PÁJARO DE CHINA

sábado, 1 de agosto de 2009

LA TIRANÍA DE LAS SOTANAS

El Presidente de la Comisión de Educación del Episcopado y actual arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, está que arde. No se trata de los ardores que seguramente experimenta en privado y condena en público, sino de una embestida contra varios que, si no fuera porque la dictadura eclesiástica ha refinado sus métodos, este Don Arzobispo mandaría sin escalas a la hoguera: los autores del manual de capacitación docente para la enseñanza de educación sexual en las escuelas, especialmente dirigido a la prevención del abuso infantil, los embarazos no deseados y la transmisión de enfermedades sexuales. Según la furibunda opinión de este mequetrefe, el susodicho manual está imbuido de una clara "inspiración neomarxista", reivindica "el derecho a fornicar lo más temprano posible y sin olvidar el condón", "otorga carta de ciudadanía a la homosexualidad y sus variantes" y "desconoce la vocación materna que es propia de la condición femenina", todo ello "en el marco de una dogmática atea ajena a la tradición nacional y a los sentimientos cristianos de la mayoría de nuestro pueblo".

No leí el manual en cuestión pero basta con estas declaraciones para que corra a buscarlo y desee que se multiplique como esos panes y peces que jamás vi multiplicarse, salvo en la película Rey de Reyes que pasan todos los años antes de cada Pascua y cada Navidad, en la que Jesucristo es un carilindo blanco hasta la médula y con ojitos celeste cielo. Nunca un negro petiso y gordo. Nunca una Jesucrista. Habrá misterios en el rezo del rosario, pero hay hechos que a esta altura ya no son un misterio: la Iglesia Católica es la corporación menos democrática de este profano mundo (su Presidente se elige en conciliábulo secreto y su nombre se comunica mediante una fumata); es la aliada sempiterna del poder político y las jerarquías militares; se ha autoproclamado dueña de la verdad divina y de sus consecuentes dogmas; es endogámica, cerrada e intolerante y, como tal, profundamente ignorante, necia y homicida, por lo que no trepida en quemar, desaparecer en circunstancias sospechosas y excomulgar a quienes se atreven a controvertirla, asegurándose la feligresía de un rebaño de ovejas lobotomizadas; reparte gratuitamente resignación para soportar este valle de lágrimas, prometiendo a cambio un paraíso desde el que hasta ahora nadie, que yo sepa, envió postales; comete genocidios masivos, oponiéndose al uso del preservativo en continentes depredados por virus fácilmente evitables mediante el uso de un dispositivo plástico; no trepida en sacrificar animales, deglutiendo con deleite el cordero pascual; cuenta ávidamente los billetes y exhibe impunemente sus tesoros, pero pide limosna; se especializa en la tortura psicológica, con su circuito irreversible de pecado, culpa, castigo y expiación, llegando a endosar el pecado aun a los recién nacidos, que ciertamente no piden nacer y ya son arrojados al mundo como pecadores; y, como si esto no bastara, se regodea en el filicidio, empezando por un Jesús sometido a tortura y clavado a una cruz por decisión de su propio padre y pasando por la exigencia de sacrificios tales como el pase a degüello de un Isaac niño como prueba de devoción.

La Iglesia Católica bendice el martirio del cuerpo y condena el deseo, aunque sus lascivos corredores rebosen de pedófilos. Retrocede espantada ante el goce, que admite solo para perpetuar la prole, gracias a la colaboración instintiva y natural de las santas madres. Si no hay vocación materna, no hay condición femenina. Hay desviación del mandato. Hay cosita rara que huele a anormalidad, como cualquier opción sexual diversa de la pose del misionero, con el macho arriba y la hembra, abajo. Hay "neomarxismo" (gracias, Don Arzobispo, por reconocer que el marxismo no ha muerto, que puede ser reformulado y que mete un poco de miedo todavía).

No sorprende que, a esta altura de la historia, a la Iglesia Católica se le haya diezmado la clientela o le queden clientes que comulgan con la mano en el pecho pero vuelven a casa a transgredir los mandamientos o practicar el "catolicismo" selectivo y a medias (por ejemplo, coger con forro antes del casorio o no esperar que la muerte los separe), que es algo así como un medio embarazo. No sorprende que sus ex-fieles o sus fieles potenciales se fuguen a los templos electrónicos, donde los desvalijan pero al menos los exorcizan en pantalla gigante y en vivo y en directo para la teleaudiencia.

No sorprende que su actual Presidente se fracture la muñeca (sus Presidentes siempre son longevos y tienen la fortuna de morir de viejos, en sintonía con los dictadores) y declare que su "ángel guardián obedeció órdenes superiores y no impidió la lesión", seguramente para que "dedique más tiempo a sus oraciones", lo que sería un buen pie para un chiste de Corona si no resultara profundamente obsceno en un mundo hiperpoblado de desnutridos a la intemperie, a cuyo Santo Padre le falla el angelito guardián mientras vacaciona en un centro turístico de los Alpes, antes de seguir la siesta en Castel Gandolfo y estirar las piernas en las estancias vaticanas.

Los que crecimos sometidos al tratamiento Ludovico de esta institución verticalista y siniestra (que a los ocho años nos metía en la boca un pedazo del cuerpo de un desconocido y se bebía su sangre, cobrando por la ceremonia y disfrazándonos para la actuación) y sentimos un día que algo nos dolía, debimos liberarnos a fuerza de lágrimas del inventario de imperativos y culpas que como veneno nos inoculó. Reconocer que alguna vez pasamos por sus filas por terror a la muerte, porque también a la muerte nos enseñó a temerle, desde el momento en que nos sellan los ojos y la boca con pegamento y nos meten en un cajón, rodeados de flores protocolares que se pudren al día siguiente e inmersos en el luto de rigor que inhibe la música y la risa y nos cuelga un The End con fondo negro absoluto.

Para escapar de ese terror tuvimos que encontrar otras repúblicas, libres e insobornables, dejando pedazos enfermos de nuestra existencia en el camino y asumiéndonos finalmente como sujetos autónomos, sin padres tutelares.

Intentando construir un mundo interior parecido al de un tal Dylan Thomas, donde la muerte no ejerza su dominio, donde no entremos dócilmente en la noche y donde nos sublevemos, convirtiendo nuestro polvo en diamante, contra la intolerable agonía de la luz.


The Magdalene Sisters, Peter Mullan, 2002

9 comentarios:

  1. Querida Mariel:

    compartimos, también, esa ira o perplejidad. ¿Qué hacer ante el poder que sigue detentando la Iglesia? Sólo se me ocurre hacerle frente con palabras y argumentos, a los que ellos oponen sofismas y anatemas. La relación es inevitablemente asimétrica, claro...

    Lo que lían a este lado del charco con la mínima excusa es algo que carece de nombre. En fin.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  2. Búfalo querido: Desobedecerlos. Si tenemos hijos, no convertirlos en sus hijos ni sacrificarlos en su nombre. Y si algún día queremos pegarnos el tiro del final, pegárselo primero al Presidente, como modesta contribución al desbaratamiento del orden de las cosas. La ira no es de los dioses, sino nuestra. Abrazos intensos como la furia.

    ResponderEliminar
  3. Mariel, no puede estar mejor explicado. Comparto tu rabia y la multiplico -como no-panes ni no-peces) a este lado, de perversión simétrica.

    Aquí no siempre están del lado del poder. Están sólo del lado de determinado poder, del de los continuadores de la mano alzada. Es decir, y sin que se produzca ni la más mínima contradicción con sus formas, se oponen visceralmente a lo que haya elegido el pueblo democráticamente. Se oponen a la tolerancia, se oponen a las leyes, niegan la apertura real, niegan todo amor que no se produzca dentro del sacrosanto matrimonio... Deberíamos organizar manifestaciones a las puertas de las catedrales para sacarles sus birretes y sus togas doradas para dejarlos como lo que realmente son: necios aspirantes a dictadorzuelos bananeros. La ONU debería prohibir universalmente su existencia, y devolverle al pueblo aquellos bienes que les robaron a fuerza de amenazarlos con los infiernos. Hay un infierno, sí, copado de anacrónicos demonios, y está dentro de las puertas del vaticano.

    Aaaaahhh, cómo me gusta leerte también furiosa por lo mismo que yo detesto!!!!

    Besos libres de sus laberintos morales!

    ResponderEliminar
  4. Susú: Ay, me estoy riendo a carcajadas con todo, pero especialmente con lo de "aspirantes a dictadorzuelos bananeros" y tu moción de prohibición de su existencia por parte de la ONU. Sí, dejémoslos en bolas. Así veremos también sus falos fláccidos y agobiados de tanta paja en los confesionarios. Dejemos un fósforo en las puertas del Vaticano y arrojemos un poco de gasolina. Y que parezca un accidente. Perderemos la piedad de Miguel Angel y el baldaquino de Bernini, pero saldremos ganando. Además pensemos que, honestamente, esas obras las hacían por encargo y para comer, pero buenas fiestas se montaban los dos muchachos, violando todos los mandamientos. Y lo bien que hacían. Tanta criatura buena y a la deriva padeciendo en los hospitales y a este Maledetto XVI le toca una pedestre fractura de muñeca ... No solo la distribución del ingreso es injusta. También la de la buena salud. Yo creo que se mueren babeantes y longevos porque tienen amputada la sensibilidad. ¡Cómo me gusta detestar juntas lo que detestamos! Besos herejes y un sábado violeta.

    ResponderEliminar
  5. Son una panda de hipócritas, despreciables y crueles. Todo lo que dices se ve y se sabe. Sin embargo hay tanta gente que cierra los ojos a la evidencia...¿porqué?.
    Soy tan anticlerical que leer este texto cargado de rabia me hace feliz.
    Yo estoy intentando apostatar. Quiero borrarme de esa "institución" tan mezquina. Hasta ahora no he podido. Es difícil porque en los arzobispados no hacen caso de la solicitud. Pero es cuestión de insistir...y lo conseguiré.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  6. ...Mi querida Mariel, si no fuera por el poder que tiene la Iglesia, a mí incluso me divertirían estas declaraciones de Obispos, Arzobispos y demás ralea. Siempre hacen lo mismo, son obscenos y temibles, pero sus palabras además de siniestras suelen estar cargadas de humor (negro, eso sí)...
    ...Cuando en España se aprobó la ley que permitía el matrimonio entre hombres y hombres o mujeres y mujeres (regularizando una situación que ya se daba "de facto" en la sociedad) dijeron que desde hacía 2000 años no sucedía nada tan grave (obviaron los años del Fascismo, por poner un ejemplo), e incluso alertaron del retroceso democrático y en materia de derechos humanos que estaba viviendo España (a tal propósito Juan José Millás escribió un artículo en El País donde decía: "estos individuos llevaban a Franco bajo palio cuando en España se aplicaba la pena de muerte con garrote vil, por lo tanto deducimos que los derechos humanos les importan tres carajos"), pero lo más divertido, lo más gracioso, fue cuando dijeron que ya que se legalizaba el matrimonio homosexual, ¿por qué no legalizar también el matrimonio entre un hombre y un animal?...
    ...No te imaginas cuántas risas nos hicimos...
    ...En fin, como decía Oscar Wilde: "la castidad es la peor de las perversiones"...
    ...Un abrazo...

    ResponderEliminar
  7. Migue querido, firmo todo lo que escribís. Acá asistían a las sesiones de tortura de los futuros desaparecidos, para ungirlos con la extremaunción si el voltaje eléctrico se pasaba de la raya. Es increíble (o no) pero casi escribo "y los derechos humanos les importan un reverendo carajo" pero lo pensé y el flujo de la escritura lo dijo finalmente de otra forma. Pero es esa. No es casual que seas vos quien complete esta catarsis e invoques a Millás. Me gusta mucho lo que escribe, sobre todo sus textos cortos. En lo personal, no veo cuál es el problema en que un hombre se enamore de una oveja, por ejemplo (le pasaba a Woody Allen en una peli, ¿te acordás?), si la pasan bien. Wilde la tenía invariablemente clara (menos cuando se enredó con Bosie Douglas, pero se las arregló para arrancarle a esa historia De Profundis y la Balada de la Cárcel de Reading). Podríamos sentarlo junto a Blake, que afirmaba que el deseo no consumado engendra peste. Besos, muchos.

    Marian: El Pájaro te da la bienvenida, agradecido. Esta es tu casa. Apostatar, eso sí que es llevar las convicciones a la práctica. Eso sí que es escribir con el cuerpo. Es coherencia entre cómo se piensa y cómo se vive. La furia compartida es energía vital. Las pasiones compartidas, también. ¡Volvé, con tus pasiones y tus furias, con lo que quieras traer! Decís por qué se cierra los ojos a la evidencia y con lo que decís disparás un montón de ideas. Ante esta evidencia y tantas otras (los amores crueles, el abandono, las operaciones de marketing, las pérdidas de tiempo, las obsesiones). ¿Por temor a la muerte, a la soledad, al cara a cara con la realidad impiadosa? Me dejás pensando. Por eso te pido, otra vez, ¡volvé!. Besos apóstatas y abrazo invernal (de esos de oso).

    ResponderEliminar
  8. Compartimos una misma rabia y unos mismos motivos. Yo tambien creci ahi dentro. Yo tambien me horrorizo frente a su hipocresia. Por un lado me indigna todo lo relacionado con el odio al cuerpo, el desprecio a la afectividad, la censura a la libertad gozosa. Pero cuando descubro que todo eso que prohiben es lo que la mayoria de ellos hacen habitualmente la rabia se incrementa. Por si ello fuera poco esta luego esa apuesta vergonzante por el poder, el consejo sanisimo a la poblacion para que no proteste frente al desalojo y el abuso, el horror de provocar muerte si es necesario para que nadie logre echarlos de su reino afortunado en este mundo. Y finalmente, si no fuera suficiente, el asco de educar a futuros niños y niñas que creceran con esos miedos, esos temores, esas angustias... miedo a su cuerpo y a su Dios, y que accederan a la vida sin saber nada sobre sexualidad, nada sobre sus derechos sociales y personales, nada sobre su mente libre y critica.
    Fui educado tambien por ellos. Me costo zafarme, no creas, pero yo tambien busque nuevas republicas mas acogedoras, mas verdaderas.
    Hace justo cien años la gente de mi Barcelona se levanto contra la Iglesia que habia tomado partido un vez mas por el poder y que bendecia a los que mandaban a los hijos de los pobres a morir en cierta guerra de intereses en Africa. Los barceloneses de entonces quemaron en esa Semana Tragica 80 iglesias y conventos. Horrible, claro, se perdieron tantas obras de arte... Pero la gente estaba harta.
    Y ahora, al cumplirse los cien años, las iglesias de Barcelona han amanecido con pintadas del tipo: La unica iglesia que ilumina es la que arde.
    A veces consiguen sacar lo peor de nosotros mismos... pero yo no estoy de acuerdo con la respuesta rabiosa. No justifico jamas la barbarie, pienso que hemos de preservar siempre el arte y la belleza. Pero es que a veces...

    ResponderEliminar
  9. Ramón, sí, es que a veces ... Quizá esas obras de arte perdidas alcanzaron su grado máximo de belleza al consumirse en una movilización popular. No es un mal destino. Es inevitable que los temas de esta naturaleza nos conduzcan a un debate acerca de la teoría de la violencia. Y que digamos ... "es que a veces ...". Besos y luminoso domingo de agosto (no de fuego en las calles, sino de espíritu).

    ResponderEliminar