PÁJARO DE CHINA

viernes, 23 de julio de 2010

XVII.


Con las espaldas contra la pared,
nos pasamos lentamente un cigarrillo.
En calzoncillos estiramos las piernas,
sobre el piso prehistórico de la terraza.
¿Para qué interrumpir este silencio perfecto?.
Este encanto de no tener dones, de nacer sin estrella,
de no estar en el momento ni el lugar adecuado
para ser parte del Pequeño Número.
Esta tranquilidad de ser medio tarados,
de clavar los dientes dónde y cómo se pueda.
Detrás del cielo encapotado pasan los aviones,
las alas encendidas
como este cigarrillo que va de boca en boca.
Imaginamos cómo rugen los motores.
Disparamos a tientas con un arma heredada.
A ver si tenemos la suerte de acertar
y ver caer algún avión,
antes de tiempo.



7 comentarios:

  1. Una imagen desoladora dejas con este poema. Lo he leido tres veces y me deja una imagen de derrotado feliz. Me ha gustado mucho.
    Abrazos.

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  2. Disparar siempre a tientas sabiendo que se está en lugar equivocado (donde más pronto que tarde atentarán los quintacolumnistas con sus obuses de grisalla). Pero qué bello el poder compartir el cigarrillo y ver el color del atardecer en las bocas iluminadas por la brasa.

    Un beso envuelto en humo.

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  3. Ahora recuerda una noche en un balcón, con una chica, y esa sensación de nuestra pequeñez ante el transcurrir del mundo. También había un cigarrillo.
    Me conmovió. Un abrazo.

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  4. Tenés estrella. Pero si no la tuvieras, filmaría una película con tus noches de balcón.

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  5. No tener dones, dices...
    ¿Y el de la palabra que danza, verdea, brilla, sonríe, florece...entre la terraza y el cigarrillo?

    Mis besos

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  6. Y sí. Cuanto más ciegos más felices. Ya te digo.

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