Kazimir Malevich, Cruz negra, 1914
Es más fácil ver tu mano si cierro los ojos. Porque tu mano no está. No está el circuito singular y sinuoso de tus venas ni las delicadas articulaciones de tus dedos. No hay falanges. Las líneas de la vida que en la palma de la mano trazan la forma de la muerte o al revés. Veo tu mano cuando la alumbra mi memoria. No imagino tu mano. La recuerdo. Y no es cierto que la vea, estrictamente. La intuyo, la presiento.
Si no hubiera recuerdo ni intuición no existiría tu mano abriéndose lentamente dentro de mi cabeza, como una flor en el agua, la boca del mudo que pronuncia su primera palabra o la ventana rescatada de una casa que se incendió en un sueño. Es como cuando cierro los ojos para escuchar cierta música. Tengo que depurar el paisaje de distracciones y desvíos, desmalezar el bosque hasta dar con la textura específica de un tronco, apartar todos los peces hasta que solo haya agua.
Kazimir Malevich, Blanco sobre blanco, 1918
Tengo que tallar, hendir y expulsar lo que sobra. Cavar hasta tocar el hueso. Frotar, frotar, frotar. Dinamitar los mecanismos y las prótesis. Exiliar la ortopedia y la cosmética. Liquidar apéndices y anexos. Borrar la espuma. Eliminar las notas al pie, la red, los accesorios. Desenroscar las algas enredadas en mi pelo y apartar las que asedian mis tobillos para seguir la lógica del cero.
Ir hasta el fondo apartando los restos del naufragio. Platos de porcelana y cubiertos de plata, zapatos solitarios sin su pie con sus cordones flotando temblorosos, una muñeca con un vestido a cuadros. Mirar el cuadro. Un cuadrado. Un cuadrado dentro de un cuadrado. Una superficie plana de color. Todo lo que no sea color es un obstáculo. El color debe ser liberado de toda materia que no sea su propio resplandor.
La lógica del cero es un credo. Cero mío que estás en los subsuelos, malditos sean los nombres, voy obstinadamente hacia tu reino. Hágase mi voluntad, para que en esta mierda de tierra asome el cielo. El pan nuestro de cada día, no lo pido. Lo robo hoy. Saldo la deuda y no perdono a mis perseguidores. Los tomo por asalto. Es ahora porque no hay otra hora. Y no hay amén.
Kazimir Malevich, Cuadrado negro sobre fondo blanco, 1915
El grado cero es recordar tu mano, tal como era antes del grado cero, e intuirla. Es un combate. Combatir desde el presente para hacer de este presente un pasado y simultáneamente la consumación de la promesa del futuro. Ver la mano que estuvo y parir tu mano. Con los ojos cerrados. No hay mímesis, no hay referente, no hay control. Estoy pujando, tu mano. Estoy ardiendo. El grado cero es abstracto y es irreductible, es el núcleo de tu mano que late mientras pujo, son tus dedos golpeando las paredes del útero que tengo en la mente. Tenso y contraigo los músculos de mi vagina cerebral y tus dedos se pegan a sus labios. Pujo para arrojarlos, bañados en la sangre de mi soberanía, al mundo.
Kazimir Malevich, Cuadrado rojo, 1915
Tu mano no tiene precio. Eclipsa a las sirenas venenosas y a los encantadores de serpientes. "Es anacrónica, está pasada de moda, es opresiva en este mundo repleto de innumerables y diversas manos hedonistas", cantan y escriben y firman los expertos en soltar la mano. "Tu parto fue un fracaso", predican, "tu parto no fue múltiple", garabatean con su mano invisible y homicida.
Afinaré la curva de tus pulgares, lameré el hueco entre tus dedos y puliré como una artesana infatigable la forma refulgente de tu mano, para hacerla más bella. No me la quitarán. Si algún día no estoy, quedan los ángeles caídos y entrenados en el arte entrañable de cuidarla. Montarán guardia, día y noche, nuestros perros.
La aparición de tu mano es un acto supremo. Una revolución. Amaré tu mano hasta el final, como Malevich amó su credo. Cuando su credo fue declarado un crimen, debió pintar violentándolo para sobrevivir. Entonces antedató sus obras, para decir: "esto, así, era el pasado". O introdujo en sus obras minúsculos emblemas de su credo (la geometría de un cinturón o de un sombrero), para decir: "esto, aquí, es el futuro que debiera estar en el presente".
Tu mano no tiene precio. Eclipsa a las sirenas venenosas y a los encantadores de serpientes. "Es anacrónica, está pasada de moda, es opresiva en este mundo repleto de innumerables y diversas manos hedonistas", cantan y escriben y firman los expertos en soltar la mano. "Tu parto fue un fracaso", predican, "tu parto no fue múltiple", garabatean con su mano invisible y homicida.
Afinaré la curva de tus pulgares, lameré el hueco entre tus dedos y puliré como una artesana infatigable la forma refulgente de tu mano, para hacerla más bella. No me la quitarán. Si algún día no estoy, quedan los ángeles caídos y entrenados en el arte entrañable de cuidarla. Montarán guardia, día y noche, nuestros perros.
texto universal, qué coño: ¡textazo!. no, tampoco, no es un texto, va más allá de lo escrito, que lo escrito.
ResponderEliminarte hago entrega de una de mis manos, se porta bien, confía y todo lo demás que hace una mano normal y corriente. si le pones un perrito debajo será muy feliz...
bueno, gracias, sí.
besos,
òscar
Dices "perros" y dices mundos enormes, donde caben dioses a los que acogerse cuando los otros, los venerados, la fallan a una. Andaba yo pensando que cómo me gustaría tener todo esto en papel, y andar subrayando. Te dejaría sin interlineado. Es muy posible que el conjunto todo quedara similar a un cuadro negro sobre un margen blanco. Y aun así, tu negro, amiga, tiende la mano que se intuye, se palpa con el sentido que le falta al orden del cinco. A tu mano le faltan dedos para contar lo que sigue más allá. No la veo y la veo. Y al alacrán que no se resigne, lo largo pero ya. Besos llenos de manos, ahora vacías, pero pronto...
ResponderEliminarMe encanta ver la fotografía de una persona tratando de escuchar una "cierta música" y apartando todos los peces y algas y porquerías hasta que quede sólo agua o música. Me estoy viendo a mí mismo en una especie de apoteosis, solo, la melodía y las aguas eternas, interminables. Es un trabajo imposible.
ResponderEliminarImpresionante: "El grado cero de mis días". Cómo lo haces? No no no, es desesperante. A veces quiero tener un no-texto, pero no puedo,hay una especie de borra, de pequeñas partículas que no pueden ser despejadas. Y se meten...
Quisiera ser capaz de verlo todo, pero sé que no es así. Me sobrepasas. Me sobrecoges.
ResponderEliminarY me das un pié: la próxima entrada que haga, será un soneto de Víctor Campio, sobre su cero.
Irá por ti.
¿Cómo podremos corresponder a este regalo? Quizá con el silencio, alzando manos que hagan cuenco y recojan tu tristeza, izando cachorros que laman la herida en su incandescencia ofrecida.
ResponderEliminarHace mucho tiempo que no sé qué decir a tus textos, son tan poderosos que necesito décadas para digerirlos, se desplazan sigilosamente por dentro.
abrazones
Tus palabras son golosinas. Los cuadro, los conocía, nunca me gustaron mucho. De hecho, me he dado la liscencia de burlarme de Malevich alguna vez, ya sé estuve mal, pero no me mueven un pelo sus cuadros. Ahora si blanco "sobre blanco" estaría acompañado de sus palabras me caería distinto.
ResponderEliminarSaludos desde Mundo Aquilante, zulma!
No tengo nada que decir, al menos respecto al texto; fuese lo que fuese no le aportaría nada. Pero quiero que sepas que no le aportaría nada porque es maravilloso, me hace sentir muy pequeño a su lado.
ResponderEliminarNo es por hacerte la pelota pero esto "Combatir desde el presente para hacer de este presente un pasado y simultáneamente la consumación de la promesa del futuro" es la mejor forma de condensarlo que he leído nunca
Casi lloro. Sin embargo, a tiempo del tiempo–tan justo-, reconocí que aún no había imaginado lágrimas.
ResponderEliminarQué buena entrada Mariel, cuánta productividad en tu fluir... Imagino que ya te habrán dicho que sos vertiginosa, no?
ResponderEliminarYo soy medio lento en mis lecturas de blogs y me apena a veces ver pasar textos así, que enlaza Malevich y Barthes, porque el guiño está, como está esa inmersión en este pintor que ponía en crisis la convención-galería, la convención-pintura, la conversión del valor en precio, interrogando por esa cosa que llamamos arte, que nunca es una cosa.
Me da ganas de volver sobre este artista e interrogarlo más a fondo: reírme con él de su distancia, ir al fondo sin fondo de la institución artística y hacerla saltar por el aire.
Y mucho para interrogar ese grado cero del recuerdo, allí donde se diluye la posibilidad misma de recordar, alli donde no se recuerda nada.
Siento llegar tarde...pero no, mejor estar así, en esta entrada que baja, mejor habitar ahí.
Un abrazo fuerte,
ARturo
oscar, tu mano es normal y corriente y todas las demás manos son anormales. le pongo mis tres perros debajo y todas mis jirafas de juguete y mis mariposas y todos los animalitos me dicen "gracias, por esta mano". y prometo cuidarla. te abrazo.
ResponderEliminarsusú, mi susú, "el sentido que le falta al orden del cinco" ... tengo que hacer con los comentarios lo que un día hice Stalker en Marienbad cuando contestamos el cuestionario Proust, que armó un poema hecho de respuestas y era muy raro y brillaba ... y pondría tu línea sintiendo que sabés cuál es ese sentido (porque lo has sentido, de sentir). Un abrazo de manos torpes pero atravesadas de sentir.
Darío, no sé, no sé cómo apartar del todo los peces, las algas y las porquerías. La lógica estremecedora del cero vale para todo, para nuestra vida íntima y para nuestra ideología (de hecho esa mano es la mano que amo y es también, para mí, la revolución, a la que no soltaré aunque se rían de ella y aunque debamos reformular las estrategias - lamiendo los pulgares, afinando las curvas y entibiando los huecos ...). Besos salidos de una mano que persevera.
María: Yo sí creo que lo ves todo. Cuando salís al campo. ¿En los ojos de Cuco, en los de Chispa? En el círculo de las clases, que es un cero. Lo sé cuando te leo. Iré por tu cero, qué hermoso ...
Stalker: "Alzar manos como cuencos ... izar cachorros que laman la herida incandescente". No digas nada más. Con esto alcanza, sobra, tengo para siglos (aunque confieso que te necesito cada día y sé que estás). Abrazo de cachorra (eso soy, me temo).
Mundo: ¿Y por qué no reírnos de lo que vemos? Es mejor que llorar, seguro. Sí, a veces depende de cómo nos cuentan la historia. Entre todos miramos mejor, los ojos se ayudan entre sí. Un beso de Tu Zulma.
ResponderEliminarRay: Me hace tan feliz tu visita. El pajarito ya te enlazó con su pico obstinado para que estés cerca. Porque sos enorme ...
Nitzicuile: Esta es tu casa. Podés reír, llorar, pero todo lo hacemos juntos (la alegría se multiplica y lo que duele, duele menos). El pájaro chino te pide que vuelvas, porque le gusta que aun no imagines lágrimas, entre otras cosas. Un abrazo.
Querido Arturo: Nunca llegás tarde, porque las entradas siempre están abiertas. Viste a Barthes, a quien yo no había visto, pero sí ... está. Ves tantas cosas que yo no veo. Malevich dinamitaba la institución, sí. Recordarlo es reivindicar sus sueños. ¿Por qué cada día no durará por lo menos una semana, no, para poder sumergirse en todo y todos los que queremos? Vamos de a poco, como nos guste y como podamos, porque éste es nuestro mundo en este mundo y nadie nos dicta las reglas. Un abrazo enorme.
ResponderEliminarMuda otra vez, o demasiado que decir. El texto es, y podría añadir, magnífico, espléndido, pero ¿sabes? me he acordado de un cuento (lo de cuento es sólo un modo de nombrarlo) de Lispector en el que enumera lo que es y lo que no, y es tan certero... entonces, el cuadrado negro, en Malevitch, es, así como tu texto es.
ResponderEliminarLas manos, una vez escribí: "una vez poseí unas manos..." y no continúo, porque estoy aquí par hablar de ti, no de mí (pero también una vez le dije a un amigo bloguero que soy una mirona de manos). Tu mano es.
Malevitch, (y perdona que vuelva a mí, pero como dije una vez, me entusiasmo como una niña con las afinidades)http://amapolasenoctubre.blogspot.com/2009/02/rusos.html
es, pero sobre todo tú, Mariel, y tus palabras, eres, son, sois.
Abrazo fuerte, fuerte.
preciosooo!! es increible como lográs que me meta tan profundo en esas palabras...solo me pasa con muy pocas cosas...ese nivel de concentracion, de meditacion, de asimilacion tan fuerte que empiezo a no distinguir limite alguno entre tus lineas y mi cabeza.
ResponderEliminarNanu, el pajarito chino te recibe encantado. Que no haya límite entre las líneas y tu cabeza habla de la sensibilidad de tu cabeza y su manera de abrirse ante las imágenes y las palabras. No habla de lo que está escrito. Hablá de vos, como un árbol que absorbe el agua de lluvia. En esta casa nos cuidamos y nos queremos. Me hace feliz que estés acá. Intentamos estar a resguardo de un mundo hostil y capturar la belleza que nos da, pese a todo. Un abrazo.
ResponderEliminarte sonrio! y te sigo leyendo..
ResponderEliminarBel, leí tu "Rusos" y no sé qué decir. Las afinidades me desarman, a mí también, como un niño encantado con un regalo ... El párrafo que elegiste de Dostoievski es tan certero, con sus relámpagos, sus ráfagas, su tensión "anormal", su grado máximo de armonía (que es el suprematismo, místico, de Malevich) y cruzarlo después con El Sacrificio es ... no sé cómo explicarlo, todo está anudado, la construcción brilla en la oscuridad ... ¿Cuánto más que nos anuda iremos descubriendo? Hace poco releí a Clarice, releí el cuento Amor. Un abrazo inmenso.
ResponderEliminarNanu: Dame tus sonrisas. Me las como y el día es mucho mejor.