PÁJARO DE CHINA

viernes, 30 de abril de 2010

VIII.


Japón ataca Kamchatka.
En Tokio pedalean. En la península,
se multiplican los volcanes y los géiseres,
los linces y los lemmings, impasibles y ajenos
al trueque de los pedazos de Kamchatka.
Las bicicletas se hunden en el mar.
A cada japonés le corresponde un barco,
a menos que se nieguen a embarcar.
En la península se sientan a esperar,
lloran sobre las flechas pulidas en la tundra.
A los nativos los masticaron los cosacos.
Los barcos son piezas de arte povera,
pero llevan cañones.
Así es cómo se elige todo el tiempo.
Calcular el botín y el disparo en cubierta
o temblar boca arriba en el parque polar.
Japón no cesa de atacar Kamchatka.
Que me beses no altera tu adulterio.

7 comentarios:

  1. Lo encuentro tan hermoso que me has dejado sin poder articular ni una sola plabara...

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  2. Las imágenes,Mariel, las imágenes, se amontonan en mi cabeza activadas por el botón sublime de tu mano. Ya veo las bicicletas hundiéndose en el mar, me veo a mí mismo hundiéndome. Los japoneses, cada uno con su barco. Ya te veo temblar boca arriba...
    La imagen, la palpable que ilustra el texto, es tan perfecta, desoladora, no sé qué!
    Beso sin alteración.

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  3. La belleza se masca, y sin adjetivos. Lo terrible, está al lado de la belleza, justo al lado. Tú haces que lo terrible salga al ataque en esos barquitos de Kiefer.Indestructibles son tus palabras que hacen temblar. El único modo de vivir. Una tiembla o se rinde.
    Bravo siempre por esas alas anchas y profundas.

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  4. Entre los barcos hay palabras.
    Desde sus cielos redondos
    las bicicletas amerizan.
    Cuando la muerte llega
    las palabras ya están lejos.
    Hasta que el recuerdo
    las saque de su guarida.

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  5. Querer ir a Kamchatka (¿Se nos ocurre un destino más exótico?¡¡Podría ir andando y así tener un destino y sentido en la vida!!)

    El lugar, estar en ese lugar ahora con o sin barcos o bicicletas o adúlteros que se atreven al beso sin alterar su adulterio, el lugar, sin embargo, me parece también un espacio de la indiferencia. Tal vez por el frío o su extremismo geográfico - un non plus ultra invertido con la Península Ibérica. Estar allí o aquí ---- la indiferencia en el extremo exotimo.

    Dices:
    Así es cómo se elige todo el tiempo.
    Calcular el botín y el disparo en cubierta
    o temblar boca arriba en el parque polar.

    Y digo: calcular o temblar, ¿aut-aut? ¿Por qué se nos exigen la optatividad excluyente?¿Debo renunciar ya a la ganancia si tiemblo -por el beso, claro, que me espera en Kamchatka?
    Boca arriba en el parque polar de Kamchatka, ¿qué se ve o intuye? ¿Estrellas o bayonetas niponas o noche de cuchillos largos?

    Kamtchatka o de la indiferencia del beso nunca dado por el adúltero integrista.

    (Los barcos de Kiefer en el cielo, como naves alienígenas dispuestas a tomar, sin bicicletas marinas, las puntas de flecha indígenas pisoteadas por los cosacos y los barquitos povera. Los ET dicen que la punta de flecha es, para el caso, lo relevante de eso que llamamos la historia universal).

    Curioso texto, Pájaro, lleno de imágenes.

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  6. Como dice Lug, curioso texto, como los anteriores. Oscuros, llenos de imagenigmas. Poesía que oscila entre el cuerpo y la historia, el mundo y el yo se conjugan (Berlín, Kamtchatka, el muro, la guerra ruso-japonesa, la protección de las especies), pero siempre se termina en el yo, en el cuerpo, ese barco que nos está destinado y en el cual no podemos sino embarcar. Pero es verdad, no sólo somos nosotros, las bicicletas se hunden en otros lugares, la piedra se desgasta también allá.
    Un abrazo

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  7. Muy buen poema y el verso final, certero. Un placer la lectura y felicidades por el blog del que observo compañías comunes.
    Un afectuoso saludo.

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