PÁJARO DE CHINA

miércoles, 31 de marzo de 2010

IV.


Para mirarla había que girar la cabeza.
Contemplarla exigía un movimiento,
un desplazamiento, una rotación inadvertida.
Para acompañarla había que girar el cuerpo.
Jugar su juego reclamaba
elongaciones de contorsionista; 
ignorancia del límite, entrega a mundos
breves y simultáneos, cultivados
con una concentración casi científica. 
Los días hacían su trabajo, ignorado. 
Soy su muñeca, ahora.
Rígida, trabada, de pie y cansada,
con los dedos dispersos y la columna herida.
Nadie me pone a dormir. 
Dos más dos suma cuatro. 
La pipa es una pipa. 
Desde el hielo la busco, 
tanteando a mis espaldas, casi ciega.  
Ya la tengo y le robo, con devoción, los labios. 
Me los pinto tirando del recuerdo,
con un lápiz labial que imita el rojo,
comprado en una tienda sin ventanas.  
Pienso que el lápiz labial 
se lo robé a mi madre. 
La cuenta suma cinco,
la pipa se desarma, corro.
No me han descubierto (todavía).


6 comentarios:

  1. Soy insomne, tus palabras alimentan sin engordar.Llevo muchos años en ese vientre de la ballena.
    Son profundas y se hacen densas las noches en vigilia. Los perros son una camada para revolcarse en ella. Me gustan mucho, y son curadores aún cuando no hayan preparado otra exposición que no sea la de la pereza y alegría del vivir.
    Besos a los dos. Lo siento, lo conozco.
    Y un revolcon virtual con la camada.

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  2. ¿Quién no ha intentado robarle el lápiz de labios a su madre? Magnífico, Mariel.
    Un beso.

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  3. La pipa nunca fue una pipa.
    Y las elongaciones tampoco nos ayudaron en demasía. He dejado de correr.


    Abrazo tu plumaje de vuelos infinitos.

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  4. Elongaciones para vivir, tirando de la vida, del recuerdo, de mis manos que te tocan sin tocarte rozándote en tu verso de carmín rojo que enciende mi corazón.

    Llego con algo de retraso, cómo no, aprovechando la andadura que me toca, pero siempre te llevo en mi camino, para rezarte tus sonrisas ocultas que luego me encuentro en mi ánimo con feliz recorrido, y sonrío también yo.
    Besos, mi pájaro bello.

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