Ella mira conmigo.
No fue esto lo que nos prometieron.
He arrojado mi red en tus ojos.
Su brillo es una forma delicada de llorar.
Estamos solos y te veo a través del agua.
Tus movimientos escriben la historia del mundo.
La red se agita imperceptiblemente,
hay un discreto eclipse,
un tembloroso punto de contacto,
en el que hago mío tu uniforme blanco
y se esfuman las líneas divisorias.
Si pudiera extender
esta señal de reconocimiento.
Si pudiera quedarme a vivir
en su evidencia.
Pero giramos la cabeza y regresamos
a nuestras patrias irreconciliables.
La red se pliega y se vacía bajo mis pestañas.
Fuera de la cafetería llueve agua de otra fuente.
Hace siglos que llueve, siglos que,
desde cada diminuta extranjería,
hacemos llover.
Foto: Robert Frank, Coffee-Shop.
Sólo te doy hoy el silencio, agradecido, porque me quedo sin palabras...
ResponderEliminarHace siglos que llueve...todo, lo sentí hermoso
ResponderEliminarSerá que por sólo llamarse "patrias", las patrias son irreconciliables? Por mi parte, tengo seguro que aun, llamándose Jardines, Eliseos o Patios de traidores, lo irreconciliable lo será siempre. Hay un punto en que lo irreconciliable no se inmuta, las pieles se repelen desde su espacio cerrado.
ResponderEliminarLos que se reconcilian, se aman o son unos hipócritas...Beso fugaz.
Esta poesía está fácil para mi discreto cerebro.
ResponderEliminarLas de amor me matan, ya lo sabés no?
Baci
Muy bonita la foto aunque pronto será una especie estinguida. Van a por los pocos Coffee-Shops que aún quedan abiertos.
ResponderEliminarEl poema es muy bonito y la última estrofa es preciosa.
Lo leo de nuevo...otra vez esa línea de debilidad que no nos permite quedarnos a vivir en la "evidencia"; otra vez, tu lenguaje arrasa...
ResponderEliminarYo también quisiera vivir en esa evidencia que se desvela en el brillo de los ojos, el temblor, la sintonía. La ternura de las cosas... ¡Pero nos dicen los hegeles que es eso alma sentimental y feliz/desgraciada! ¿No cabe una política sentimental?
ResponderEliminarPoco dura la evidencia, como chispazo de la intución lógica pero salpicando la carne. Ahora aquí llueve y saldré a la calle a mojar mis ojos porque me has roto, fugazmente, la extranjería. Otro beso fugaz de los de Pulgarcito (y un par de rugidos bicéfalos).
Muy lindo!
ResponderEliminarMe gusta que llueva
Te vas a lo más alto...
ResponderEliminarun beso.
Reconocemos su mirada, ¿verdad?..
ResponderEliminarLa mirada del propio extranjero, el que habita en nuestro cansado cuerpo,
sentados por unos minutos en la barra de un bar, como en los cuadros de Hopper,
por unos minutos.. nuestro cobijo.
Un fuerte abrazo Mariel, tan abrazo como lo que escribes.
Es noche en el coffeshop y ella se vuelve otra vez, una más, de las múltiples que la reclaman. Llueve y llueve sobre su corazón.
ResponderEliminarEs una de mis fotografías preferidas, Robert con Bob, golpean poéticamente en blanco y negro de dónde vienen las melodías y las imágens,
Se te admira, siempre
Llueven de forma íntima tus versos, y cumplen un cometido extrordinario: calan y empapan como pensamientos dehojados.
ResponderEliminarUn beso.
No sé que pasa que en ocasiones dejo comentarios que no aparcen.
ResponderEliminarEs de noche en el coffeshop, y la camarera se vuelve por infinitésima vez al reclamo de un cliente. Llueve y llueve sobre su corazón. Robert aprata la imagen y Bob la canta.Hay cosas que nunca debieron desaparecer.Es una de mis fotografías preferidas, y tú haces trio con los dos para mejorarla.
Besos agradecidos.