Cuando alguien llega con su regalo de palabras al umbral de esta casa, hay un mensaje que dice: "El pájaro se come tus palabras. De eso vive".
La moderación de comentarios es un recurso al que el pájaro acude solo para que ningún comentario se le escape, comérselo y seguir trazando líneas.
El pájaro publica todas, todas las palabras que recibe. Esas palabras envueltas en tela de comentario son su sustento. No existe una casa sin lectores (silenciosos o comentaristas). El lector la sostiene. El lector completa, amplía y enriquece lo escrito. Empuja sus límites. Es el otro lado del puente. Sin lector no hay escritura ni puente posible.
El pájaro ha nacido bendito. Tiene la gloria de recibir alimentación de lujo. Los comentarios que recibe son de una belleza tal que constituyen auténticas entradas, en sí mismos. Son comentarios que revelan la inmersión en el texto, la lucidez de la lectura y una inmensa sensibilidad.
No es justo que no exista la posibilidad de que los comentarios brillen como notas al pie. Para el pájaro tienen la misma estatura que lo escrito.
Si no los responde, es porque realmente se muere de ganas de volar hacia la casa del lector que dejó el regalo e intentar devolverle allí, en su casa, aunque sea una parte de lo que recibió. Empápandose las alas en esta noche de diluvio, siente que es más justo extenderse en las casas amigas y no en la propia. Y seguir entregando en la propia lo mejor que le salga, al mismo ritmo que hasta hoy.
Yo, que soy el pájaro y ya no quiero seguir hablando en tercera persona como si fuera una persona importante (considerando lo aburridas que son esa clase de personas) no tengo palabras para agradecer la hermosura de lo que recibo. De todas las maneras posibles, estoy rodeada de inteligencia y generosidad. Y de amor y vocación de resistencia, que para eso se escribe y se lee, para entrar en comunión con el prójimo en un mundo hostil.
Leo y leeré todos los comentarios. No olvido ni olvidaré ninguno. Con las líneas de cada uno de ellos haré cada tanto un poema-manta, un poema-quilt, que nos arrope a todos y lleve la marca de cada uno.
Y volaré a responder cada comentario recibido en la casa de donde ha llegado, comentando las palabras que se escriban en esas casas. Porque esas palabras también me las como. Con la mano. Y de ellas también vivo.
Vaya, Mariel, vós sós una sinvergüenza...o quizás no entendí bien. Traduzco lo que entendí, por si las moscas: yo escribo aquí; el pájaro que sós vós, se come mis palabra; emprende el vuelo a paradela y va a cagar sobre mis calabazas...y vós te quedás tan ancha...esas cosas no se le hacen a una madre...( ya vendrá quien me diga que este es un blog poético que no admite porquerías, pero, vós que querés, yo soy como Manolito que borra con la goma del zapato...cuestión de nacimiento)
ResponderEliminarbueno, haré una excepción y responderé (ya empiezo a violar las reglas, para variar): sí, exactamente, mi maría, esa es la idea. ¡y verás cómo florecen mágicamente tus calabazas, con los cagandros -ya no meandros- de tinta embadurnada de caca -de alto vuelo- de este pájaro!
ResponderEliminarYa nos habíamos dado cuenta, Mariel, por eso no era necesario que lo justificaras. Pero viendo lo bellamente que lo has hecho, estas palabras que el pájaro ha traído, entonces, qué vivan las justificaciones,como sea, cuando sea, con razón o no.
ResponderEliminarUn abrazo, querida.
Ok, algunas reglas de mi pueblo para el buen comer de las palabras:
ResponderEliminar1. No se puede hablar con la boca llena de palabras.
2. Jamás sople la sopa si tiene palabras en la boca.
3. Si se trata de sopa de letras, puede sorber con ruido (con el ruido que hacen las palabras).
4. Uno vez comidas las palabras, se dice buen provecho.
5. Es de buen gusto extender el dedo meñique mientras lleva a su boca la taza de café post-palabras.
6. Si se le queda una palabra entre los dientes, jamás use un palillo para sacarla. Tenga paciencia y verá que sola se va para adentro.
7. No desmigue las palabras sobre el mantel. No desarme el corcho de la botella de vino.
8. Las palabras con hueso pueden ser tomadas con la mano, hay que aprovecharlas todas.
9. Las palabras inquietas pueden ser tomadas con el cuchillo. Tenga cuidado si hay niños en la mesa.
10. Se debe olfatear con gusto cada palabra. El olor es parte indivisble de la palabra.
11. Coma despacio. Mastique cada palabra 33 veces.
12. Se puede sostener las palabras apoyando los codos sobre la mesa.
Bon apetit.
Intertextualidad eterna, y a la vez, cariño que construye el lenguaje. Digo gracias en nombre de todos.
ResponderEliminarHay bitácoras que incitan al comentario, y me parece que es una obligación (en el buen sentido), un acto de simple cortesía y de generosidad dejar comentarios en las bitácoras, sobretodo si nos han aportado algo. Sé que también, muchas veces, es un llamado a visitar el blog del que deja el comentario. Son maneras diferentes de establecer diálogos. Sentirse correspondido es algo mágico, cuando el Pájaro de China pasa por mi bitácora, siempre es motivo de alegría. Pero también es muy rico volver allí donde dejamos un comentario y hallar una respuesta, o entablar un diálogo al que otros se pueden unir (aquí al lado de esta ventanita tenemos un buen ejemplo). Pero claro, el tiempo que siempre falta para hacer lo que nos gusta, puede ser un enemigo de estas cosas. En fin, de todas formas algo se construye con esos hilos invisibles que van y vienen y tejen otra red que no se llama internet, y es lo que cuenta.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué gustazo poder convertirse en proteina y en el amioácido de tu generosa escritura. Se decía en misa: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme". Y se deglutía - con peligro de ahogo - la hostia. Pues algo así debiera ser la respuesta de tu imagen nutricional, si no fuéramos tan soberbios y ya nos imagináramos ser sofisticado plato para el pájaro. Corrijamos la soberbia. Humilde, me confieso torreznillo. Grasita barata y que engorda.
ResponderEliminarPues eso mismo que ha dicho Bel, iba a decirte yo. Además, pienso, tú respondes siempre, aquí, allá, donde sea, de una manera u otra, y siempre tan mágicamente bien. Adoro tus palabras, pájaro, y comérmelas también.
ResponderEliminarUn dulce beso.
sentir en la tripa algo que a uno le hace saber que sinvergüenza es algo, aquí, extremadamente cuidadoso del otro, de lo otro. lo demuestras constantemente, aunque no volaras a nuestras páginas, aunque no hicieras nada.
ResponderEliminardecir que eres generosa es cosa sabida, eres recontragenerosa, no sé si me salió mal pero trataba de imitarte que hoy vine a jugar tan en serio, verdad...
gracias,
besos,
ò.
sos toda corazon y talento.
ResponderEliminarQué generosas palabras, corazón. Te comentamos porque lo sentimos, no esperamos nada. Es como la lluvia: cae y eso es suficiente porque está bien. Requetemuaks
ResponderEliminar:)
ResponderEliminarUn abrazo Pájaro!
Con que el pájaro vuele, tengo más que suficiente. Sé, que vuela tan rápido y tan concienzudamente, en busca de palabras para alimentar a los que nos acercamos a su nido, que no tiene, ni debe gastar su tiempo, en contestaciones variadas por muy bellas que sean.
ResponderEliminarLo bueno de los pájaros es que están muy poco reposando, y buscan lo que los demás tratamos de encontrar.Gracias, por todo lo que alimentas.
Por eso vuelvo y me voy,
vuelo y no vuelo pero canto:
soy el pájaro furioso
de la tempestad tranquila.
(intertextualidad nerudiana)
un beso sinólogo.