No hay nadie ahí. La soledad del campo me desespera. La vastedad de la pampa húmeda empuja constantemente la línea del horizonte. La línea del horizonte ha retrocedido tanto que ya no puedo verla. El espacio plano de este verde neutral está lleno de trampas. El césped te succiona como si pisaras arenas movedizas. El campo está vacío porque se ha tragado muchas cosas. Antes había caballos y vacas, que pisaron el lugar incorrecto y fueron deglutidos por un agujero negro. Bajo esta superficie aparentemente inofensiva, hay una pampa más húmeda todavía, invertida y subterránea, en la que flotan a la deriva los animales que dieron el mal paso, arrastrados por un fluido viscoso en el que muchas veces quedan atascados. Patalean para no ahogarse hasta quedar inmóviles, por los siglos de los siglos, amén.
A las estrellas que perforan la noche como balas de plata no les importa nada de lo que sucede. Son un entretenimiento para los astrónomos profesionales y los observadores amateurs de los cuerpos celestes. No cambiarán su posición ni alterarán su potencia lumínica en caso de desastre. Podríamos escupirlas o dedicarles un poema golpeándonos el pecho y les daría lo mismo. Arriba todo esta quieto sobre el campo minado.
H. no lee revistas. Lee teorías críticas y matrices de pensamiento. Está buscando el trampolín o el hueco desde que nació. Me estremece su capacidad de abstracción y síntesis. Se mezcla entre la gente pero su punto de vista es usualmente cenital. La revista es una pieza menor y anecdótica de una maquinaria salvaje. Cuando su cerebro cruje o quema, H. se va a jugar. Está jugando desde que nació.
Tiene una colección de pelotas de colores para jugar con los perros hasta mimetizarse con ellos, corriendo a la caza de la pelota de turno. Y un juego archivado en su computadora, en el que aniquila sin piedad a unos monstruos de contornos difusos que no le dan sosiego. Donde corta una cabeza, aparecen siete. No es un duelo entre caballeros sino un combate librado en desventaja, donde demonios electrónicos lo atacan por la espalda y desbaratan sus expectativas. La única regla es disparar ante el menor movimiento o ruido sospechoso, si no quiere desaparecer. Algo que los animales no pueden hacer en el campo, que es un gran desaparecedor sin previo aviso.
Tiene una colección de pelotas de colores para jugar con los perros hasta mimetizarse con ellos, corriendo a la caza de la pelota de turno. Y un juego archivado en su computadora, en el que aniquila sin piedad a unos monstruos de contornos difusos que no le dan sosiego. Donde corta una cabeza, aparecen siete. No es un duelo entre caballeros sino un combate librado en desventaja, donde demonios electrónicos lo atacan por la espalda y desbaratan sus expectativas. La única regla es disparar ante el menor movimiento o ruido sospechoso, si no quiere desaparecer. Algo que los animales no pueden hacer en el campo, que es un gran desaparecedor sin previo aviso.
Jugar implica, para H., una experiencia puramente sensorial que preserva las poleas y palancas de su cabeza. Juega con la misma paciencia y concentración inflexibles con las que se entrega a la lectura. Sabe que la impaciencia es hermana del desvío inútil. Me regaló un par de patines para que no piense. Flexiono mis rodillas espontáneamente y me dejo llevar por la velocidad. Si me golpeo, es parte de la experiencia. Las caídas son parte del patinaje, como son parte de la Ronda Nocturna de Rembrandt el ácido y las cuchilladas que recibió. Nada está quieto, ni siquiera en los museos.
El capitalismo es sencillo. Muchos pidieron que volvieran los lentos para bailar abrazados en las discotecas, pero la cantidad de roces resultó ser inversamente proporcional al consumo de tragos en las barras. Entonces los lentos desaparecieron. Probablemente la masturbación no esté simbólicamente sancionada porque habitualmente necesita estímulos provistos por el mercado, bajo la forma de revistas, películas o artefactos de sex-shop. Las relaciones virtuales, por su parte, son como un taxi donde caen las fichas que marcan la facturación en el reloj. Cuando hablamos con H. en nuestro cuarto, a oscuras y antes de dormirnos, el tiempo nos pertenece exclusivamente a nosotros.
Las persianas están entreabiertas. No tenemos cortinas. Miramos como dos tarados las figuras cambiantes que las luces artificiales de la calle proyectan en el techo, o hacemos sombras de la China en las paredes. H. ha perfeccionado a extremos asombrosos la variedad y nitidez de sus sombras, incluyendo a varios personajes imaginarios con los que entablamos diálogos absurdos. Me río hasta llorar.
Me seco las lágrimas y no quiero dormirme porque sé que al cerrar los ojos todo virará al negro absoluto. No puedo cerrarlos bruscamente, sino en cámara lenta y con la asistencia de tanques de oxígeno, como un buzo que inicia su descenso. La música continuará sonando a bajísimo volumen hasta el amanecer y el libro se me caerá finalmente de las manos, cuando resbale y desaparezca por completo en la boca del sueño.
Me seco las lágrimas y no quiero dormirme porque sé que al cerrar los ojos todo virará al negro absoluto. No puedo cerrarlos bruscamente, sino en cámara lenta y con la asistencia de tanques de oxígeno, como un buzo que inicia su descenso. La música continuará sonando a bajísimo volumen hasta el amanecer y el libro se me caerá finalmente de las manos, cuando resbale y desaparezca por completo en la boca del sueño.
Bueno, ciertamente, el aumento de la carne y la falta de vacas es un problema para nuestro estómago burgués.Pero me parece que no es tan trascendente para que entres en semejante estado de demencia.
ResponderEliminarYa vendrán tiempo mejores. Y en última instancia, tenemos las verdures y el atún enlatado. Beso.
Sos una cosa espectacular. Sos el agua caliente cayendo por el cuerpo luego de una hipotermia de amor vacío.
ResponderEliminarSos un pájaro con alas de Condor, vas lejos,nos quedamos detrás....pero ahí estamos.
Te beso, hermosa mujer. Dichoso tu amor,dichoso tu hombre.
Como un gato cuando llega a una casa nueva, primero revuelve, investiga todo y enseguida se hace el amo.
ResponderEliminarCreo que no es un estado de demencia, sino más bien que Lilith ya encontró su sitio, yo la siento mas serena.
Un abrazo lluvioso.
Me cuesta seguirte cuando hablas de películas que no he visto, de libros que no he leído o de lugares que no he visitado, pero cuando abres las alas, querido pájaro, y oteas la llanura y ensayas otros horizontes... vuelo contigo.
ResponderEliminarLa soledad del campo tiene que ver con la nuestra propia. Este es uno de esos textos tuyos que me dejan con un hilillo de respiración de nada...
ResponderEliminarAlgo hay de metáfora universal en esos agujeros negros de la pampa: metáfora de los riesgos del amor, y también del arte, que es un poco amor propio. Desasosiega pensar en lo que el ejercicio del arte, o del amor, tiene de desaparición de uno mismo, más o menos el mismo desasosiego que uno siente cuando contempla un mar tranquilo bajo cuya superficie se sospechan los primeros movimientos de una galerna. Algo tiene el amor -también el arte- de un ejercicio de cacería en el que te sientes la víctima propiciatoria de un holocausto al que te cuesta no ofrecerte porque -como tú dices- sería como descender a la negrura...
ResponderEliminarY ahora me quedo un poco más en tu escritura, tomándome un poquito de café caliente...
Carlos
El Toro
¡Es cierto , es el pensamiento de Lilith girando sin parar!
ResponderEliminarLa llanura, me emociona, la soledad una necesidad, el silencio la creación.
Con ellos juego, también hay pelotas, pero no hay juegos de computadora, eso no, en el cuarto de mi hijo no entro, no tengo autorización, y lo respeto.
Y me rio con J. todo lo que vive es la primera vez para él . Bailamos música clásica, no podría otra cosa con 89 años, nos regalamos besos y él todo un caballero siempre dice , gracias.
Cuando la oscuridad entra ,yo entro en esa otra dimensión del sueño,el sueño también me hace regalos, me lleva y me trae de un lugar a otro y ¡ vuelvo a volar!
Sueño que provoco el sueño de volar de forma consciente, hago vibrar mis brazos hasta que siento que me levantan, echo mis piernas hacia atrás y ya está. ¡Volando voy, volando vengo! como Camarón.
Mariel, no se si te das cuenta pero me provocas, provocas mi inspiración. Cuando te leo y entiendo lo que escribes( no siempre me pasa), me sale todo el pensamiento de corrida, como si estuvieras aquí y habláramos. Gracias por provocar mi salida del embobamiento.
Besotes
...Yo siempre quise abrazar el silencio, aunque no puedo estar sin música, y siempre me estremezco cuando tengo ante mí un horizonte inabarcable...
ResponderEliminar...siempre soñé con ponerme una mochila a la espalda y recorrer la inmensa Pampa...
...Duele tu reflexión, pero yo soy como esos niños que se quedan con la boca abierta sorprendidos y se imaginan que están ahí, en el escenario del cuento...
...Me gustan tus cuentos de las 4 de la mañana...
...Besos, abrazos y carantoñas...
El campo no es bueno para la gente de ciudad, no sé si coincidís, las madrugadas insomnes pueden hacer buenos textos y malos juegos con los animales. Volvé a casa querés.
ResponderEliminar"Nada está quieto, ni siquiera en los museos".
ResponderEliminarCon esta frase remueves la madrugada y te pierdes en la llanura en pos de la línea del horizonte, que se aleja conforme te acercas. Muy cerca de ti, la paz confortadora, el amor que salva y sostiene, el auténtico museo de la vida.
Me encantó, Pajarito querido.
Estoy lejos,me debo perder un monton de cosas, pero me tranquiliza el hecho de las estrellas,siempre ahí. Besos
ResponderEliminarBella metafora, para enseñarnos la belleza de la pampa solitaria.
ResponderEliminarPrecioso!!
Cariños
Vengo de un viaje de dos millones de años. Viajo sobre las plumas de un pájaro. Descanso en Pegaso, Casiopea, Orión. Llegando a Sirio debo prepararme, nos acercamos. He conocido a Adriano, he visitado Venecia, Constantinopla. Me fascinan Flaubert, Wilde, Monet en el Marmottan, Rotkho con sus negros y grises, Van Gogh sin oreja. Quisiera ver a Van Eyck pintado por Modigliani y a Laura cantada por Cobian. Oigo a Patti Smith mientras el tren de Turner entra en la estación, junto a la fuente de Niki.
ResponderEliminarEl pájaro vuela, vuela, vuela.
Venimos de Andrómeda y su fulgor aún nos acompaña. El tiempo no es nada, tampoco el espacio, suena Yumeji's Theme...
La planicie total me es extranjera (y fascinante) por ahora, pero entiendo lo terrible que puede ser, esa confusiôn con el cielo, un verdadero vértigo, las trampas (la cordillera también las tiene pero las intuîmos) y esas magnîficas balas de plata (sic). Y ahora me voy a cerrar los ojos lentamente...
ResponderEliminarUn abrazo