PÁJARO DE CHINA

martes, 30 de junio de 2009

NO SABEMOS ENCONTRAR NUESTRAS MANOS

Del otro lado
(Paco Urondo, Del otro lado, 1967)

Cuando estuvimos desesperados, alguien
contó la historia. No se la puede escuchar serenamente, tiemblan
las manos, el corazón se encoge de dolor;
da un poco de miedo mirar a la gente, detenerse.

Ocurre lo de siempre.

Estábamos perdidos y la historia era confusa. Nada
tenía que ver con la certeza, ni
con el muslo de la bataclana. No intervinieron traiciones; no
es una vulgar historia de fervores o de mantenidas.

Tu mano es necesaria para sobrellevarla. También
aquella vez (siempre aquella vez) apagaron
las luces y fue necesaria la presencia de tu mano.

Nos apretamos las manos en la sala impenetrable, temblamos
ante la cólera que aún no se había manifestado, que nunca
llegaría a marcarnos como sospechábamos, sino
de otra manera. Nuestras manos
procuraban ordenar el temblor, dominar el doloroso pánico;
y todo porque Humphrey Bogart había resucitado.

Estábamos perdidos en aquel
cine y él no era como el redentor; su cruz
no era un mandato, era
la inteligencia del hombre, era la resurrección
de la ciencia y de nuestros queridos finados.

Hace mucho que nos pasó esto; la mano
fría del cadáver impenitente
rozaba los sueños,
acariciaba nuestros tiernos rostros despavoridos.

Desde aquella vez no sabemos qué hacer con las historias,
con los muertos que no
aceptan su desdichada condición, no sabemos
qué hacer con el miedo; no sabemos encontrar nuestras manos, nuestra
tristeza. El mundo inconsistente.

Hubo muchas anécdotas como ésta. ¿Quién
no tiene cosas horribles que contar? ¿Quién no tiene
su historia? Pero nadie supo qué decir, nadie supo
qué hacer, cuando alguien contó la historia.

Seguramente al escucharla buscarás una mano; será
como antes, pero enseguida
intentará olvidar que estuvimos tristes o asustados.

Tampoco sabrás qué decir cuando se haga tarde; lo de siempre:
tendrás ganas de llorar, y nada más.

Nadie esperaba una historia como ésta, tan lamentable. ¿Por qué
no llorar entonces? ¿Por qué no perderse en la
espesura de la sala?

Se derramará sobre tu memoria,
como el alcohol que se vuelca entre los nervios y la madrugada;
la historia sobrevolará tu linda cabecita,
será un cuervo que sacudirá tus entrañas corrompidas,
que despeinará cariñosamente tu pelo.

6 comentarios:

  1. Cada vez que abres el arcón aspiro el moho de palabras. J'aime tellement que tu deballes ta bibliothèque...


    Merci beaucoup

    Blogger me ha pedido "aspirank"

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  2. ... et j'aime tellement la déballer, pour que tu la lise ... (le titre, je l'ai pris d'un essai de Benjamin que tu surement connais). De rien, Buffle En Chef, de rien! (Blogger sais ce que c'est "le mot juste").

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  3. "Hace mucho que nos pasó esto; la mano
    fría del cadáver impenitente
    rozaba los sueños,
    acariciaba nuestros tiernos rostros despavoridos."

    Muy intenso y duro el texto, qué triste eso de no encontrarse las manos y "los muertos que no aceptan su desdichada condición", esto me recuerda al prodigioso comienzo del "Requiem por una amiga" de Rilke.

    Escucho además que "The night" y más cosas de Morphine. Yo este fin de semana me he dado una dosis múltiple, Mark Sandman ha sido el confidente y confesor de mis pecados más inconfesables.

    abrazos morfinómanos

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  4. Rubén querido, volver a Urondo es consecuencia directa, esta vez, del desencanto post-electoral de madrugada. Una pena no tenerlo y no tener a alguien más próximo a mi generación para consolarme.

    Lo mío a estas alturas ya es sobredosis.

    Besos de Sister Morphine.

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  5. Conversaciones en francés y ausencias... ¿dónde tengo que coger el vuelo para llegar?

    Nadie sabe qué hacer ante las historias, porque éstas tienen todas las palabras, y todos los silencios. No hace falta más que un mudo que escuche y sienta, si no siente, imposible que sea mudo.
    Un cuervo en el pelo... la vejez debe consistir en la calvicie interna a las que nos vemos confinados con el tiempo, gracias a esos cuervos...

    Un beso gris Mariel.

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  6. Portinari,siento que estás volando desde que naciste, sin despegar los pies del piso. Ser mudo y escuchar la historia y no permitir que los cuervos te vacíen la memoria. Con imágenes así batís tus alas. El beso no podía ser sino gris y éste con el que te correspondo, también.

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