PÁJARO DE CHINA

miércoles, 3 de febrero de 2010

MIÉRCOLES - 5:37 AM

Pasada la medianoche la gente hace cola frente a una cruz verde, para comprar ansiolíticos o tests de embarazo. Supongo que esa es la mercadería urgente de la madrugada. Para no tirarse por la ventana, para abortar o para parir. En todo caso, la cruz verde es más amigable que una cruz roja y es posible que permita pensar con más tranquilidad y salve varias vidas. Para qué, no sé. No recuerda a las sirenas de ambulancia, los móviles policiales, el carro de los bomberos o el tubito para los análisis de laboratorio. En la cola de la farmacia de guardia se socializa la desesperación. Los basureros visten un traje con guardas verdes fosforescentes, como la cruz de la farmacia, para que no se los lleven puestos como si fueran basura. El traje está muy bien planchado.

Manipulan bolsas pestilentes llenas de forros, cáscaras y restos de carne, toallas con menstruaciones secas y cajas de pizza. No hay bolsa que selle el mal olor. El calor pone las cosas fuera de foco. Tengo que caminar en línea recta. Me molestan los cangrejos. No porque retrocedan, sino porque te agarran con sus pinzas y no te sueltan. Se te pegan como la ropa al cuerpo con el calor. Cuando algo me agarra y no me suelta apuro el paso como un soldado.

La enfermera del Hospital Alemán era un soldado prusiano con guardapolvo blanco. Si no me hubiera sacado a la fuerza de la cama, arrastrando todos los cables por el piso, todavía no me hubiera levantado. Si no me hubiera manguereado sosteniéndome a los gritos, debajo de la ducha, no me levantaba más. La violencia es necesaria. A la mañana siguiente volvía y yo trataba de engañarla. "Ya me bañé", le decía mirándola a los ojos. Me olía la bata transpirada y me decía: "Nena, arriba". La enfermera-soldado me sacó del hueco abismal de un colchón más tentador que el canto de las sirenas de Ulises, a los gritos y casi de las mechas. La tenía más clara que el Mahatma Gandhi.

Un afiche incita a "Honrar la vida". Me da náuseas. Se opone a permanecer y transcurrir. Te obliga a moverte. Para qué. Las plantas no se mueven y no conozco ejemplo más estoico de honradez. Mi orquídea fue cerrándose sobre su sexo hasta que dijo basta. Estos últimos días le busqué afanosamente el sexo como en un peep-show. Hasta que con la misma tijera con la que me corto el pelo le di al tallo un corte en diagonal y en seco, un poco más arriba del tercer brote, como me enseñaron en el vivero del Jardín Japonés. "Arriba, nena". Es la única forma de permitirle dos meses de floración, el próximo verano.

Me paro en seco. En el quiosco está Julie Delpy copiada del DVD original copiado de Julie Delpy, haciendo de la condesa húngara Erszebeth Bathory. La belleza del crimen según Sartre, Valentine Penrose y Pizarnik. Bañarse en sangre de doncella virgen torturada en los sótanos de un castillo, para no envejecer. Otra que cremas Nivea. Detrás están Valeria Golino y Kristin Scott Thomas. Me las comería a besos en la boca. Pero la plata no me alcanza para las tres. "Quiero a Bathory", digo. "¿A quién, querida?". "A Bathory, porque se me está pegando la ropa al cuerpo".

Si las doncellas hubieran estado en bolas, dudo que Erszebeth les hubiera dedicado, por ejemplo, el martirio de la virgen de hierro, entre otras delikatessen de la industria medieval. El problema, me repito, son los envoltorios, a punto de desnudarme sobre la Avda. Pueyrredón. "Llevá el bolso cruzado", escuché antes de salir. Mejor es salir en bolas, considerando que la desnudez y la falta de resistencia disuaden, definitivamente, a cualquier violador. Una cosa es la desnudez que amortigua este alerta naranja y se entrega gozosa al diluvio prometido y otra, muy distinta, estar desnudo. Jesús está desnudo, o casi, y solo para sufrir. Además, se mueve, pero oficialmente solo para obeceder las órdenes del padre. Si eso es honrar la vida, yo soy Marilyn Monroe con la falda revuelta en la boca de subte.

Las plazas están todas cercadas, con verjas. Gina Lollobrigida reencarnó en una salchicha de pelo duro. Cerca de Gina duerme un tipo en una reposera oxidada, cubierto con una manta mugrienta de flores infantiles hipertróficas. Esas flores son preciosas, aunque estemos en el trópico. No se parecen para nada a las flores de muerto. No envuelven. Tapan el pecho y protegen las válvulas que han logrado sobrevivir. En el umbral de la parrilla duerme otro tipo con la camiseta argentina pegada al cuerpo. La parrilla está cerrada. Cuando algo cierra ponen las sillas boca abajo sobre la mesa, como si fueran mohaires con patas. Junto a los mohaires colgaron una osamenta de ciervo, pulida y lustrada. Espantosamente sola sin el resto del cuerpo. Dado que ya mataron, deberían usar la osamenta de perchero y taparla con una camiseta argentina.

En cualquier momento empiezo a chorrear. Busco un banco en la zona minúscula de la plaza que no está cercada. Busco desesperadamente la lapicera en el fondo del bolso. No tiene cartucho. Busco una caja de cartuchos. Conseguí unos más largos que el cuerpo de la lapicera. Le quito el cuerpo a la lapicera y le dejo la cabeza. El cuerpo, en este caso, es inútil. Le calzo el cartucho porque sé que si no me apuro, esto no va a parar. Y además, se va a ir. El cartucho no se adapta a una cabeza que no le corresponde. Me mancha los dedos de tinta negra.

Empiezo a chuparme los dedos lentamente. Me entusiasmo y terminó chupándomelos con fruición, con la ayuda de Gina. La mancho. Sale todo, menos una mancha de mierda en el índice derecho. El índice del que la pegó con el J'accuse, burlándose de su amigo Cézanne que se moría de hambre. Gina no tiene idea de quién hablo. Pero tiene ideas soberbias de las que, por mi ciega especie, estoy excluida sin remedio. Julie Delpy es transparente, pero no como Nicole Kidman. Nicole Kidman es impresionante, como el papel de calcar que llevábamos al colegio. Yo le busco las venas, pero no las encuentro.

La zona no cercada del parque se puebla de perros salchichas. Es como en El Eternauta, pero en vez de nieve, caen perros salchichas que aparecen de poco y se multiplican desde todos los costados. En un avión te permiten llevar a un cachorro como equipaje de mano. Si creció, va a Alcatraz en el vientre del avión, en una jaula con barrotes. De cachorro viajás mejor. El amo de Gina se extiende en su banco y Gina se extiende sobre su pecho. Lo tapa, manchada con mi tinta, como un escudo tibio. Pienso que S. debería tener un perro que lo ayude a traducir. Yo sigo chorreando, sin parar, como una imbécil. Todo por no saber encontrar el cartucho de tinta que corresponde. El cartucho que calce en el cuello de la lapicera. El que no falle.

13 comentarios:

  1. Querida Pájaro, nada que ver con tu entrada pero contesto a la entrada de Laura en Naxos y donde viene esa Enfermera.


    Querida Pájaro, la Laura primigenia se llamaba Irene y dio cobijo a la Laura niña , roto su cuerpo y su alma; cubrió su atemorizado ser no con un pañuelo sino con una sábana blanca.

    Esa Laura, separó el velo blanco de la sábana, resurgió de su dolor y miro entorno suyo, vio las miradas de ese mismo dolor y se convirtió en la Laura de Naxos.
    Mis manos han acariciado mucho y espero acariciar muchos años mas, también con la palabra pero sobre todo con la mirada, porque es la prolongación de mi alma y esa alma necesita expresar y entregar el amor y la ternura que recibió cuando alguien llamada Irene la acunó.

    Después surgió Nachos ( L´HORT), no como huida, ni como abandono, surgió como casa acogedora que recibe a personas, animales y plantas que necesitan sanarse de heridas profundas.
    Y aquí estamos al abrigo del fuego de la leña, restableciéndonos cada uno a su ritmo y conforme a su necesidad.

    Continúo mi trabajo de Enfermera pero de una forma mas suave.

    Ya no vuelo, solo cuando sueño o cuando medito, necesitaba un trozo de tierra para enraizarme, para sentir la fuerza de la tierra entrando por mis pies, reteniendo mi cuerpo para terminar aquello que vine a hacer desde Andromeda.

    Yo que soy muy olfativa, no me percaté del rastro aromático que dejaba mi andadura, pero no te puedes imaginar la emoción que sentí cuando te leí .

    Hace tiempo que mi cuerpo y mi alma sanaron. Mi compromiso es muy grande porque he apostado por vivir una vida con consciencia y para la eternidad, que no es otra cosa que vivir el presente como si fuera el último momento de mi vida.
    Esta es mi momento actual, hermana estelar, te abrazo con emoción.

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  2. "La zona no cercada del parque se puebla de perros salchichas." que grosso, los perros salchichas son muy simpáticos

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  3. Es muy posible que la anterior comentarista sea la mujer capaz de convertir el dolor en estrellas. Yo sé que lo hace cada día.

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  4. En que lugar preciso está el tajo que te hace sangrar de esta forma?
    Cuando te leo, las distancias se me hacen insondables, imposibles de superar. Cuando te leo se me profundizan las distancias y siento que tu tajo me contagia un virus que se manifiesta en tajos dolorosos por todas las partes de mi cuerpo.
    Esto no es poesía, ni lenguaje figurado. Es lo que literalmente me está pasando.

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  5. Me gusta y me divierte que me lleves a pasear de la mano. Tus comentarios jocosos amenizan el camino. No es ser crítico gratuitamente: es mirarlo todo y no callarse luego. Intenso como un café de máquina. Besos, Mariel.

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  6. Bufff,debes coger el cartucho adecuado,para que sigas,porque tus letras son como el agua cuando corre por las raíces de una planta,las alimenta..

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  7. Dices que la desnudez y la falta de resistencia disuaden a cualquier violador... No lo veo. Me parece que el violador quiere llegar a nuestros huesos y, más allá de los mismos, a la forma que los estructura, busca la quiebra y sorber el tuétano.Al violador, que actúa como fuerza física,le interesa convertirnos en ecuación simple y quizás la falta de resistencia le facilite el trabajo. Le excita la resistencia, vale, pero no hace ascos a la pasividad. Si alguien te quiere hostiar importa bien poco que es lo que haces tú. El gobierna con su puño la orquesta. Busca tus huesos para convertirlos en la forma lógica de su capricho.

    Me gustó el texto. Cuidado con los malos y la tinta, con los perros salchichas y las mujeres de piel trasparente. Son cuchillas de hielo que no por invisibles dejan de ser letales. Buscan tus huesos, pájaro,porque se comen el tuétano buscando espíritus. Y si se comen el tuétano finalmente hay que recurrir a las enfermeras prusianas. Y asumir que la violencia es necesaria. Para recuperar el tuétano. Y el hueso.

    Bicéfalos besos en las manos entintadas

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  8. Después de lo dicho por otros comentaristas me quedo casi sin argumentos. Es un texto espléndido y valoro muy positivamente tu capacidad de sorprender con tu hábil manejo de las palabras, que forman una trama de la que es imposible escapar hasta el final: uno querría que la aventura prosiguiera sin fin...
    Voy a enlazar inmediatamente tu blog a mi bitácora TRANSEÚNTE EN POS DEL NORTE, pues tiene todos los méritos para ser divulgado.
    Un fuerte abrazo.

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  9. Sinceramente me lleva la corriente de la tinta sangre y a la vez me quedo estupefacta. Ahogada. Y vuelvo a leer para tratar de encontrar algo a lo que aferrarme. Es hermoso.
    Beso grande

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  10. La observación lleva a la atención,
    la atención a la conciencia
    y la conciencia....a estar completos.
    Escribir nos ayuda a crecer.
    un beso.

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  11. No solamente tus textos atrapan, los veo, son como fotografías, es como que fueras fotógrafo emitiendo imágenes imparablemente, imágenes que te cachetean, que te sacuden, que también nos hacen sangrar, o reír con tu ironía.
    Muy bueno, no lo creo, no creo que esté tan bueno, pero está.
    Beso.

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  12. En ocasiones me paso por aquí, como si fuese a una farmacia de guardia.
    Espero tus instrucciones, y me gustaría saber dónde y cómo puedo comprar tu libro.
    besos.

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