
    Y su mujer que también ha vuelto del trabajo pues le cuenta una anecdota y le llama el hermano para decirle qeu el domingo hay comida familiar porque es el cumpleaños de su sobrino.
    En realidad el conductor de autobus a lo mejor es un gran filosofo de la vida cotidiana y no busca ser un gran artista. Pero se dedica a que la vida de su familia, de sus hijos sea en un futuro mejor que el que ha vivido. Tal vez no lo consiga o si. Igual se siente simplemente feliz diciendole a sus hijos "Hijo vive tu vida sin pisotear a nadie y sin hacer daño y serás feliz": Tal vez esa sea su función y lo que le ha tocado vivir.

    Sin embargo el artista es un artista y tiene una capacidad distinta para sentirse inconforme con el mundo y quisiera cambiarlo de golpe y porazo. Y tal vez no sea más feliz ni menos, es diferente y entonces socio-politicamente es un ser incomodo a la vista del estado. Pero ahora mismo creo que eso tampoco es real. El artista vive tambien de su trabajo y luego simplemente intenta evadirse un rato con un arte comprometido. Teniendo en cuenta que la verdadera creación siempre implica un posicionamiento social ante lo que le rodea.

    No sé. Me parece entrañable el conductor de autobus.

    Un abrazo Mariel.

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  9. Lolette querida: Sí, es perfectamente cierto lo que decís acerca del carácter entrañable que puede asumir la vida de un conductor de autobús y su modo simple y sabio de contemplar la vida. El tema es que, como bien decís al principio, desde una perspectiva político-social se le destina un lugar que no es obra del "destino" sino de una lógica perversa de mercado. Si esa lógica se rompiera, posiblemente el conductor de autobús tendría más tiempo para sí mismo y para compartir con los que quiere y mejores condiciones de vida, que es lo mejor que a uno puede pasarle. Eso no garantizaría que fuera más feliz, pero tendría más posibilidades de elegir y ya, por ese solo hecho, sería más libre. Si el mundo en el que vivimos es injusto, los que tienen más tiempo y recursos no deberían olvidar el cansancio y las estrecheces de los conductores de autobús.

    También es cierto lo que decís respecto del "arte comprometido". Pero hay artistas que le ponen el cuerpo a lo que hacen y despiertan tu sensibilidad, porque hablan desde las tripas (Maillard, por ejemplo). Aunque ninguna de las palabras de Maillard sea literalmente "política", es "política", como toda escritura. Y ella está presente en su escritura, que destila autenticidad y carne viva. Te hace preguntas, te deja pensando, te sacude, profundiza tu mirada del mundo. En cuanto alguien te moviliza de esa forma, tus sentidos se agudizan y es posible que se rebelen contra lo que les toca vivir, a uno mismo y a otros. ¿Por qué el conductor de autobús parece haber nacido para serlo? No nació para serlo. Posiblemente no pudo elegir. Y esa es la injusticia y el dolor.

    El conductor de autobús puede ciertamente ser entrañable. Lo que seguro no es así es el sistema económico-social que le impone pasarse la mayor parte de su vida frente a un volante, aunque no lo quiera y, peor aún, a veces convencido de que él no sería bueno para otra cosa, que conducir ese autobús es lo máximo a lo que puede aspirar.

    Estamos en sintonía, Lolette.

    Un abrazo fuerte, fuerte.

    Mona: Por ahí entre todos, haciendo cada uno su partecita, lo que esté a su alcance, podríamos quebrar esta lógica perversa. Estoy segura de que eso es lo que impulsa a escribir y conectarte. Besos, muchos.

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  10. Mariel estoy totalmente de acuedo contigo sobre el aspecto socio-economico-politico del asunto. Lo has expresado muy bien.
    Y lo de los artistas tambien es cierto, para eso esta el arte para transgredir y la trasngresión sirve para eso romper estructuras.

    Un abrazo.

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  11. el primer uso que hice del autobús era tomar con mi hermano el 20 y luego el 19 para llegar hasta casa de la abuela. ¿tanto queríamos a la abuela?. bueno, tenía un terrado inmenso y jugábamos al fútbol con un tapón de corcho. después del partido, la abuela nos daba algo para comer, nos comía a besos y 19 y 20 de vuelta a casa.

    en cambio, el primer uso que le di al tren fue para no ir a la escuela y tomar con mi mejor amigo de entonces el regional de la costa. parábamos en cualquier sitio. rompíamos las horas (¿olas?) y volvíamos.

    no recuerdo a esos conductores pero de alguna manera les estoy agradecido.

    más acá, sin ser artista hacía cosas de artista. creo que nunca pinté a un autobusero. quizás haya llegado el momento de hacer algo.

    creo que pintaría al primitivo de blanca haciendo dedo y el título, fácil, es: "te llevo". y durante el trayecto le preguntaría "¿respira tu autobús?". intuyo que me diría que sí y entonces yo me sentiría feliz.

    bueno, más o menos esto es lo que quería deciros, sobre todo porque me fascina hacer volar al pájaro que vive dentro de lo inútil.

    ah, claro, y decir gracias.

    besos,
    òscar.

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  12. Esa repetición del sintagma "el conductor de autobús" convertida a veces en anáfora para inciar los párrafos o las frases sirve para acentuar esa vida monótona. Has leído con ojos lúcidos lo que quiso decir Segal. El conductor de autobús como antihéroe contemporáneo, como Sísifo condenado a transportar eternamente la misma piedra. Qu escribes lindo está muy claro. Pero es que además escribes MUY lindo. Cuando puedas mira el correo de morganlefay. Te escribo ahora. Besos barceloneses.

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  13. http://www.letralia.com/ciudad/carrizales/imagenes/magritte11.jpg


    domingo: te regalo el olor de este rojo.

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  14. ¿Cómo he llegado aquí, a este blog? Es eso, eso exactamente... En qué mundo nos han echado, ¿eh? A veces aún tengo miedo. ¿Los artistas también son engranajes?

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  15. Lola querida: Sí, porque si el "arte" no transgrede y rompe estructuras es como un gesto vacío o una forma de moverse para no ir a ninguna parte. Pero vos completaste al conductor de la fotografía, lo miraste por dentro y lo hiciste hablar. Besos en autobús de larga distancia (que es muy corta, que no es distancia, en realidad).

    Ossscar, ¿no es muy lindo que tomaras el 20 y el 19 para ir (en escalera descendente), tu abuela te comiera a besos y subieras tomando el 19 y el 20? Qué buen uso del tren hiciste. Si no lo hubieras tomado para zafar de la escuela no hubieras roto olas y ahora tendrías que desaprender cosas que por suerte nunca aprendiste.

    Ahora pienso en todos los conductores que me llevaron y me trajeron de tantas partes. Les estoy agradecida, también. Me gusta caminar pero hay un montón de lugares que no hubiera podido pisar sin ellos. Ni pasar tantas horas leyendo sobre los autobuses, queriendo que no se terminara el viaje.

    Sería precioso que pintaras un autobusero con el DO y te subieras al autobús después de asegurarte de que respira. Y te quedaras al lado de Primitivo mientras conduce e intercambiaran algunas palabras.

    Lo inútil brilla.

    abrazones (como los que me enseñó Stalker) y abrazo de oso (ese lo inventé y te envuelve de arriba a abajo).

    Querido Ramón: Lo que es MUY lindo es que estemos siempre en contacto desde donde estés. Eso me hace MUY bien. No había percibido lo que decís pero es cierto, la repetición de las palabras evoca la monotonía de la acción (y una sin darse cuenta ...). Y decís exactamente lo que decía Segal de los conductores: que eran antihéroes, seres desvalidos yendo y viniendo por la ciudad. Usaba exactamente esa palabra para definirlos. Miraré el correo de Morgan. Me gusta mucho recibir besos barceloneses (primero porque son tuyos y también porque hablan en catalán). Besos porteños, con sol de primavera este domingo.

    Raúl: Nada mejor podía pasarme hoy que el olor de este rojo inmenso que desborda las paredes que intentan apresarlo. Me imprimí ese rojo y te aseguro que siento ese aroma y me hace bien. Ha venido en el momento exacto, exacto, Raúl, en un domingo de melancolía. Lo guardé dentro de un libro de Pizarnik en mi mesa de luz, así me hace compañía y lo tengo cerca. Te abrazo.

    Ray: Ay, no sé cómo llegaste, pero qué bueno que lo hayas hecho. Sí, nos echaron a este mundo, nos arrojaron a él. Y no lo pedimos, ¿no? Yo también tengo miedo, pero si lo compartimos nos muerde menos. Sobrevolé tu casa y volveré a ella. Ahí te escribiré. Me gusta porque es roja, roja, como el rojo que me envió Raúl. Me gusta el rojo, mucho. Los artistas pueden elegir, supongo. Poder elegir es un lujo.

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  16. tía, soy conductor de autobús y espero no tener que subir a ninguna pasajera que sea tan imbécil y tan jilipollas como tú.

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  17. anónimo: yo lo único que quisiera es que tuvieras un mejor sueldo y más tiempo libre para disfrutar de la vida, que ciertamente es difícil para todos. Todos hacemos cosas que pueden volverse mecánicas y no tenemos más remedio que hacerlas, para ganar el pan. Ojalá pudiéramos decidir, todos (porque todos somos conductores de autobuses, de algún modo), si queremos hacerlas, o no. De verdad. un abrazo, tío.

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  18. jo,anónimo,te pasastes un par de pueblos.
    Con decir ,como yo escribí en el blog,que esto que escribe mariel no coincide con tú vida,seria más que suficiente.
    lo dicho:te pasastes
    mm
    pd:mariel ,de nuevo agradecerte tú visita y comentarios en waweros.com y elpuertillo
    Volví aquí para ver de donde había venido el soplo de lo que yo escribí y me encontré con otra cosa que nadie desea leer...bueno,si:los mismos que lo escriben
    saludos
    Manuel Moreno

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  19. Manuel: la agradecida soy yo, porque tu mirada y tu experiencia completan la que yo pueda tener. En realidad para mí el conductor de autobús es como el empleado de banco, el abogado, el financista o cualquier otra persona sujeta a las reglas de este sistema que nos exprime. Soy yo misma, también. Tus imágenes son preciosas, te lo he dicho. ¿Es menos duro el oficio en la isla? Un abrazo.

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  20. P.S.: Manolo (perdón por la confianza), ¡me encantó el "te pasaste un par de pueblos"!. Qué sería de uno sin sentido del humor.

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  21. normal,chiquilla,igual que en todos los sitios,supongo.
    Aquí lo que todavía perdura,es lo que llamamos "la pachorra" que es algo así como la desgana:pachorra pa subirse,pachorra pa bajarse,en fin,cierta desgana con la que se hacen las cosas pero eso si,la guagüita que venga como un tiro porque este mundo quiere más y más rapidez en todo

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