La tijera corta sin ley el viento de tu pelo.
Encarnizada con tu pecho, abriendo un tajo
del que se escapan peces de terciopelo.
Esta tijera siempre muerde abajo.
El desorden de lo inclasificable.
El enigma de tu aterrado corazón
atado al cable de una noche interminable.
El eclipse que implica tu interposición.
Tu acuario es una hermosura. Y tu melancolía
adivinaba la voracidad de la tijera. No hay piedad.
No hay nadie. La fosforescencia de tu genealogía
desquicia al lobo en la oscuridad.
Pesquisa y sesga la carne más tierna.
Mastica intacta la estrella natal de tu entrepierna.
Lasa estará pensando en ponerle música...
ResponderEliminarBeso Mariel, contesté a tu mail.
Me sorprenden y conmueven esas imágenes tan bestias traídas y tratadas con la delicadeza de la seda o del terciopelo. Es en ese contraste feroz en el que te reconozco. Pero esas tijeras también le duelen al lector porque le hablan de sus propis heridas.
ResponderEliminarBonita Lhasa; su cuerpo fue el tajo de su existencia.
ResponderEliminarPienso como Marcela, seguro que Lhasa estará pensando en cómo ponerle música a este poema tan hermoso.
Un abrazo.
No quiero que la melancolía, ni la tuya ni la mís, adivine la voracidad de la tijera.
ResponderEliminarHuyamos de las tijeras y de los tijeretazos.
Es tiempo de sumas y no de restas.
Un fortísimo abrazo, Mariel.
Exquisito. Todo un tema la tijera y la mujer.
ResponderEliminarQuerida, te saludo por unos días y la seguimos pronto (por favor)
Besazo
Me gusta esta Lhasa...La llorona es encantadora. Impresionante esa tijera, pájaro.
ResponderEliminar...fantástico.
ResponderEliminarun beso
Soy un reverendo pelotudo. Lo declaro con vergüenza.
ResponderEliminarAhora me entero que se murió, y TN no dijo nada.
Es una muy mala noticia. Me deprime. Y más me deprime ser un pelotudo.
Tristes tijeras que nada importan a la potencia del canto, la voz, el poema y esa piedad y fosforescencia de la que hablas.
ResponderEliminarTodos notamos las tijera, amado pájaro, ya hablamos de ello. Pero no renunciamos - y no sé por qué - a que las tijeras se muestren con óxido y punta hiriente (no queremos tijeritas de punta redonda como las que usan los nenes en el parvulario). Putas tijeras habitadas por colonias microbianas y neoplasias.
Un beso a Lhasa. Y que cante.
Me entere por el amigo Bashevis de su muerte. Nos dejo Lhasa. La quisieron para si en el otro lado, para que les cantara con su voz desgarrada, con su pasado de miedo y su gesto pequeño e indescifrable. Con toda palabra... aterrizando en las tijeras, interrogando los sinos que nos la arrancan, tambien, a ella.
ResponderEliminarPreciosa entrada, Mariel.
No me gustan las tijeras. Es una manía....
ResponderEliminar¿Quién era Lasha?
Besos
...Totalmente de acuerdo, chère Mariel...
ResponderEliminarEnigma, pero sin claroscuro. A pesar del blanco o del negro, la tijera parece un instrumento de consuelo, o de revancha. Aquí, donde aparentemente nada se dice, ocurre todo, iluminado sin más nombre que por una estrella natal, ya me lo imagino. Fuera de contexto, pueda ser uno de los que combaten.
ResponderEliminarUn par de días para entender,
ResponderEliminarun par de días para disfrutar,
de la encantadora voz que no conocía
hasta hace un par de días.
Gracias Pájaro, por la letra y la música.
Es cierto, no hay piedad con ciertas almas. Esa llorona, esa voz desgarradora y fuerte a la vez... Lindísima entrada
ResponderEliminarUn abrazo
Aún no me recupero de esa desaparición repentina. Un tajo en la existencia de lo cotidiano, y la breve herida irrestañable,
ResponderEliminarbesos
No la conocía, Mariel. Y me ha conmovido su voz y su canto.
ResponderEliminarLe intuyo una mirada lejana, de quién contempla el fuego sabiendo que algún día se inmolará en él.
Excelente complemento.
ResponderEliminar...Y son de tijeras mis manos,
los adióses también cortan,
lentos las palabras,
rebanandote,dejandome nada.
Preciosas Letras Mariel (parece que ese es tu nombre).
Tu melancolía/ adivinaba la voracidad de la tijera". Palabras que podrían ser una descripción de la voz de Lhasa.
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