No soy yo quien habla, es Lilith.
No es una voz, es un líquido que sale del tajo.
No soporto los envoltorios de las cosas ni las cosas envueltas ni los envoltorios vacíos. Le arranco inmediatamente el estuche de cartón a la pasta dentífrica, el celofán a los discos, la tapa de papel a los libros que tienen otra tapa. Quiero empezar a arrancarle la tapa a los libros, la tapa que está a a veces debajo de la tapa de papel. Y las tapas a los cuadernos. Ya no uso corpiño, es como un envoltorio. Serena Williams saca a una velocidad de 198 km/h. Me gustaría ser la pelota en el saque de Serena Williams, pero sin rebotar. Sobre todo sin rebotar en la cara de Justine Henin, que es tan chiquita. Los músculos de Serena son culpa de su padre. Roger Federer ganó hasta ahora 16 títulos de Grand Slam y tiene brazos delgadísimos, especialmente el izquierdo, casi como mi padre antes de morirse. Federer no grita cuando juega. No se altera. Uno no puede ponerse nervioso mientras juega. Cuando me acuerdo de que mi padre está muerto y mi madre no me mira, tengo ganas de salir a robar. Es la ley de la compensación. El día se pone realmente malo cuando salgo a robar pero no encuentro qué.
Encontré una fotografía que pienso enviarle a S. Es una pareja de mariposas de zonas tropicales, apareándose estáticas. No cogen como si fueran a matarse. Toda la gente que coge, observada a lo lejos (e inclusive de cerca) parece que va a matarse. Por lo menos, que se comerá al otro. Coger es devorar. No se me ocurre nada más lejano al amor que comerse al otro, salvo en caso de canibalismo pasional, excusable por alteraciones mentales provocadas por sentimientos extremos. Cuando uno coge tiene hambre y en algún punto del acto lo saciaría con cualquiera. Pero estas mariposas se aparean cara a cara, inmóviles, como si estuvieran en trance. Como si las hubiera hipnotizado Herzog, igual que a los actores de Corazón de Cristal. No es que la fotografía esté movida, es que en el Museo de Ciencias Naturales de Nueva York construyeron un vivatorium y reprodujeron su hábitat natural, de una humedad sofocante. Lo que se ve es sexo entre mariposas a través de una cortina de vapor. A S. lo tranquilizará contemplar una excepción a la regla.
La muestra de obras de Andy Warhol en Buenos Aires es un éxito. Hace muchísimo calor y en el museo hay aire acondicionado. El ojo domesticado no abre la lata de Sopa Campbell. Warhol no lo molesta porque a ese ojo todo le parece plateado y ya sabemos que lo plateado hace que todo desaparezca. Duermo sobre una sábana con guirnaldas de follaje color verde seco, o sea, sobre un bosque artificial. No sé de qué me tapo. Otro envoltorio. Me corto el pelo yo misma. Quiero que la nuca esté rapada. Cierro los ojos y empuño la tijera con el pulso más firme del que soy capaz. Después me ducho y el remolino de agua se lleva el pelo que pesa. Una tarde en la que estaba muy triste encontré un conejo de cerámica, usado, en una tienda decrépita de antigüedades en el barrio de Chelsea. Tiene las orejas rosadas y hacia atrás, pegadas a la cabeza. Cabe en una mano. Odio las flores de muerto. Cuando alguien se muere es bueno que tenga colores entre o sobre las manos, colores de flores silvestres y blandas.
La madrugada en la que murió mi abuelo encontré un conejo idéntico al mío en una florería de flores de muerto, en un barrio de Buenos Aires. No sé qué hacía ese conejo ahí. O sí, sé. Me estaba esperando. Estaba esperando que lo viera y me lo llevara, con un ramito de flores blandas y silvestres. "Las flores van a tapar las válvulas", me dijo el funebrero. "Pero el conejo es incapaz", le respondí. "Está bien, dejale el conejo, entonces". Y se lo puse en el envoltorio pegado a su pierna derecha, exactamente a la altura a la que se duerme uno de mis perros contra mi pierna izquierda. Lo hice sin pensar. Después, Julia Roberts, en la conferencia de prensa, le pidió a un periodista que le preguntara nuevamente cuánto pensaba quedarse en Londres. El periodista obedeció y ella contestó, mirando fijamente a Hugh Grant: "Indefinidamente". Esa escena me hace tremendamente feliz. Nunca entenderé por qué Julia Roberts parece tener el triple de dientes que la gente normal.
Hace pocos días me di cuenta de que los niños devienen adultos. Son como el primer capítulo de un libro que puede ser pésimo. Tendía a ver a los niños escindidos de su devenir. Devenir hijo de puta, por ejemplo. Tenía la infancia recortada y separada del resto de la existencia. Idealizada, obviamente. La infancia no solo puede ser un auténtico infierno sino que, además, puede ser el primer paso de un monstruo, en estado embrionario. O inclusive desplegado ya en su más soberana hijoputez. He visto a niños aullar como lobos en el momento de su bautismo. No entiendo ese ritual. Aúllan porque el agua está fría. Un martirio. Para ponerles, además, un nombre que ni siquiera eligen. Nuestro nombre no nos pertenece. Lo que no elegimos no puede pertenecernos.
No sé qué tiene la ensalada que comí. No tengo idea de lo que como, la mayor parte del tiempo. Me como palabras ásperas o, mucho peor, lisas. El ruido de las palabras lisas tiene el efecto de un narcótico. Espero que Salinger haya quemado todo lo que pueda haber escrito luego de sus cuatro libros publicados. Espero que se haya sentado, como Gogol, frente al fuego. Que se le haya desatado el piromaníaco interior, en el momento exacto. Espero que haya decidido ser pobre, realmente. Ser auténticamente pobre es destruir los propios instrumentos de virtuosismo; el resto es solo escándalo, dijo Carl Einstein. Algo así. Despojarse de lo mejor que uno tiene, arrancárselo. Que el don sea un puñado de cenizas, puesto a salvo. Y puesto a salvo uno mismo, sobre todo.
Mierdra, mierdra, mierdraaaaaaa. Lo has vuelto a hacer. mas volao los sesos, maldita sea. Yo quito las tapas de los libros, que horreur de tapas, y las de adentro sobrias como heces de afgano, son casi peores. Y tapas, tapas no como porque no las hacen de lo mio, de lo que me trago, las hacen poco digamos. Y también querría hacer alcachofas sin que se me oxiden, o golpear en la cocorota al presidente de tu país con una alcachofa oxidada, y dejarlo turulato. Los animales fornicando juegan a matarse, como hacemos nosotros desde antiguo. Y cuando un humanito ve un monito follando sonríe, o masturbándose, sonríe. Sonríe, si, sonríe, que otra cosa vamos a hacer, sonreir pa la foto, y aquel que se mueva no sale. Si algún día veo un conejito ya sé qué hacer con él. Maldita sea Mariel lo has vuelto a hacer. oigo una cantanta japonesa, voy a por te, por ahí, a buscarlo, ¿te de donde? Yo que se, te de te, de ceylan o agilimogili. Lo suelo tomar en una taza de los Beatles, de let it be, que les den te, los caliento a los 4 en el microondas. Pórtate bien.
ResponderEliminarOtra vez esa ira, esos movimientos bruscos, ese escupir palabras de una forma hermosa.
ResponderEliminarOdio los envoltorios, uso corpiño solo a veces y me corto el pelo a mi misma. Me gustaria practicar sexo tantrico.
Asi y todo...soy tremendamente limitada.
No hay nada mas triste en este mundo que saber que hay niños infelices...la infancia deberia ser preciosa para todos..porque es ahi donde podemos ser integramente autenticos..despues vienen los prejuicios y los tabues, y la mierda de represion social. Y esos chicos que viven en la calle, que fuman paco, que trabajan...despues al mirar atras solo ven en un color, solo ven con lagrimas.
Me fui de un lado al otro pero es solo una minima parte de todo lo que me provoco pensar tu relato. Me alegra usted el dia y el alma! Me alegra porque me samarrea, me lleva de aca a allá, me sacude y me abraza
Es cierto, no es una voz la que habla. Es un líquido que sale a borbotones de un tajo. Abrazo.
ResponderEliminarTambién odio los envoltorios,me desespera verme pagando un libro o un disco sin poder decirle a la cajera que lo suelte,que tengo que quitarle el papel,no termino de salir cuando ya le he quitado lo poco que le cubre,...prefiero los colores brillantes de las flores para los muertos,por eso quizás cuando muera solo quiero un cuadro con flores de todos los colores,....Mariel,es un deseo incontenible el sentir que me leo en tus lineas,pero quizás aun no llego a poder escribirme de esa manera. Fabulosa!
ResponderEliminarParate no mas, le digo a Lilith.
ResponderEliminarDemasiado para mi salud .
Juan, que ya no está, vivió en una tribu en Brasil y las parejas se apareaban como esas mariposas, delante de la tribu porque es algo que hay que aprender, el único movimiento el interior de los genitales viviendo en comunidad un éxtasis cósmico .
Porfa, ¿podrías pasar por el HORT, en un ratito?
Besos
No sé por dónde empezar a dejar un comentario...no sé con qué tendrá tu ensalada pero me gustaría recibir la receta aunque yo odio cocinar...no sé tampoco si cuando cojo parece que estoy por matar o más bien vuelvo a nacer...digo, cuando una coje como la gente y no como las mariposas o los conejos. Me dejaste en nockout...Y para que te quede claro me importa un pito(no tan así pero vos me entendés supongo) si me seguís o no me seguís leyendo ni entendí que quisiste decir con lo de "cabeza dorada". Yo te sigo igual porque me gusta seguirte, porque leerte es un placer, sin pedirte nada a cambio más que me dejes hacerlo.
ResponderEliminarEspero un libro. Ha cruzado el mar, así que será algo salado. También tendrá un amargo dulzor, como lo que escribe un pájaro poderoso que vuela alto. Siempre alto.
ResponderEliminarTendrá ternura y fiereza, podrá ser cruel, sensual, ávido de mí, de ti, de los otros.
Pasaré sus páginas mientras las plumas caen y vuelan, vuelan y caen.
Alguien ha escrito palabras, frases, letras, párrafos, poemas, índices...en ese libro.
Yo lo leeré todo, sabiendo del valor que tiene el papel sobre el que se deslizan mis ojos.
Merdre, oui!
ResponderEliminarUna verdadera hemorragia, muchacha.
No sé qué tendría esa ensalada que mencionás, pero si te sobró algo lo paso a buscar en cualquier momento.
Abrazo de lejos, por las dudas.
Que bueno es encontrar color cuando alguien se muere, al menos una imagen que te consuele.
ResponderEliminarCuando murió mi mamá el único color que vi es el gris, el mundo era gris. Todo gris.
Pero ahora los sueños con ella vienen en colores. Seguramente nadie me lo creerá, y lo lamente. Pero mis sueños con ella son de colores. Un poco, para compensar el dolor. Un abrazo fraterno y absoluto.
Un problemita que te disguste el packaging porque todo viene en-vuelto, querida mía.
ResponderEliminarA comerla, diría Francella.
te leí bien temprano en la mañana y tuve que dejar pasar las horas, volví a hacerlo en la oficina y lo compartí con una amiga que flasheó y ahora ya en la medianoche quiero decirte que me fascina cómo escribís Mariel. Abrazo cordobés!!!
ResponderEliminarAhora que lo pienso, me encantaría desenvolverme a mi mismo, quedarme desnudo y transparente. Quizá no hay nada.
ResponderEliminarEs muy fuerrrrteee. He leído tu anterior entrada, y después ésta, y es que no puedo parar de reirme. ¿Cómo escribo yo ahora? El teclado no hace más que moverse, y no acierto una, y mira que me empeño en cogerlo, ¡no, no ese cogerlo!, el cogerlo español, vamos, coger las cosas, que no follárselas...Pero qué trabajo me cuesta, me vas a tener que perdonar, y volveré más tarde, cuando la tapa de mis sesos no corra riesgos, que dan botes al ritmo de la pelota de Serena, y qué peligro!, imaginate que me quito el envoltorio y me desparramo, ¿qué haría mi teclado solo? Morirse de asco.No estoy dispuesta, vuelvo después cuando la risa campe por otros territorios más bajos -será mejor-, y no ande a sacudidas con los hombros.
ResponderEliminarCómo disfruto leyéndote.
Un abrazo muy fuerte.
"Despojarse de lo mejor que uno tiene, arrancárselo. Que el don sea un puñado de cenizas, puesto a salvo".
ResponderEliminarMe quitas las palabras, Mariel. Por ahî es la cosa.
La manera en que vas hilando las palabras convirtiéndolas en la vida de quien las pronuncia o de quien la lea, con esa frescura medio rebelde, medio dolida, medio pensativa, medio "ehhh, estoy en el mundo y sé lo que veo y lo que me digo", hacen que una no pueda separar la vista del texto. Hay momentos terriblemente dramáticos y otros que parecen escapados del mismo bigote de Charles Chaplin, con ese deje cómico entremezclado con la más sutil de las tristezas...La cuestión es que tu lectura es amena,y tu escritura brillante, y se parecen en su color a la música de Patti.
ResponderEliminarSi por algo te gusta..., y a mí, ya te digo...
He disfrutado muchísimo leyéndote, en este y en el siguiente post. Y es verdad que me he reido, pero porque tu lenguaje es tan claro y directo que invita a todas las sensaciones, y sobre todo a compartirlas.
Pues aquí me quedo escuchando tu música, tratando de averiguar hasta dónde llega el hilo de tu personalidad...que me arrebata.
Un abrazo, besos, y agradecimientos por tus palabras, las que me dejaste para inundarme de ternura.