PÁJARO DE CHINA

martes, 11 de agosto de 2009

LA CICATRIZ DE GABRIELA



"Mi posición es:
hasta que no esté muerta estoy viva y ésta es mi vida"

Gabriela Liffschitz (1963-2004). Escritora y fotógrafa


Un cuerpo es una práctica. No es un conjunto de órganos ni de atributos. Ni siquiera de atributos de género. Un cuerpo es una puesta en escena. Una construcción.

Generalmente nos acordamos de que tenemos un cuerpo cuando es escrutado e intervenido quirúrgicamente. A Gabriela Liffschitz el cáncer le voló un pecho y la quimioterapia le arrancó la cabellera y la dejó lampiña, como un niño, una escultura o un efebo. Donde estaba el pecho, quedó una cicatriz. Gabriela decidió dejar de ser la herida para convertirse en su observadora.

Transformó la mutilación en mutación, haciendo uso de los recursos de las circunstancias. No ocultó el tajo con prótesis ni telas: lo expuso sin ceder un milímetro a la lógica impiadosa de la enfermedad y sus avances. Posó según el canon de la estética publicitaria, apropiándose de los accesorios y ornamentos de la sensualidad (el negro como fetiche o la boa de plumas). Gabriela se tatuó dos serpientes y adoptó la ética y el credo del guerrero o el maratonista. Dio un paso adelante y dejó en claro que era ella quien tenía el poder de decisión. El poder de decidir en qué quería transformar un cuerpo previamente transformado por la patología y el protocolo médico.

No se trata de la belleza a pesar de la devastación. Se trata de un cuerpo bello gracias al hecho de ser un cuerpo arrasado. Como si la herida fuera la condición necesaria de la belleza. Como si Gabriela se hubiera volado el pecho y el cabello por decisión propia, para convertirse en otra sin dejar de ser ella misma.

No se trata de una apología de la resistencia ni de un canto a la vida. Gabriela ejecuta una operación política. Reivindica su soberanía. Reina y afirma su condición de sujeto autónomo, que diseña la topografía de su territorio. Gabriela dice: "Esta es mi república y acá mando yo".

Cuando pisamos Venecia, no pensamos que es una ciudad enferma. Una ciudad construida sobre pilotes de madera que ceden ante la fuerza de las corrientes marinas. Una ciudad asediada por el derrumbe es, para nosotros, el epítome del esplendor.


En 1990, Gabriela escribió un libro de poemas llamado Venezia. Eligió hablar sobre una ciudad, es decir sobre un cuerpo, enfermo. La diferencia entre Gabriela y Venecia es que la enfermedad de Venecia es subterránea y puede escapar al ojo que la mira. Gabriela no tenía laguna donde enterrar la amenaza y sus catástrofes. Si una laguna le hubiera sido concedida, tampoco las hubiera enterrado en ella. En su cuerpo el tajo del pecho ausente es una planicie perturbadora. Su cabeza rotunda seduce e hipnotiza. En Gabriela todo está liberado, entregado al ojo y negado a la agonía.


En Venezia, Gabriela habló sobre el delito en los pliegues, la agilidad en la noche y su gato. Escribió las palabras que siguen. Pocas veces vi una mujer tan bella. Descuento que la muerte hizo su trabajo con los ojos cerrados. Y que Gabriela los tenía abiertos y la eclipsaba con su fulgor.


Desde hace años peligro.

De manera tal que ruedo, caigo,

negocio mis bordes sagrados.

Con frecuencia transcurro con suma destreza

por la piel de mi enemigo.

Contemplo la blancura en los ojos

como quien mira del templo el rito.

Recuerdo los secretos de mí.

Recuerdo mi crepúsculo de espada,

de lanza erótica y tortura.

Ya mujer antes que profecía, que testigo.

Las cenizas, que como pacientes serviles

se extravían a la hora del combate.

Cuando me levanto doy a mis encarnaciones, es decir,

a cualquier corporalidad que conserve aún la gloria,

la posibilidad de olvidarme;

me refiero a que recién entonces me levanto.

Húmeda de vendajes

entro en este templo como en la exasperación:

maniatada, ardiente y dividida.

Veo mi cuerpo de perfil, mi ciego.

La larva que es mi cuerpo, que relame.

Los contornos del ojo, el sepia que es, que distrae.

Estoy de rodillas, la silenciosidad

que hace que nadie me sepa secreta,

que nadie escuche la porosidad que hay,

que hiende, que involucra.

Estoy atenta a ese sonido.

Soporto, conduelo el agujero de mi boca.

Prosigo por las partes

que nunca sabré que son miradas.

Me refiero al delito que hay en mis pliegues,

su agilidad para la noche, mi gato.


Fotografías:
"Recursos Humanos" (2000) y "Efectos Colaterales" (2003)

17 comentarios:

  1. Leo sobre Gabriela Liffschitz. No conocía sus fotografías ni sus textos - quizás me "suenan" vagamente las fotos. Adecuado el lema:"Mi posición es: hasta que no esté muerta estoy viva y ésta es mi vida". Hace años, en charlas con un amigo, establecía éste su principio ontológico fundamental: "Sólo hay lo que hay (y en precario)". Gocemos de la precariedad.

    ( ¡Oh el cuerpo y el poema marcando con sus ritmos esa geografía a la que Gabriela parecía negarse a dejar de amar aún en los terremotos de todas las precariedades! El texto subraya las imágenes. Gracias)

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  2. coraje, eso es.

    muchas gracias a gabriela y a ti, querida mariel, por bordar textos con una aguja que ni te cuento...

    besos,
    òscar.

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  3. Mi querida Bicéfala: Eso es. Amar el propio cuerpo aun en el terremoto de la precariedad. Y que la precariedad se lo lleve, pero amado y construido a nuestro modo y según nuestras propias reglas. Beso lo que hay en la Bicéfala, que es tanto.

    Sopero oscar: Al Pajarito de China le está por estallar el corazón. ¿Podemos ponerte una alfombra roja para que entres con tu camisa de mangas color violeta? Mejor no, no ... no te veo sobre una alfombra roja. ¿Un camino de piedritas amigables para la bici? Eso está mejor. Ya está hecho, me dice en chino (yo traduzco).

    Gabriela ilumina esta entrada, desde donde esté, que es en todas partes. Coraje, sí, para clavarle la lanza al dragón y espantar a los monstruos que en definitiva no son nada, no son nada cuando logramos ponernos en posición de largada, por mucho que nos cueste y por más tiempo que lleve.

    (Esto va para todos los que pasan por esta casa: ¡lean a este hombre y sus hermanos soperos, bébanse a este hombre y sus hermanos a cucharadas para que les cambie la luz del día! Vayan en bici o como sea a http://sopadepoetes.blogspot.com/).

    Gracias, ossssscar. Me hacés muy feliz.

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  4. ah, claro, no le hagan caso a mariel en esto de leernos...

    ah, claro, háganle caso a ella y pásenlo bien todas...

    besos,
    òscar.

    ah, claro, "me hacés muy feliz" porque tienes felicidad. no hice nada. y sí, sin alfombra roja.

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  5. Sí, sí, háganme caso con el Affair Soperos. Me olvido de mi dirección, de mi teléfono, de los cumpleaños, he llegado a salir de casa con una bombacha (propia) en la mano sin darme cuenta, pero en estas lides no fallo.

    La felicidad se hace, ossssscar. Y vos la hiciste, en este caso para mí.

    Ya sabía yo que era sin alfombra roja, pero caminito de piedras lisas para la bici con culo llevaquesos, sí.

    Besos muchos.

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  6. Una mujer naranja. Una mujer que ES.
    Impresionante!

    Saludos desde Mundo Aquilante!

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  7. Impactado. Leí esta mañana y dejé reposar. Leo esta tarde y sigo igual. Increíble el poema, las fotografías, y cómo suturas la herida en tu escritura.

    No puedo ensayar un comentario. Conmovedora y brillante entrada, Mariel.

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  8. Querida pajarita: la obra de Gabriela, sus atorretratos ya mastectomizada fueron en aquel momento para mí la más maravillosa muestra de arte que haya visto.
    Creo que pasados los años lo sigue siendo.
    Qué gusto recordar su sentido de la belleza, la verdad y su coraje fuera de época.
    Gracias por este post.

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  9. Mariel, qué interesantísimo descubrimiento nos traes, no conocía tampoco a esta artista y por lo que describes y por su texto me resulta muy conectado a temas que me atraen y que trato de explorar en lo que ahora escribo: en concreto el paralelismo y la interacción ciudad-cuerpo es un motivo difícil de hallar y que me llama mucho. ¿Cómo puedo leer más poemas de Liffschitz?

    besos precarios

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  10. De todas las heridas un estigma autoinfligido, porque nosotros somos los únicos dioses de nuestro panteón; como héroes griegos pero perforados por el abismo.
    Llevamos la muerte dentro, por contra también la vida; transformarnos en nuestros templos, tatuarnos con el dolor. No ser sumisos a nuestras otras partes, hacerlas sumisas a nosotros. Su conjunto bajo sí, equilibrado en el aparato de nuestra codicia por sentirnos en el cielo cuando llevamos el infierno dentro, que nos vuela pechos, cabellos, ideas, hijos, madres, recuerdos. Tatuarnos todas sus palabras para no olvidar nunca que las podemos olvidar. Cuando llegue el momento, tatuarnos con nosotros mismos nuestro más profundo poema.

    Gracias Mariel.

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  11. Me ha impresionado Gabriela. Su determinación, meterse en la Venecia que la atacó hasta dejarla parcialmente tuerta. Es hermosa, sí, desde luego. Y tu texto, Mariel, se detiene en ella para bendecir por una vez una "actitud política", sus decisiones, sus inundaciones que no abandona, pese a la humedad, su gato.

    Hoy me impresiona más, me siento torpe, entre otras cosas porque me han dado la noticia de que una compañera de trabajo, otra mujer guapísima y especialmente generosa, está pasando por una Venecia terrible, en la que todo indica que acabará buceando.

    Creo que 'algo' ha colocado hoy esta entrada, para que los que a veces sufrimos alrededor del atacado nos calmemos con la fuerza de ambas. Parece como si hoy me estuvieras dando la mano... otra vez. Gracias...

    Un beso muy sentido.

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  12. Sin palabras. A veces me quedo sin palabras.
    El poema es precioso igual que las fotos.

    Un abrazo y fuerza para seguir adelante.

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  13. Mundo: Una mujer naranja. Sí. Como una fruta. Incandescente. Eso era. Es. Abrazo.

    Stalker: Agradezco tu paso, búfalo. Y tu silencio poblado de sentido. Y agradezco que Gabriela se haya hecho palabra e imagen, para seguir circulando entre nosotros. Beso de topa.

    Emy: Sí, hay distintos sentidos de la belleza y Gabriela tenía el suyo. Un sentido reivindicativo y político. Es muy bueno que lo digas porque por lo general se entiende por "belleza" al canon convencional impuesto desde arriba, cuando la belleza es en realidad múltiple y su definición un gesto cultural cargado de significado. Por eso su coraje estaba "fuera de época". Besos que miran con tus ojos.

    Rubén: Sí, es uno de tus inagotables y bellísimos temas. ¿Leíste Carne y Piedra, de Richard Sennett? Habla exactamente del cuerpo-ciudad, de la ciudad-cuerpo y de los cuerpos que circulan en cada época de las ciudades. Estoy atrás de Venezia, de Gabriela, y de una nouvelle que publicó después, Elisabetta (1995), porque lo que tengo de ella lo encontré solamente en Internet. Los libros de fotografías llevan solo títulos de medicamentos y acaba de publicarse "Un final feliz", donde Gabriela cuenta su experiencia psicoanalítica. En cuanto los consiga te aviso y te los envío. También voy ver si en librerías está Corpus, de Nancy. Besos para ese ojo-que-ve-más-allá.

    Portinari: Yo tengo tu credo. Somos nuestros propios dioses y el templo es nuestro cuerpo. Debemos gobernar el templo y no permitir que nos domine. En él tatuamos, para no olvidar que podemos olvidar. Cómo me tatuaría yo tus ojos, de verdad.

    Susú, querida, nunca, nunca está dicha la última palabra. A Gabriela le dieron meses y vivió varios años, fértiles y creativos. Fue una toma de decisión, política, como bien destacás, en la que defendió el espacio del placer, contra viento y marea. Un abrazo muy, muy fuerte.

    Lola, Lolette: Cuando uno se queda sin palabras, es porque percibe el límite. Hay gente que nunca se queda sin palabras. Hay gente llena de ruido, todo el tiempo. Bendito sea el silencio. Abrazo apretado.

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  14. Gabriela tiene pasaporte. Una entrada de Morgan asediada por el derrumbe es, para nosotros, el epítome del esplendor. Me refiero al delito que hay en sus textos, su agilidad para la noche, nuestro gato.

    SaLuz

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  15. Arden, qué definición perfecta. Gabriela vivía en Trobriand y es una de tus trobriandesas. Besos en equilibrio inestable.

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  16. Para los que tengan tiempo de recorrer bibliotecas o conseguir revistas usadas, aquí les recomiendo algunas notas sobre Gabriela Liffschitz aparecidas en su momento:

    REVISTA VEINTITRÉS
    N° 121 - 2/11/2000 "Siempre se puede pelear" (reportaje de Raquel Roberti)
    N° 122 - 9/11/2000 Sección "Cartas": "Caras y Máscaras" (por Diego Sergi)
    N° 127 - 14/12/2000 Sección "Zona Roja": "Recursos humanos" (por A. A.)
    N° 244 - 13/3/2003 Sección "Zona Roja": "Ver lo que se oculta" (por Fernando Dvoskin)

    REVISTA NOTICIAS
    N° 1341 - 7/9/2002 "Desnudarse" (por Alejandra Daiha)
    N° 1370 - 29/3/2003 Sección "Libros": "Efectos colaterales" (por Elvio E. Gandolfo)

    LA NACIÓN REVISTA
    N° 1761 - 6/4/2003 Sección "Libros": "Belleza explícita"

    DIARIO CLARÍN
    10/12/2000 "Unmcuerpo sin un pecho sigue siendo hermoso" (por Analía Roffo - aroffo@clarin.com)

    En algunas de estas notas figuran incluso algunas fotografías que no están publicadas en Internet. Material muy interesante.

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  17. Claudio: Durante días le seguí el rastro a tu comentario, sin encontrarlo. Recién lo encuentro hoy. Mil gracias por todo el material que aportás. Gabriela brilla. Esta es tu casa. Un abrazo.

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