LOS BOBOS NIÑOS ZURDOS

Los niños zurdos son bobos hasta que se mueren. Cuando se mueren son mártires y héroes. Al principio las fuerzas políticas se alejan de sus cadáveres como de la peste; después se los disputan y se los apropian.

Los pseudo-intelectuales abyectos que escriben contratapas dominicales les dan "consejos de oro" a los bobos niños zurdos, con la indulgencia de quien lo ha visto todo; les advierten que si llegaran al poder deberian aplicar inexorablemente "políticas burguesas" o serían expulsados brutalmente de sus puestos, que hay "políticas burguesas" que conllevan la muerte y otras "que no" y que si los mata una patota sindical, no es responsable el Estado. 

En sus ridículos y despreciables tweets, la Presidente lamenta que haya quien se lance a la calle a reclamar en lugar de sentarse a negociar a una mesa, mientras ironiza acerca de las fotos en las que un integrante de la patota homicida aparece junto a sus lacayos políticos y periodísticos y advierte en tono jocoso, pegada a lo que ha devenido un núcleo delirante, que ella tiene alguna foto con Magnetto, el hombre fuerte de Clarín, i.e.: el "Monopolio", la "corpo mediática" convertida en el nuevo monstruo a decapitar, tras el idilio de los primeros años de gobierno. 

También asegura no tener una sola foto con el genocida Videla, un decrépito contratista de miles de grupos de tareas que aún caminan entre nosotros sin ser juzgados; seguro que tampoco la tiene con Jorge Julio López, un albañil desaparecido en democracia, secuestrado y torturado por la última dictadura militar, que durante años anotó en silencio en modestos cuadernos todo lo que había visto en el infierno para relatarlo como testigo y sobre el que la Presidente jamás pronunció una palabra. 

La Presidente anuncia que puso en marcha una fábrica de fideos, al compás del "Vamos Argentina" con el que martilla ad nauseam, mientras el cadáver de Mariano Ferreyra (a quien llama por su nombre de pila, como si fuera su compañero de militancia) todavía está caliente. Supongo que a la Presidente ni se le pasó por la cabeza apersonarse a tocar el timbre en Sarandí para entregar un espontáneo tacto de consuelo.  

Si la "corpo mediática" desapareciera mañana, la mitad de los argentinos seguiría siendo pobre, mientras las "corpos económicas", con nombre y apellido, acumulan rentabilidades extraordinarias. Clarín es una basura pero no es, ni conforme a la ley ni en la práctica, un monopolio. Si lo fuera no nos taladrarían el cerebro como si fuéramos imbéciles los medios funcionales al gobierno, repletos de doctorandos en parrafadas obtusas e interminables que jamás pasaron por el test de los números genuinos.  

La Presidente intenta llorar (pero no le sale) junto a Elsa Oesterheld o las madres de Plaza de Mayo. Madres de bobos niños zurdos que supieron, en su mayoría, que la "política burguesa" es sorda a los reclamos "civilizados" (como los de los trabajadores ferroviarios tercerizados que fnalmente optaron por salir a cortar las vías) y cínica en la mesa de negociación, donde recurre al protocolo para prometer lo que raramente cumple y se come, si es posible crudo, al más débil. 

Posiblemente intente llorar dentro de un tiempo, y tampoco le salga, por Mariano Ferreyra, cuando un par de sicarios vayan "ejemplarmente" presos, mientras la cúpula sindical sigue llenándose los bolsillos a expensas de los trabajadores por los que teóricamente debiera batallar. Que así no sea.  

Hugo Moyano, presidente del PJ provincial (o sea, aliado estratégico del partido gobernante y cacique en el distrito con un 40% del caudal de votos), jefe sempiterno de la Confederación General del Trabajo, es un empresario rico. Se supone que el jefe de la CGT debiera pelear por los que muerden el polvo en lugar de dedicarse a acrecentar sus cuentas personales. 

Los logros de este gobierno, repetidos hasta el hartazgo, no tocan ni de cerca el corazón sangrante de un país brutalmente desigual, con un Instituto Nacional de Estadística y Censos equipado para dibujar los números. La cadena nacional debiera utilizarse para anunciar cuánto se redujo la desnutrición infantil, la tasa de indigencia y la brecha perversa entre los que tienen más y los que no tienen casi nada y no para impartir justicia por anticipado, arengando junto a una mesa repleta de folios que revelarían "la verdad" sobre Papel Prensa. Hace décadas que Papel Prensa huele a podrido pero es la justicia (sin condena mediática previa) la que debe decidir si en esa podredumbre hay un crimen de lesa humanidad.

Que en Argentina existan cartoneros de tercera generación debería inhibir inmediatamente cualquier carnaval bicentenario, con sus colas ruteras de murgas, comparsas y festejos "para la gente". Debería suprimir en forma automática cualquier partida presupuestaria destinada a la conga. A todos nos gusta celebrar. A todos nos gusta soñar. No es sólo un gusto. Es también un derecho. Pero mientras millones viven sin ejercerlo (y la vida es un rato urgente) no debería haber fondos públicos para sesgadas anestesias multitudinarias utilizadas para levantar la imagen y salir de gira con gigantografías bajo el brazo y troupes de militantes genuflexos. ¿A quién le queremos dar cátedra? ¿Y de qué?. 

Es vergonzoso que sea tema de debate pagarle 300 pesos mensuales adicionales a más del 70% de los jubilados que perciben un haber mínimo irrisorio, en un pais con un sistema de salud pública corrupto y colapsado y una canasta básica que se devora ese haber en días. Que haya que agradecer que ese haber no se "recorte" o se aumente dos veces al año (para seguir durando una semana), en un marco de concentración y extranjerización de la riqueza. Que se considere un logro estructural una asignación universal por hijo que no es sino la limosna paliativa que el "poder burgués" ha arrojado desde siempre para que su maquinaria no estalle.

El asesinato de Mariano Ferreyra es un crimen de Estado. Hace décadas que el Estado subsidia a las empresas ferroviarias y sus trabajadores denuncian que la burocracia sindical-empresaria se reparte el subsidio con las empresas concesionarias subsidiadas, que "tercerizan" a esos trabajadores para que trabajen el doble y cobren migajas y sean molidos a palos, o a tiros, cuando se cansan de "sentarse a la mesa" para exigir el cumplimiento de sus derechos laborales y se plantan en la calle.

¿Para qué existe una Secretaría de Transporte -con un ex Secretario procesado por supuestos hechos de corrupción- si no es para impedir que esto suceda, en lugar de permitir y consolidar la continuidad de un entramado delictivo? No alcanza con encontrar a un "culpable" sino se desmonta un aparato gremial podrido hasta la médula, con el que no sólo se convive sino con el que, además, se transa y se negocia con fines electorales.  

          

Se pregona que esto es lo máximo que podemos conseguir y que, en todo caso, es preferible a la siniestra derecha argentina, una cloaca inmunda experta en vaciamientos de todo tipo. Eso se llama, lisa y llanamente, conservadurismo. Aceptación del status quo como el mejor de los mundos posibles, es decir: presente perpetuado. A caballo de ese argumento viviríamos todavía en la Edad Media, en la que la todopoderosa Inquisición pesaba a las pretendidas brujas en sus balanzas antes de mandarlas a la hoguera.  

La bandera que llevaban los trabajadores ferroviarios tercerizados en su marcha del 20 de octubre había sido pintada por Mariano Ferreyra. Mariano Ferreyra no quería lo imposible. Estaba ahí para apoyar, educado por su ideología, un reclamo elemental. No pretendía tomar por asalto la Casa de Gobierno como si estuviéramos en la Rusia de 1917, que es por otra parte lo que tantos opinólogos orgánicos pretenden que creamos.

Su presencia en Barracas estaba iluminada por una solidaridad combativa que lo movilizaba políticamente desde los 13 años. A veces escucho y veo a los gobernantes de turno y escucho y veo dementes. Trastornados.  

¿Quiénes serán los necios? ¿Los que creen en el cambio social y actúan en consecuencia, contra todos los obstáculos posibles, arañando el 1%, con suerte, de los votos? ¿O el 99% restante, en este contexto de voto-cuota y fútbol en continuado para todos, con decodificadores digitales gratuitos? El impacto de la ponderada nueva Ley de Medios (que no impide las transferencias accionarias "por arriba" en los consuetudinarios paraísos fiscales, por ejemplo) se siente especialmente en los bonitos separadores publicitarios televisivos, que enmarcan las agobiantes ofertas en cuotas de las tradicionales cadenas de electrodomésticos.

  

Después las balas se clavan, invariablemente, en los "zurditos delirantes", "tomadores" de fábricas y universidades públicas que se caen a pedazos. Los troskos niños "bobos" que, de política, supuestamente no saben nada, porque nunca han accedido al poder y a sus consecuentes peajes pragmáticos. La trayectoria de esas balas no sólo es imperdonable: no es casual.