Apagué los faroles y bajé las persianas.
El viento de imaginar me ha despeinado.
El mundo se sostiene en mis pestañas.
Me inclino para ver, como quien se entusiasma
y se inclina a recibir
un beso.
¿Has aprendido a recibir?
Veo un gato sin botas metiéndose en el mar.
Un mar que dibuja barcos de agua.
Barcos con marineros de papel
que se doblan para ser
una carta.
Leo lo que me quieren regalar:
una ballena blanca que sueñe en mi cama
los cuentos que le cuenta un capitán;
un caracol que cantaba boleros,
una sirena pelirroja y bonsai.
Un mapa del que todos se resbalan
porque las horas pasan curvas, sin parar.
Una cuchara donde caen los que caen.
También hay vacas.
Debajo de las vacas hay corderos.
Y yo les digo:
la ballena deberá migrar
(es su naturaleza);
sabe soñar a solas.
¿Qué capitán podría resistirse
a nadar cada tarde en mar abierto
con la sirena fatal y diminuta
acunada en la palma de su mano?
(Todas las pelirrojas son fatales).
Los boleros volverían a sonar
desde la orilla.
El caracol ya se muere de amor.
Vayan preparando los pañuelos.
Muden a todas las vacas,
muden a sus corderos
a los pueblos de vegetarianos.
Hagan de la cuchara un cucharón.
Déjenme el gato, para que no se ahogue.
Y nos demos besitos de esquimal.
Ya desde niños
hay que ponerse a salvo.
Hay que intuir las rutas
de la buena ventura.
¿Has aprendido a ver?
(No sé. Todavía no lo sé.
Sigo leyendo. Me distrae tu hermosura.
Leo en el magisterio de tus párpados).
En la foto: Juana.
No hay mucho para hacer. Te ponés un buen sombrero, portás bastón, te dejás los bigotes y ya sos la Lewis Carroll de la bellísima Juana. Un domingo de diluvio a la siesta, en bote allá por Cabildo, donde se junta mucha agua.
ResponderEliminarJuana está a salvo con tus manos y tus ojos. Seguro que sabe ver, seguro que sabe recibir.
Qué belleza, pájaro.. es como una canción inspirada en un cuento de aventuras.
ResponderEliminarCerrar y abrir. Allí donde esa nena bonita lo ve todo.
ResponderEliminarQué hermoso se ve así, como nos enseñáis.
como dice Portanari, se ve hermoso lo que nos mostrás, detrás de las bellas imágenes me quedan flotando las 2 preguntas:
ResponderEliminarHas aprendido a recibir?
Has aprendido a ver?
Besitos de esquimal, querida Mariel... porque en las pestañas (Apagué los faroles y bajé las persianas) está el mundo. Imaginar te despeina. Hermosa mezcla. Como la vida... Decía una película española que La vida mancha. Muaks, cielo.
ResponderEliminar¿Cuánto es el peligro que esconden los niños detrás de sus párpados? ¿En su peligro habita lo que salva al modo "dejaz que los niños se acerquen a mi"? Los niños me dan miedo - casi tanto como los perros. Y te pido perdón, hermana, por la blasfemia. Soy viejo débil que teme la violencia perpetua de la santa infancia. A veces me gusta soñarme niño y ahí sí soy malo de veras: gatito marramiau, perro, tortuguita de isla pirata.
ResponderEliminarNo sé si los niños aprenden o sólo reciben y ven.Como a chorro. Quizás seamos los viejos los que, con suerte y fantasía de bastón Carroll, con suerte acabemos por aprender.
Besos de chiss con sabores de sirena y gominola.
Tanta ternura en palabra y gesto parece imposible, pero aquí está.
ResponderEliminarEl besito de esquimal: oblicuidad de los afectos, impagable hallazgo, rescoldo, sutura
Colosal!
ResponderEliminarpoema hermoso.
"Hagan de la cuchara un cucharón." A transformar se ha dicho.
Saludos desde Mundo Aquilante!
fana de tu poesía.
Hermoso poema. Que frágil y que hermoso es el camino de la vida y sus misterios.
ResponderEliminarBesos,