PÁJARO DE CHINA

sábado, 18 de julio de 2009

HABITACIÓN 308

Inesperadamente, el corazón de la paciente de la habitación 308 alteró el ritmo natural que deben marcar los corazones. Ayer a la madrugada, el monitor enloqueció, corrieron los médicos y ella voló en camilla hacia el quirófano. El lunes había perdido un pulmón. Ahora tenía que recibir un primer stent. Al día siguiente, los tres restantes que le permitirían continuar ejecutando un acto tan simple como respirar. "El corazón es una maquinaria compleja", dijo el cirujano, dibujando en el aire un mapa imaginario de ese órgano y hablando del trauma post-quirúrgico. Trazó arterias y marcó cavidades. Pensé en el pánico. En el trauma de verse lanzado hacia un círculo negro que succiona. Ella salió sedada, con máscara de oxígeno y el pecho cubierto de electrodos e ingresó en una zona silenciosa de acceso restringido, donde los pacientes duermen un sueño inaccesible mientras un médico controla sus latidos desde una pantalla. Quise verla. Pedí, por favor, que me abrieran la puerta al reino de los que se han quedado sin palabras. Porque no hay lugar donde la palabra no pueda llegar. Recorrí un pasillo y giré a la derecha. "Es inútil", me dijeron. "No pierdas el tiempo, no puede escucharte". Se movía agitadamente entre sábanas blancas como la nieve. Era niña, otra vez. Me acerqué a la cama. Porque no hay lugar donde la palabra no pueda llegar, pegué mis labios a su oído y le tomé una mano helada, en la que deslicé una piedra de amatista que suelo llevar en el bolsillo. Repetí lenta y determinadamente líneas como mantras, dulces e inapelables órdenes, mandatos irresistibles de color. "Estoy de pie, de pie, estoy, estás, de pie, juntas, estamos, flotás en el mar, un mar inmenso, donde nada duele, nada, todo es de agua, el agua no lastima, estás, flotás, junto a mí, en tu mano hay una piedra, violeta, violeta". Saqué de la mochila un libro de poemas que sé cuánto ama. "Y yo te leo una historia, la historia de las jirafas, hay jirafas, de cuellos extraordinariamente largos, jirafas de pestañas onduladas y pulmones enormes, un pulmón, limpio, un corazón de jirafa que late, mi corazón, el tuyo, violeta". Cambié, simplifiqué, improvisé el poema de las jirafas. Porque la palabra llega donde no llegan los analgésicos y los bisturíes, porque no hay lugar donde la palabra no pueda llegar. Su hijo lloraba aferrándome los hombros. "Estoy en tu mundo, estamos juntas, no hay más dolor, hay jirafas que paren sus crías de pie y no marcan las horas si no son serenas, eso dice el reloj de mármol al lado de la república de la jirafa, una república, violeta". Asentía con la cabeza. Sonrió imperceptiblemente bajo la máscara plástica. "Dentro de mi piedra, de tu piedra, hay ciudades". Dejó de agitarse poco a poco. "Ciudades que respiran con tranquilidad". Fue quedándose dormida. Porque no estaba dormida, porque no hay lugar donde la palabra no pueda llegar. Esta tarde volvió al quirófano. Su hijo le pintó cuadros verbales durante una hora. Los cuadros que ella adora mirar. "Estás entre los nenúfares, hay nenúfares de todos los colores". No cabía hablar de las ventajas ni de las razones de estar vivo. Había que hablar de imágenes mentales. "De una mancha difusa sale un tren y en ese tren hay música y nenúfares, también". Y ella, tan lejos, tan cerca, exactamente antes de que el enfermero viniera a buscarla, murmuró: "Nenúfares violetas". Son las tres de la mañana y duerme. Pasaron cinco días desde que dobló tres camisones gastados y armó su pequeño equipaje de hospital. Duerme plácidamente y los médicos no pueden explicárselo. Porque no hay lugar donde la palabra no pueda llegar. Duerme con un solo pulmón y cuatro stents sumergidos en las arterias de un corazón que flota, violeta, de pie, está, con una piedra de amatista en la mano poblada de ciudades, jirafas que alcanzan las ramas más altas de los árboles, en el mar, el agua la acuna entre las sábanas. Porque no hay lugar donde la palabra no pueda llegar, violentando las áreas de ingreso prohibido, penetrando en el país del sueño inexpugnable, más poderosa que la aguja y la morfina y deshaciendo las máscaras de oxígeno para convertirse en aire, aire que inunda un solo pulmón infatigable y acaricia, pintándolos, los cuatro tubos alojados en su corazón.

8 comentarios:

  1. Mariel, tus palabras llegan - SIN DUDAS - a todos lados. No hay lugar inexpugnable para tus verbos conjugados, tus descripciones coloridas, y tu amor vuelto abecedario recitado.
    Te mando un abrazo, uno muy especial para Hernan, y toda mi energia de verano polar, con luz difusa, blanda y templada, para la paciente de la habitacion 308.
    Sis V.

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  2. Sister V., sé que tenés el don de multiplicarte y estás al lado nuestro. Recibimos tu energía y tus besos polares, que arropan a la paciente de la habitación 308. Te quiero. Sister M.

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  3. Mientras pintas tu cuadro verbal, que llenan la habitación 308 de jirafas y violetas, no sé cómo explicarte, me siento compungida y renovada a un tiempo. Tu generosidad, tu fuerza, las de siempre, las que reconozco una y otra vez, destacan ahora más fuertes que nunca. Quisiera poder acompañarte ese velar sin voz, pero con sonrisa imperceptible. Es más, doy un salto y te acompaño. Tus palabras tienden puentes, escalones de sintagmas, le dan al alma al número, y color al duerme-vela. La paciente 308 no podría estar en mejores sábanas que las que construyes para ella. Qué suerte que no olvidaras cómo es vivir jirafa, y que sigas alcanzando las ramas más altas para quien lo precise...

    Un beso violeta y tremendamente próximo.

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  4. Mariel, se salta las lágrimas solas... Ojalá la paciente de la habitación 308 salga pronto del hospital. Es un detalle,porque en lo esencial ha sido salvada.

    Tremendo.

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  5. Susana, Búfalo-que-a-todos-los-topos-nos-protege: Mi corazón sabe que ustedes dos harían exactamente, exactamente, lo mismo. Los quiero, porque puedo ver la singularidad espléndida de cada uno, no saben cuánto.

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  6. Maravilloso.

    No se me ocurre decir otra cosa, me has dejado mudo.

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  7. Mariel, Pier Paolo Pasolini, una vez más, aquí a mi llegada, me habla en italiano de la maternidad, de "parir el mundo". Y cómo se ve con cada ojo, este parto.

    Tu texto, para mí más importante, me ha llevado al silencio, donde también habitan las palabras.
    Allí en los cuatro tubos insertados en el corazón de la paciente, se alojan los pájaros del verbo, donde duerme la poesía. Hablar se puede, con desesperación, y las palabras viven en esta idea fulgurante entonces. Y en las palabras, imágenes, el mundo entero, sobrevolando las respiraciones.
    Porque donde hay un agujero, una oquedad, se revela el suspiro.

    Un beso fuerte Mariel.

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  8. Portinari-en-silencio: Me consuela sentir, ahora, que en los cuatro tubos están los pájaros del verbo, de cada palabra pronunciada para que ese corazón no decayera. No podrías expresarlo de una manera más precisa. Me recordaste la película en la que Stalker eligió su nombre. En un principio, era el verbo.

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