PÁJARO DE CHINA

viernes, 26 de febrero de 2010

NADA QUE CONTAR



El 7 de marzo no pienso dormir. Con las jogginetas puestas, un termo de té verde y la cabeza en off sintonizaré la entrega de los Oscar, previa inmersión en la alfombra roja y los apuntes ofídicos de Joan Rivers sobre los modelitos de las estrellas de turno.

Joan Rivers es malísima y me encanta. Por momentos se le salta la cadena y no filtra. O filtra pero a uno le parece que jamás tuvo un editor. Por lo general la gente que no filtra tiene mala prensa pero ejerce una fascinación morbosa, porque oficia de ventrílocuo personal. Pido disculpas por la pésima imagen que pueda ofrecer, pero para mí es epifánico que alguien convoque a una conferencia de prensa y la cierre, por ejemplo, con un "sigan mamando". Retiro las disculpas. La pésima imagen me chupa un huevo.

Hay que verlo todo. Incluido lo que se perpetra en Hollywood. En todas partes hay pistas, hay señuelos. El malestar en la cultura no perdona y el Kodak Theatre también tiene sus grietas. Ah ... todo lo sólido se desvanece en el aire. Lástima que el capitalismo salvaje tarde tanto. Mientras espero, no pienso perderme ninguna peli nominada (empecé con la opereta Avatar y no pararé aunque me caiga redonda cuando la transmisión se acabe).

Parece que este año prohibieron los llantos (Gwyneth Paltrow me dedicó hace años un lloriqueo marmota e in crescendo que me condujo al meo sin escalas) y los discursos diarreicos. Una pena. Me divierte el llanto seco y sus muecas ad-hoc tanto como los asesores de vestuario que sacan un papel arrugado y se acuerdan hasta de sus tías paralíticas de Oklahoma. Warhol habló de quince minutos de fama. Pero a la gente le das la mano y te agarra el codo.

En Up in the Air, en cambio, te sueltan la mano sin piedad. Es ridículo que alaben la agudeza del director Jason Reitman dada su juventud. Supongo que Jason ya era agudo en el kinder. Es como cuando le perdonan la crueldad a un viejo. O la psicopatía a un enfermo. Como cuando dicen que una peli es "digna", pese a su pobre presupuesto. Que yo sepa, los hijos de puta también fueron niños, la enfermedad no te vuelve bueno y la dignidad no depende de cuánto tengas en el bolsillo. El orden del mundo sí podría sacudirte. Pero las cartas se echaron, deliberadamente, para que se desate el monstruo que llevamos dentro.

Up in the Air no es un drama social sobre el desempleo o el cinismo de los que despiden gente. Clooney está perfecto en su papel, porque tendría la misma expresión en un funeral o una fiesta swinger. Trabaja trepándose a los aviones y poniendo en la calle a empleados de todo el mapa norteamericano, para una empresa que tercerizó el amargo trance de notificar el raje.

Ya sabemos que la compasión es una cuestión de distancia, geográfica y temporal. Es más fácil solidarizarse con las víctimas del terremoto de Haití que con los hambrientos del tercer cordón del conurbano, o la vecina de la casa de enfrente. Y más fácil homenajear a los muertos que gritar por los vivos en problemas. De lejos todos somos de izquierda. De cerca, unos fachos impresentables.

Del mismo modo, a nadie le gusta mancharse las manos y hace lo que puede para alejarse del escenario del crimen con cara de "yo no fui". Para matar se contratan sicarios (cada vez salen más baratos) y para sacarse empleados de encima se les hace la vida insoportable para que se vayan solos y ahorrarse la indemnización; se le encomienda la tarea a un lacayo de segunda línea, ebrio de poder momentáneo; o se contrata a un Clooney carismático que intenta convencerte de que así, besando la lona, empezaron los creadores de imperios, dulcificando con mohínes estilo "papi te bate la posta" tu tránsito hacia el limbo. Incluso puede ensayarse el despido por video-conferencia, para no tener que mirar a los ojos a quien recibe la patada en el culo. Si existe el sexo virtual, ¿por qué no podrían sacrificarte electrónicamente?.

Up in the air tampoco es una comedia romántica. No hay final feliz a la vista, para nadie. La hermana mayor de Clooney acaba de divorciarse y la frustración le ha tallado la cara. Su hermana menor se encamina a un matrimonio de cartón pintado. De hecho, se inventa una luna de miel por el mundo pidiéndole a su hermano, que bate récords en millas aéreas, que fotografíe una gigantografía de la pareja junto a monumentos ilustres. Y la par laboral de Clooney (la Alex de una gloriosa Vera Farmiga que hace rato viene pidiendo pista para un protagónico y le espeta "soy como vos, pero con vagina") se fuga de su rutina doméstica trampeando con un cándido Clooney en encuentros de hotel.


Up in the Air no es un melodrama sobre la soledad de la clase ejecutiva. Clooney da cursos de "motivación" explicando las bondades de aligerar el peso de nuestras valijas. Porque hay que moverse. Rápido. Está entrenado en la adrenalina de la repetición mecánica y anestesiado por la certeza de esa repetición. Ha roto todo vínculo emocional, vive de hotel en hotel y acumula, como su amante Alex, tarjetas de plástico que ni de lejos tienen el glam de aquéllas de la competencia tarjetera en American Psycho. Está sujeto a la ley del gallinero tanto como aquéllos a los que les cortará la cabeza, con la mayúscula diferencia de que debajo de su cabeza hay una red material construida al precio de amputarse el corazón.


Up in the air no es un análisis sobre las distintas formas de decir el tan en boga "estás nominado", un hit de los realities devenido versión contemporánea de la "sociedad del examen" auscultada por Michel Foucault. Hay quienes se regodean en decirlo, quienes creen que es más benevolente que lo digan ellos y no otros (como Clooney) y otros que directamente no pueden soportar decirlo (como la nueva especialista en recursos humanos que cree llevarse el mundo por delante y renuncia inmediatamente con el cerebro partido).

Tampoco es una película sobre lo lejos que ha quedado la "revolución", en un mundo donde todos se desesperan para conservar su puesto en lugar de cargar contra la patronal burguesa. Ya no hay toma por asalto del Palacio de Invierno. Hay ola de suicidios en France Telecom.

Up in the Air es todo eso y algo más. Algo horrible. Algo horrible que Reitman muestra sesgadamente, sin estridencias ni subrayados, con un sentido exacto del rol de cada personaje secundario y una ausencia casi total de planos cortos, mientras suena una música ligera de sábado a la tarde.

La vedette de las tres películas de Reitman es el aparato fónico. En Gracias por fumar, para ganarse la vida poniendo en duda la maldad de las tabacaleras. En Juno, para reivindicar la ausencia de deseo maternal. Y en Up in the Air, para mostrar que está ahí pero no sirve para nada.

En Up in the Air se cortó la comunicación. Y ni siquiera la salida individual es una salida. No solo para Clooney (es evidente) sino tampoco para la "clase media" que se inventa viajes imaginarios. En una escena presuntamente "periférica" y estremecedora, que en realidad es el núcleo duro de un film en el que lo demás bordea el McGuffin, Clooney intenta convencer a su futuro cuñado de que por favor no plante a la hermana en el casorio y entre a la iglesia. Su futuro cuñado es agente inmobiliario (empleo simbólicamente gris, si los hay) y no está sufriendo un ataque de pánico pre-boda. Está frente a una demoledora crisis de sentido.

Dice: "me caso, trabajo, ahorro, tengo un hijo, ahorro, trabajo, tengo otro hijo, sigo ahorrando, envejezco, engordo, me quedo pelado, me enfermo, me muero. ¿Para qué?". Clooney no lo consuela con una monserga estilo La vida es bella. Asiente y repite "¿para qué?". Y le pide que no deje a su hermana, con cara de "es mejor atravesar el desierto en compañía".

En la enumeración del cuñado de Clooney está la condena al Erlebnis y la desparición del Erfahrung que Walter Benjamin diagnosticó en 1936, cuando escribió el ensayo "El Narrador". En alemán, esos dos términos significan "experiencia". Pero el Erlebnis es la vivencia aislada, superficial y efímera y el Erfahrung (vinculado a la noción de peligro expresada como gefahr) es la inmersión del sujeto en el acontecimiento, que puede articularse en una "narración" oral.

Cuando volvemos a casa y nos preguntan qué hicimos durante el día, probablemente respondemos "lo de siempre". No podríamos hacer, de nuestro día, un relato. No podríamos convertirlo en una historia digna de ser contada.

Benjamin citaba como ejemplo a los soldados que retornaban del frente luego de la Primera Guerra Mundial, silenciosos y brutalmente empobrecidos a nivel comunicativo.

Tantas décadas más tarde, el empobrecimiento es devastador, aunque vivamos pronunciando palabras. Palabras-baba. Palabras-ruido. La guerra continúa por otros medios. Nuestra lengua es la de los loros. No tenemos realmente nada qué decir. No podemos intercambiar experiencias. No nos movemos horizontalmente ni vamos hacia abajo. Nos perdemos arriba de las cosas. Up in the air.


Fotos: Up in the Air, Jason Reitman, 2009.

15 comentarios:

  1. No tenemos nada que decir porque tú tienes todas las palabras. Pájaro me rindo, estoy de acuerdo de la A a la Z, con tu disección de Up in the air. Yo también veré los Oscars, y desearé que alguna se caiga en la alfombra roja, de bruces para que no parezcan tan perfectas. No quiero que se haga daño, simplemente que se le baje un poco la autoestima. Y quizás que se le estropee un poco la silicona.
    Besos, sigue volando.

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  2. El pibe Reitman viene prometiendo hace mucho. Juno me pareció decididamente floja, pero Gracias por Fumar creo que fue uno d elos mejores films de 2005. Veremos que pasa.
    Muy bueno el analisis che.

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  3. "De lejos todos somos de izquierda. De cerca, unos fachos impresentables."
    Mentiría si te digo que lo leí todo, pero estoy excusado, entre tanto apuro, el no haber visto la película y la longitud del post.
    Pero me gusta verte con el cuchillo entre los dientes. Aunque me pregunto si alguna vez te vi de otra forma.
    Y que la sigan mamando.

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  4. soy otra de las personas sin nada que decir, es verdad, la pelicula (la ví la semana pasada) es "crudita" pero superficial. A la vez deja el vacío en el que la mayoría habitamos. Muy buena descripción. Un abrazo!

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  5. Bueno, todavía no te hice caso con AVATAR, aunque muero por verla, pero en 3D.
    Y esta irá a la cola, después de ver la que esperé con tantas ganas y que finalmente se estrenó ayer: LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES.
    Esa espera a que termine de leer las 200 páginas que me quedan del último libro de la trilogía.
    Te la recomiendo a la peli. Dicen que es muy buena. El libro es atrapante.

    Saluti

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  6. Dices tantas verdades que ya no queda nada que añadir. Sí a todo.
    Lástima que no dejen llorar. Es muy saludable.
    Besos.

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  7. Supongo que es el efecto canalla de la inmediatez, la negación del futuro porque no existe destino, solo velocidad.
    No sabemos qué hacer con el fracaso ni encontrar nuestro lugar en su abundancia. Tenemos demasiada prisa para detenernos y pensar ¿a donde?

    Los ancianos de la tribu duermen satisfechos. Se saben venerados. Conocen su lugar en la existencia. Tras la muerte encontraran a sus ancestros y desde la vida serán saludados por aquellos que aman. Fueron jóvenes un día, es cierto. Pero aún entonces conocían el sentido de la vida. Siempre fueron conscientes. Formaban parte de una cadena y aún jóvenes respetaron el lugar que ahora ocupan.
    En la infinitud del universo, en la vastedad de la tierra, conocieron la importancia de su existencia, la importancia del eslabón en la cadena.

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  8. Tu Pájaro pendiente de tus vuelos , de las pelis y de los Oscar.

    Yo en la tierra enrolada en plantar semillas que serán flores, no puedo parar de sembrar y de contemplar donde vivo , me niego a estar en casa quiero estar en constante contemplación con la que hay montada aquí, todos los almendros en flor, de distintos colores todas las gamas de blancos, rosas, en cada rincón una minúscula flor ¡qué quieres me priva el campo!.

    Leyendo tu entrada me entero de las cuestiones del cine, y me vale.
    Por cierto , volví a ver El Paciente Ingles- magnífico fotograma, en que Hanna le pone en la boca la ciruela peladita, se me había olvidado ese detalle.

    Y después quise entrar para decirte que la Loren esta increíble en Roma Ciudad Abierta- blanco y negro y su tema también-, pero ando plantando como loca.
    Hoy te lo digo todo de corrido. Besos

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  9. Sólo por oir tus palabras cuando esté en la butaca del cine, creo que me tragaré al Clooney, que no es de mis favoritos.
    La desmenuzas y luego la regurgitas, así te veo, estimado Pájaro.

    :) :) :)

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  10. Hoy he venido despacito a leerte...¿y qué es lo que me pasa? Lo que suele pasarme contigo: mis hombros empiezan a moverse de arriba a abajo en forma de sacudida incontrolable, y...,es que no puedo evitarlo, me sale la carcajada.Sé que me repito, pero es que es lo que me pasa.¡Eres tan brillante, que la alfombra roja se quedaría pálida a tu lado!
    Mi querida y entrañable amiga, estoy que no estoy, estoy que no se quién soy ni a dónde voy, y todo porque el amor me sorprendió por la espalda, y de forma traicionera: no me da la cara. Así que me refugio en una melancolía casi enfermiza que de seguir así, mandaré a tomar viento cualquier día de éstos, no obstante tomando conciencia de mi misma siempre, respiro, sé que estoy, que soy y nada podrá robarme -al menos por mucho tiempo- mi alma que prefiere ser volcán antes que lava.
    Me acuerdo siempre de ti, y me impulsas hacia arriba. Gracias.
    Un abrazo, loco.

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  11. Cuando joven no me perdía una entrega, sólo que los horarios trasatlánticos no acompañan: yo me acostaba (dichosos años de Universidad) y justo mi padre se levantaba para ir al trabajo. Ahora ya no puedo quedarme, es obvio, pero reconozco que este año está el morbo de las diez pelis. Demasiado para mi gusto: volverán en unos años a las cinco, ya verás. Es convertir una gala seria en un mercadillo. Besos.

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  12. Después de leer tu crítica cinematográfica solo me queda ir a ver la película.
    un beso y sigue volando..

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  13. Buenos días. La peli, sobre todo, me pareció aburrida, los personajes romos, chatos, aburridos; la puesta en escena, aburrida; el Clooney se parecía mucho a un vendedor de café Nespresso, aburrido. Vera (creo), exagerada y aburrida. ¡Qué sopor!. El diseño gráfico, excelente. Y el comentario de usted, señorita, muy bueno, lo mejor de la película. Escribe usted muy bien. Felicidades. Buenos días.

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  14. Uh, la puta madre, tengo ganas de tirarme a llorar al piso... (bueno, primero escribo esto y despues me tiro).

    Con qué llenamos el vacio?

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  15. A mi me gustó mucho En el aire.
    Me gusta leer tus letras cinéfilas.

    Abrazos.

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