Así serán los objetos del futuro. La tecnología de los polímeros electroactivos los dotará de superficies táctiles cambiantes y un simulacro de respiración. Cuando vuelvas a casa, te estarán esperando. No habrán vaciado su parte del ropero y dejado una nota innecesaria. No se habrán ido llevándose un perfume del aire, un libro dedicado y subrayado, un disco compartido un domingo de lluvia. Llevándose una de tus piernas o dejándote ciego.
Te permitirán elegir el lado de la cama. No harán preguntas. Escucharán todo lo que quieras contarles. No temblarán al escucharte ni te dirán que no. Ni siquiera ensuciarán tu alfombra. Sobrevivirán sin alimentación. Podrás hundir tu cara largamente en su cuerpo y aferrarte a ese cuerpo como un náufrago, cuando todo sea un mar oscuro alrededor.
Se acercarán silenciosamente hasta tus manos, reptando sin errar la trayectoria. No te atormentarán con las tormentas de la memoria. No se pondrán a llorar. Serán disciplinados y previsibles. Te ofrecerán consuelo. Te darán calor.
Se acercarán silenciosamente hasta tus manos, reptando sin errar la trayectoria. No te atormentarán con las tormentas de la memoria. No se pondrán a llorar. Serán disciplinados y previsibles. Te ofrecerán consuelo. Te darán calor.
No te pedirán explicaciones. No reprocharán tu ausencia. Bastará con pasarles un trapo para que mantengan la compostura. Jamás te aturdirán guardándose un secreto, faltándote el respeto, saltando a la soga de la desmesura. Cuando vos lo decidas se quedarán quietos. Y hasta podrás matarlos sin sentir culpa. Matarlos para hacer catarsis, para soltar y desahogar tus furias, para que tu cabeza entre (agotada) en un gradual estado de reposo.
Muertos serán reemplazables. Vivos, intercambiables si alguno no satisface tus deseos.
Son la versión contemporánea y comercial de El Golem. Así de bellos, así de monstruosos. No te enamores, corazón solitario, de la comodidad de un corazón-polímero. Te morirías de sed.
Por las dudas, ya lo voy mirando con cariño al soretito blanco ese. Sólo faltaría que sean comestibles (y tal vez un par de curvas), para convertirse en compañeros perfectos. A que si en el siglo XIX les mostrabas una pantalla, una caja y un teclado y no te creían que "eso" iría a ser el mejor amigo del hombre del siglo XXI!
ResponderEliminarsolo entré a mirar la jaula.
ResponderEliminarDios, esto es terrible, y pensar que todo tiende al aislamiento y que las relaciones y formas de contacto en la actualidad son cada vez más efímeras y despersonalizadas. Pero creo que va a a llegar un punto en donde esto no se soporte más y se vuelva a lo "humano". Amiga, ¡leete a Houellebecq! tiene muchos puntos de encuentro con esto. ¡Besos!
ResponderEliminarme quedo con la primera secuencia. la del tipo sintiendo cómo palpita el polímero. lo demás es el exceso de lo humano contra sí mismo. ese aislamiento espanta. la primera secuencia no. es entrañable. el objeto ahí nos señala el cariño que depositamos en aquello que vive en las cosas, objetos...
ResponderEliminarsomos un plato que quedará vacío de recuerdos. esa melancolía. algunas veces, casi un año y medio después de morir mi gata, me siento en su sofá y lo acaricio tan intensamente como acariciaba a la gata. no lloro, entonces, sonrío porque su plato está lleno.
por un buen uso de la tecnología, que no debe desplazar lo vivo, sino aumentar su ser. aunque ya no esté. en una buena, de no ser así, me equivocaría.
besos,
òscar.
Yo, desde la distancia, quiero ser , para ti, ese objeto que respira.
ResponderEliminarNo está nada mal todo esto.
ResponderEliminarAyer tuve un encuentro digno de volver al futuro pero sin coche mágico que hubiera preferido sea con el objeto del futuro también, ese que no te atormentará con las tormentas de la memoria. Pero no, era bien bien del pasado.
Gracias por el texto Pájaro. De algún modo sirve para la catarsis.
Besos del presente.
que horror! yo quiero que me rompan las pelotas y que se lleven su ropa del placard si creen necesario hacerlo..
ResponderEliminaraparte ponele que estas durmiendo y de repente el bicho ese empieza a moverse como loco...que le pasa? que queres? no entiendo!
jaja que miedo..
Hacés muy bien en recomendar no enamorarse de objetos vivientes, sean sintéticos o con sangre.
ResponderEliminarEste bicho infame me recordó a las camas móviles yuppies que te ofrecen las mil y una posiciones, sin aclararnos si los grandes momentos están dentro de la garantía.
No obstante hay que reconocerle al ballenato de latex la mejor de las ondas.
ResponderEliminarCambié de opinión.
Quiero uno.
Hoy nos regalas ese poco de angustia posmoderna. Si la vida implica algún tipo de movimiento, ni que sea esa especie de respiración canina, entonces dotemos de movimiento a las cosas para hacerlas más imprescindibles. Y todos sabemos que no, que las cosas serán salvadas por lo que valen, ni que sea por lo que nos valen. No por lo que se muevan. Esa vida artificial podrá ser matada sin haber vivido. Y eso es algo muy triste (que les ocurre por cierto a algunas personas).
ResponderEliminarNo, yo no quiero cosas de esas. Prefiero la soledad real sin sucedaneos. Ya encontraría la manera de no sentirme sola. Un gato, un perro, dos perriquitos. Me pasearía por un parque y me sentaría al lado de un abuelo y seguro que conversaría algo. Prefiero hablar con una planta antes que un trasto de esos al cuál tienes que quitarle el polvo y ni siquiera se seca al no regarlo con agua.
ResponderEliminarEs horrible por lo menos las plantas hablan. Si alguna vez me quedo sola llenaría la casa de plantas y de piedras. Las piedras son frías pero si las mantienen en tu mano, recogen el calor y tienden a la calidez humana.
Si eso me acostaría con una piedra.
Un abrazo Mariel. Tü siempre estarás por aqui para conversar también.
Es tremendo.
ResponderEliminarDa mucho miedo pensar que en algún momento, en algún lugar, alguien necesita esa larva de gomaespuma. A mí me asusta.
Jamás olerá a bosque entre las piernas.
que futuro mas androgeno.
ResponderEliminarDeme un perro o si no un jarron de ceramica pero que se quede quieto lo que se tiene que quedar quieto y que se mueva lo que deba
Un saludo
muy interesante de todos modos
Los noto aterrados, che.
ResponderEliminarComo al borde de gritarle "Vade Retro, Satanás" a la pobre almohadita que sólo busca mimarnos sin pedir nada a cambio. Faltó que dijeran que al no servir para la reproducción, es pecaminosa.
Pájaro nos da cien razones para abrazar este objeto y sólo una advertencia: no enamorarse de él.
Relájense y gocen.
No me gustaría dormir con una almohada como ésa. Me resulta inquietante. Me gustaría más dormir con un perro, aunque a veces ladrase por las noches, o con un gato a mis pies, aunque a veces maullase por las noches y dejara las marcas de sus uñas en los muebles de madera. Prefiero las criaturas de la naturaleza, aunque den mucho más trabajo que los inventos de nuevo cuño.
ResponderEliminarPor otro lado, esta almohada podría dar mucho que hablar de la sociedad de nuestros días. Uno de los comentarios anteriores habló, muy certeramente, de la angustia posmoderna. En mi opinión, la angustia posmoderna es la angustia de la incomunicación humana, de la paradoja que supone el hecho de que, en las grandes ciudades, las personas apenas se relacionen entre sí, a pesar de hallarse físicamente muy cercanas. Por otro lado, las relaciones humanas son cada vez más inestables. Zygmunt Bauman, un sociólogo polaco, define nuestra época como una “modernidad líquida”, en la que las relaciones humanas son efímeras y superficiales y se crean y se destruyen con una facilidad pasmosa, de manera que los individuos no encuentran una estabilidad que dé sentido a sus vidas. La sociedad tiende a convertirse en un conjunto de soledades, en vez de un conjunto de personas unidas entre sí mediante lazos duraderos. Creo que el símbolo más adecuado para representar esa angustia sería la imagen de un hombre caminando solo por una calle muy concurrida, llevando su soledad entre miles de soledades.
Parece que no, pero esta entrada ofrece mucho sobre lo que reflexionar. Un abrazo, Mariel.
Internet es fria vista desde fuera.
ResponderEliminarPero es un mar en el que me gusta navegar. Gracias a las travesias me encuentro con personas que, de tan lejanas geograficamente, nunca podria haber conocido.
Me regala emociones. Que pongo yo, no la maquina.
Me regala conocimiento, si llego a verles los ojos es mi decision, no de la maquina.
No tengo miedo a lo que depende de que yo aprete un boton. Me gusta decidir sobre mi vida.
La angustia vital la aporto yo, no la maquina.
Si mi vida es placida y completa asi encaro la pantalla.
Si todo esta derrumbandose asi salen mis letras.
No usare el polimero, porque me pondre a navegar y encontrare algun puerto en el que atracar para charlar.
Aunque este en china, y tenga un pajaro comepalabras.
O este en Argentina y tenga una prosa envidiable.
no he logrado ver mas que tres triangulos moviendose sobre la palabra vimeo.
ResponderEliminarMe temo que esa no era la imagen.
Demos una oportunidad al amor (otra más, porfa, venga; quizás esta sea la definitiva).
ResponderEliminarPájaro, sé que darás oportunidad al amor y no quisiera verte - aunque lo haría con igual cariño - compañera de viaje de la hordas tecnofóbicas.
Pájaro te sigo en el vuelo y leo pronósticos en tus requiebros entre nubes.
Pájaro, uf, jolín, estos días tengo espesa el alma y la escritura y casi como que nada fluye.
Pájaro escribe por mí cuentos de temblor y poemas cartesianos, de amor a la máquina, de oportunidad y ocasión para todas las sustancias pensantes.
Pájaro, no somos infieles lectores. Quizás contingentes ironías.
Pájaro, la bicéfala se torna un día serpiente y otra mineral.
Pájaro, escribe en la primavera.
Abrazos voladores...
Mariel, qué fabulosa entrada, texto, vídeo y comentarios. Esa larva de polímero es tan aterradora como elegantemente perfecta y hermosa. Recuerda a las creaciones de David Cronenberg (esos objetos que respiran o eyaculan de "Videodrome" y "Existenz") pero dotada de la asepsia que requiere el mueble neocapitalista y la retórica del futuro. Por otra parte la androgineidad del objeto me resulta algo esperanzadora, permite intuir un futuro con recovecos para que este tipo de productos lleven (inesperadamente para el capital) a una sexualidad diferente que no distinga no sólo entre categorías de género, sino entre lo orgánico y lo inerte, una especie de flujo libidinal que se cuele por los resquicios de la asepsia tecnológica.
ResponderEliminarun beso fascinado
Me quedo prendada de tu forma de escribir, de como logras captar mi atención tanto por tu estilo como por el contenido, pero no porque el contenido me interese sino porque tú consigues que me interese por la forma en que lo tratas. Me fascina esta labor de creatividad que demuestras, y me voy de aquí con una sonrisa enorme porque leer algo tan genial me encanta.
ResponderEliminarGracias
Un beso enorme
Pablo: Ya saldrá al mercado la serie comestible y con curvas. No, nunca digamos nunca ...
ResponderEliminarMaría: El pájaro no quiso jaula y vuela solo dentro de esta casa. Sos un corazón que respira, para mí. El mar es solo un accidente geográfico.
oscar, sí, los primeros instantes son entrañables, hasta que el polímero deja de ser metáfora. el plato de tiza está lleno de caricias y ellas las recibe, agradecida. tu mano que acaricia su lugar en el sofá es la memoria, que impide que la vida se termine. te abrazo.
Mariano: Sí, es bien Miguelito Houellebecq. "El mundo es un Frigidaire", sería el título de la novela. Sexo, alimentación y viajes de cazadores de experiencias efímeras. Depresión y Clonax, todo por el mismo precio. Prefiero tus fósforos, te aclaro.
Emy: ¡Adoro tu velocidad de pensamiento! Si no pensamos en las pilas, cuando se trepa a la cama da cierta ternura. Intento contactar al fabricante y te aviso. Pero me temo que está en fase de prueba (y me parece que si siguen poniendo al muchachito éste muy bien no les va a salir, porque a mí me dan ganas de patearle el ballenato y decirle "vení que te leo un puema" ... Lo veo tan solo).
Mujer: Bienvenida sea la tecnología en su función catártica. Tomémosla para todo lo que nos haga bien.
Nanu: Sí, es notable. La posmodernidad a veces se pone tan posmoderna que uno implora que vuelvan a romperle las pelotas y vacíen el placard. Por lo menos tiene nervio, tiene carne. Lo que me intriga del ballenato, como dice Emy, es dónde tiene el enchufe. Lo hicieron tan bien que no tiene cables. Pero cuesta no imaginarse las Eveready adentro, ¿no? Y eso sí que es feíto, sí.
Ramón: Sí que les ocurre a muchos, aunque se muevan y se aferren a lo que está en movimiento (como quien corre y se aferra a la baranda del tren). Un abrazo.
ResponderEliminarLolette-Monique: Plantas y piedras. Que hablan y responden al tacto. O sentarse a conversar en un parque, con un desconocido. Sí. Y yo siempre estaré acá, también. Y vos, ahí. Así que no necesitamos al polímero.
Esther: Si me preguntan cuál es el límite de la tecnología, responderé "jamás olerá a bosque entre las piernas". Tocada y hundida.
ResponderEliminarDear Poppins: Sí señor. Que la naturaleza es sabia y no es ninguna frase hecha. Besos naturales en tu bolso.
Pompeyo: Y hay tantos con dos patas, bigotes o pelo largo que portan un corazón-polímero ... Con la almohadita, lo que hay es lo que ves. Abrazo palpitante (quiero que tengas un block, hacete un block, ¿sí?)
ResponderEliminarRamiro: Como bien decís, daría para una tesis. La melancolía del transeúnte solitario entre solitarios que no se tocan. Una multitud de anónimos. Con tu sensibilidad quizá tirás de la cuerda del polímero y quizá hasta lo hacés hablar ... o escuchar música y respirar reaccionando a lo que escuche, quién sabe ... Un abrazo muy fuerte.
Sin, es tal como decís. Decide tu mano, no la máquina (es uno quien decide si el filo es navaja o bisturí ...). Y lo que hagas con la máquina tendrá el color que tenga tu vida. Si no fuera por las máquinas, no estaríamos acá charlando. Y conectándonos a través de la escritura, que para mí es como revolver adentro de uno mismo y ponerse ahí, afuera. ¡Pero no viste el polímero-elecroactivo-palpitante!, no puede ser ... probé el video y funciona ... Sr. Vimeo, ¡despierte! Besos, muchos.
ResponderEliminarBicéfala: Y te salió un poema, sí ... Menos mal que andas espesa ... A mí me encanta la tecnología, creo que hay apoderarse de ella para agitar desde sus entrañas, no te hubiera conocido si no fuera por estas autopistas virtuales ... Pero siempre preferiré lo que salga de tu mano al Sr. Polímero, no lo dudes.
ResponderEliminarRubén: La sexualidad de lo mecánico ... bello y pavoroso como las muñecas-automátas. No se me había ocurrido pero ahora lo nombraste y recordé la escena de "Casanova" de Fellini en la que Casanova baila con la muñeca y él termina rigidizándose, convirtiéndose casi en un automáta que sigue la coreografía que la muñeca impone ... Es fascinante, sí (atracción y terror por la muñeca que puede animarse y uno mismo, que puede volverse inanimado ...).
Eterna: Es que las cosas hablan. Vos volvé, que escuchás la respiración de los animales y de la música y de tantas cosas y el pajarito se alegra tanto cuando te ve.