Convivo con My Own Private Vampira. Es horrible y mete miedo. Pero a mí me fascina. Yo me acuesto en la cama con ella y ella se acuesta en su ataúd. Lleno de tierra. Lleno de miedo. Cruzó el mar para estar conmigo. La mata el amanecer y el crucifijo. No se refleja en los espejos. Anda solita y es una chica mala de verdad. Quiere sangre. Quiere sexo. Sangre de venas y tubo de laboratorio. Sexo de orgía.
Las dos vimos Crepúsculo en la tele sin que se nos moviera un músculo. A esta altura de la soirée, a mí no me sorprende. Es más, no esperaba ver una de vampiros, sino una supuesta lectura del vampirismo en clave posmoderna. Ella se aburrió soberanamente y me ofrendó sus bostezos. Casi tengo un orgasmo ante el espectáculo de sus colmillos afilados. Ya dije que mi vampira me vuela la cabeza.
Le pedí que se quedara para que realmente pasara algo. Edward Cullen definitivamente no es mi tipo. Será porque mi vampira asegura que no es de su cofradía, aunque Edward Cullen la va de Nosferatu cool.
Hay un gran relato según el cual el vampiro no puede ser cool, por definición. Hay un gran relato con ciertas definiciones de lo que significa ser vampiro: ser un monstruo, por dentro y por fuera. Ay, sí. Aunque no lo parezca, el vampiro es, en definitiva, mujer. Su mundo es nocturno. Vive atravesado por lo fluido y por lo orgánico. Su núcleo está abajo, bien abajo. Se mueve en galerías subterráneas y pasadizos.
Ay, no. Será una pena, pero un vampiro es también tu doble. Tu Lado B, desatado y oscuro; tu pulsión siniestra que no puede parar. No hay lugar para los dos, ni en los espejos ni en esta vida. Por eso tu vampiro tiene que ocultarse y dormir en su cajón. Adivinaste. El vampiro bien podría ser tu inconsciente, ese banquete para Sigmund Freud, ese botín para la policía. Lo persigue la ley. Lo hace retroceder una cruz.
Resulta que, en Crepúsculo, Edward Cullen (el supuesto vampiro) está mejor que el pan con manteca, estudia en una universidad norteamericana, vive con su clan en el bosque (en una casa-tipo-country, minimalista e hipertecnologizada), maneja para ir a clase una nave digna de James Bond y una 4x4 para sus corridas campestres y juega al béisbol trepándose a los árboles como un mono (porque, como Superman, puede volar, habilidad que lo candidatea para superhéroe y no para el casting del tren fantasma).
Eduardito está arriba, bien arriba, en todos los sentidos.
Eduardito está arriba, bien arriba, en todos los sentidos.
Obviamente, luce una dentadura que bien quisiera mi odontólogo, digna de un aviso de Colgate. De los Dracu-Dracu que yo me calzo detrás de la puerta para asustar (aun más) a H., ni noticias. El sol no lo mata: lo cubre de unas gotas símil-plata que te redoblan las ganas de partirlo al medio. Y se burla de las cruces, ese fetiche de otro gran relato, como buen chico posmo que tira citas en alegre cut & paste y sonríe con un guiño cómplice.
Además de no despeinarse jamás y vivir planchado, Edward no mete mano y su chica (bobamente llamada Bella), tampoco. La gran razón por la que Martina, mi co-equiper en las salas, pudo disfrutarlo en pantalla grande y comprarse la peli en DVD. Pese a proclamarse un outsider, este chico no coge. De partuzas que te pongan los pelos (y afines) de punta, ni hablar.
Lejos quedaron los tiempos en los que mi chica vampira se relamía con el Nosferatu de Murnau.
O salía del jonca para hincar sus colmillos junto al Nosferatu de Herzog.
Y pasarla bomba con Isabelle Adjani.
(adviértase con qué determinación Nosferatu clava los garfios en una genuina teta francesa)
Más lejos, si cabe y aunque fueron filmadas más recientemente, han quedado aquellas madrugadas orgiásticas tributadas por el Sr. Coppola a Bram Stoker, auténticos tole-toles en los que a todos se les terminaba soltando la cadena instigados por Ellas, las sibilas de la lascivia que te dejaban no solo de cama sino chorreando sangre como una regadera.
Porque es la hora de Edward y sus amiguitos (falta que lo acompañen y le tengan la puerta del baño). Todos supuestos vampiros como Edward, todos outdoor, lisos y copados, tan copados que se leyeron todos los manuales de autoayuda, son human-friendly, viven en pareja y beben y comen sangre y carne animal. Ya los veo haciéndose veggies y meditando sentados en posición de Buda sobre el tafu.
Murnau y Herzog hicieron de Max Schreck y Klaus Kinski sus Nosferatu. Max portaba el terror hasta en el apellido y Kinski tenía un pato fuera de la fila las 24 hs. corridas, sin vacaciones ni feriados. Sin maquillaje, los dos seguían siendo más feos que la muerte. Coppola eligió a Gary Oldman, que con maquillaje te hacés pis encima y sin ayuda de la cosmética ... bueno, sobre gustos ...
Bajo la heroína del relato temblaba en todos los casos una tremebunda perra, menos heroica que la heroína pero cuya presencia solapada y desencadenada te activaban las ganas de darle hasta morir. En la vida real, la exquisita Wynona hasta fue chorra y la pescaron. La noviecita de Cullen, en cambio, es un tedio. Y que no me digan que es un mina polenta porque elige rajarse con Eduardito.
Que yo sepa, cualquier chica que haya aprendido un poco de feminismo ya no necesita a papi y mami y se banca sola, o necesita hacerlo con urgencia, entre otras cosas. Además, con un vampiro sin colmillos y con el lomo de Eduardito se raja cualquiera.
Las apocalítpticas voces argentas nos dejaron los huevos por el piso augurando que nos robarían nuestros preciados recursos naturales. "Vienen por la tierra", aullaban, "viene por el agua". Ok. También vinieron por los vampiros, batiendo récords de taquilla con una oda a la domesticación del inconsciente.
Porque Eduardito & friends ni siquiera se relamen. Se reprimen. A fuerza de voluntad, pueden controlar la afición más heavy de su ADN presuntamente fallado. God bless America, que hizo de Eduardito & friends una tribu de self-made vampires.
Para compensar un poco, también hay un tribu de vampiros-malos que sí miran los cuellos con cariño. Atrasan un poco y tienen look jipón, pero se bañan. Parecen salidos de Woodstock, impecables y maquillados. O sea, también tienen onda y vendrían a ser vampiros hippie-chic.
Crepúsculo, una revisión presuntamente fresca y divertida del vampirismo hecha desde una presunta peli de vampiros, me recuerda a cierta pseudo-literatura presuntamente de izquierda, que revisa y critica en clave de comedia a la izquierda "clásica", con profusas citas servidas por Google y cut & paste batido y mezclado en lugar de ideas.
Y cuyos autores se ofenden si alguien les dice que eso no es literatura, o que son funcionales a la derecha, o que coquetean idiotamente con ella. Y responden: "¡ay, no, ahora resulta que revisar o criticar a la izquierda es ser de derecha, no ven, no entendieron nada!". Sí, entendimos. Y no es copado.
Y cuyos autores se ofenden si alguien les dice que eso no es literatura, o que son funcionales a la derecha, o que coquetean idiotamente con ella. Y responden: "¡ay, no, ahora resulta que revisar o criticar a la izquierda es ser de derecha, no ven, no entendieron nada!". Sí, entendimos. Y no es copado.
Yo solo sé que si la critura tiene dos patas, plumas, un pico y dice "cuak", es un pato. Si tiene colmillos, bebe sangre, anda por los subsuelos sin compañía y no la tocarías ni con un palo (aunque secretamente dejarías que te toque todo), es el Conde Drácula en sus múltiples versiones.
Edward Cullen no es una versión renovada del vampirismo, porque es cualquier cosa menos un vampiro. Del mismo modo que esa supuesta literatura progre 2.0 no es progre ni es literatura. Los libros, como los vampiros, tienen que correr riesgos de verdad y no de mentirita.
Claro que el éxito de Crepúsculo está en sintonía fina con esa "nueva" literatura que pretende transgredir y romper códigos. Acabar con los grandes relatos y celebrar la diversidad de las especies. Citaría a Deleuze (que mide tan bien) y hablaría sin falta de los "rizomas" (copadísimos) pero creo que lo dijo más corto y más claro Nanni Moretti en Aprile: todo tiene que ver todo. Parece que no, pero sí. Parece que non c'entra, pero c'entra.
Mi vampira privada goza de buena salud. Mi siniestra, mi sinistra. Reconoce al toque a los vampiros de opereta. Ahora que es tarde se está haciendo la camita, en su jonca con tierra por acolchado. Quiero que se meta en mis sueños, así hago mientras duermo todas esas barbaridades que durante el día quiero hacer, pero, ay, qué lástima, no me animo.
`Fotos: Twilight, Catherine Hardwicke, 2008
Nosferatu, F. W. Murnau, 1922
Nosferatu, W. Herzog, 1979
Bram Stoker's Dracula, F. F. Coppola, 1992
Film: Aprile, Nanni Moretti, 1998
De vampiros, todavía estoy alucinado con Bela Lugosi, que estaba muy loco y era vampiro de verdad. Bela Lugosi me fascinó desde que nací, y en eso no hay nada de nostalgia. Nadie abrió los ojos de esa forma tan aterradora.
ResponderEliminarBueno, si, Vincent Price también, pero no era vampiro. Aunque abrá tenido su vampirito en un cajón. Como todos. Un abrazo.
Hoy estás cáustica, Manrique! Pero me he reído mucho, con esas referencias a la cara B, que te sienta genial, yo lo sé, y también con esa evidencia que sólo se adquiere tras un máster en vampirismo: que un vampiro no puede ser cool, verdad, verdad... Me quedo en tu casita un rato, con el café y el pajarito... se parece mucho a la felicidad.
ResponderEliminarBravo, Pájaro. Me ha encantado.
ResponderEliminarEn la vida real nos quieren asustar, y en la ficticia nos quieren proteger. El mundo al revés.
Cuida a esa vampirita mala.
Besos.
Lejos quedaron los años 60, ahora todo viene con chocolatada, no con sangre y semen, con puños en alto y luchas en la calle, ahora todo viene bien Light, las ideas, los libros, las películas, los guerrilleros y sobre todo, los vampiros.
ResponderEliminarTodos un poco más mediático, barra bravas, curas (que podrían andar bien como vampiro, por lo diabólico de su persona y la lasciva y lujuriosa mirada que tienen sobre sus fieles creyentes, sobre todos los pequeños), los políticos, los de izquierda, los de derecha, los de centro (que nunca dan en el centro y siempre se tiran para el otro lado de donde dicen pararse) todos se peinan para la foto, aunque sea foto carnet.
No hay caso, lo carnal, lo viseral no tiene raiting por estas horas, salvo los bailando por un sueño que nos enseña a ser putas y políticamente incorrectos, no hay nadie que transgreda los límites, ni el mismo hijo de Lucifer viene a salvarnos.
De la literatura de pseudo izquierda, pseudo filosófica que viene a revisar la historia de la izquierda, no queda más que decirle que con los resultados de sus “grandes” papers se hagan una enema y vean si encuentran el anticristo.
Los vampiros no son lo que se ven en la pantalla, nada es lo que muestra la pantalla, mucho menos esta pantalla pos 11 de septiembre, donde todo es maquillado, falso, sin gravitación importante, ya no quedan superhéroes, ni vampiros que puedan salvarnos. ¿Dónde estás Jean Dean? Sin ser sobrenatural, sin ser vampiro hace muchas más cosas que este Eduardito.
Aterciopeladas pieles, sin Aterciopelado que cante y pueda congratularse con ellos.
Todo tiene que ver con todo, es tan pobre este momento a nivel intelectual que no queda más que resignarnos en nuestros cuartos y autocomplacernos con viejos escritos, con viejas películas, con viejos malos.
Que la noche te haya sentado de lo mejor y hayas explorados junto a tu otro yo, perdón, vampira, esos mundo prohibidos y tan placenteros que durante el día nos privamos y a los que tanto tememos, por gloriosos.
Un saludo grande. Buen viernes y mejor fin de semana.
HologramaBlanco
Tu crítica de cine no tiene desperdicio, si fuese el dueño de algún buen periódico o revista de cine no dudaría en contratarte.
ResponderEliminarMe quedaría con el Drácula de F.W.Murnau y el de W.Herzog y del de F.F.Coppola con el vestuario de la japonesa Eiko Ishioka realmente mete miedo.Twilight no la he visto
un beso.
Así debe ser la crítica: radical, humorística, basada en subjetividades y muy pero que muy sangrienta.
ResponderEliminarUn beso, y sí, quiero y mis fotos también. Lo desean, que descuartices, amarres, ates, sueltes y las pongas con un vuelo más largo.
un beso
Eduardito no puede tener colmillos, toma sangre con sorbete, sangre segura, pasteurizada, con certificado de calidad, libre de aftosa....yla verdad que mucho erotismo no tiene, es como yoghur con sabor a lemon pie, viene tipo A, B y O, en su versión RH positivo (en tacho blanco) y negativa(tacho rojo)
ResponderEliminarAme esta pelicula, no por Cullen, sino, porque Bella,si, quiza bobamente Bella desato el vampirismo en mi guardado. Besos
ResponderEliminarA mí me gustan los vampiros sucios, como los de Carpenter o 30 días de noche. Algo así como el spaghetti western de chupasangres.
ResponderEliminarLeyó los libros de reglas de Vampiros:mascarada? No soy rolero, pero están muy buenos. Algún día llamaré a mi gurú sobre el tema y jugamos (aunque él es hombre lobo)
Buenísimo retrato de estos vampiros pijos. Qué bien explicado: vampiros edulcorados que son niños bien y cualquier cosa menos vampiros. La revisión de los antiguos mitos que practica el cine de Hollywood los desvirtúa todos: no parece que nada vaya a quedar intacto, hay que reciclar, reconvertir, "adecuarse" al impoluto gusto del presente aséptico. Y nada de sangre ni estacas, claro.
ResponderEliminarMordiscos...
Nada me gustaría más que me vampirizaras con tu lectura... POS MAGUANTO: me quedo con la música, porque como dicen en mi tierra: " No veo un pijo", osea, que mi vida es un desastre y es que no ver bien es como salir a bucear en un mar sin peces, completamente desalentador y cruel.
ResponderEliminarNo me queda nada más que decirte que me lleno de esa energía fuerte que emana tu música y que te echo de menos. Toy triste sin vos.
Un abrazo muy fuerte,
Bego.
Un día, bajando de un taxi, en Murcia, vi al mismísimo Nosferatur. Iba camuflado, con jersey de pico de color verde billar colgado al cuello, como si fuera un inocente señor de Santander. A mí no me engañó. Antes siquiera de ver el rebaño de ratas a sus pies, ya había cerrado la puerta y le había dicho al taxista a grito pelado que continuara-para estupor de un conocido escritor que iba conmigo en el mismo vehículo.
ResponderEliminarHay otro tipo de vampiro que odio, ese que te llama, te tiene tres horas al teléfono y cuando cuelga adviertes que tu vitalidad se ha esfumado. "Ladrones de energía", les llaman ahora.
En cuanto a ti, oh Pájaro de China, no tomo por verdad tu transmutación en viscoso bebedor de sangre humana.
Aunque, por si acaso te aseguro que la mía, tan roja, jugosa y bien guardada, no la catarás.
Sinceramente ex-tuya, con el cuello forrado por siete bufandas bordadas de cruces sobre un collar de ajos, y una pistola con balas de plata en cada una de mis seis o siete manos.
Blanca
Estos vampiros esterilizados meten más miedo que los clásicos. Si te atacan te convertís en uno de ellos. Espeluznante.
ResponderEliminarEl manotazo del gran Klaus seguro no estaba en el guión.
Gracias por esta resurrección de mi querido vampiro, si se quiere, decimonónico. Definitivamente, si los vampiros del siglo XXI (y los venideros) son los de crepúsculo, no sé para qué me he consagrado a tantas horas de Shelley, Stoker, H. James, Maupassant y tantos otros... que no acaben siendo un sueño baldío.
ResponderEliminarMe encantan tus críticas de cine. Coincido conque es cualquiera Crepúsculo, y ni te imaginás la basura que es el libro, yo lo defino algo así como un "Corín Tellado con colmillos" (aunque casi no tienen). No se trata de dar un nuevo matiz u óptica al vampirismo sino al revés, darle una nueva óptica al sexo y las relaciones imposibles, con el agregado vampírico.
ResponderEliminarSi vieras las chicas que vienen a comprar histéricas estos libros, dan ganas de prenderlas fuego.
Besos sanguinolentos.