PÁJARO DE CHINA

viernes, 25 de junio de 2010

X.



"Viernes 25 de junio, casi las tres menos cuarto de la madrugada:

Desde que Hans se enfermó, salgo a robar lápices labiales. Uno por día. Creo que esto no lo había escrito antes. Me voy a caminar, a tomar un café a un bar donde me reconocen aunque no me hablen y en el que supongo que me quieren de algún modo, porque con el café me traen tres chocolates envueltos en papel plateado, cuya entrega reservan exclusivamente para las mesas que dejan muchos euros. Me llevo más de lo que dejo y guardo los chocolates en el bolsillo del tapado de invierno. El objetivo del paseo, el auténtico estímulo que me impulsa a salir, es el botín que me he especializado en meterme en el bolsillo, junto a los chocolates, en los grandes almacenes de la Kudamm.

Jamás robaría en la tienda de Bertha, porque de esa tienda comen tres hijos. A los grandes almacenes de la Kudamm voy a buscar lo que es mío. No soy una ladrona. Pareciera que robo, pero no es así. Entro con aire decidido, giro hacia el sector de productos cosméticos, elijo el lápiz que combine con el color del día (hoy, por ejemplo, el día fue violeta oscuro), le quito la alarma haciéndome la distraída, me lo guardo en el bolsillo de los chocolates y salgo tan resueltamente como entré. A veces me demoro unos instantes en la puerta, después de haber sorteado la alarma, como si esperara a alguien, como si alguien viniera a buscarme. 

Con Hans nos amamos pero no estamos enamorados. A él le gustan los chicos y a mí, las chicas que parecen panteras. Sin embargo, jamás dormimos tan plácidamente como cuando dormimos juntos. Es como si nuestras temperaturas se complementaran y las piezas de nuestros cuerpos encajaran naturalmente. Como si fuéramos un rompecabezas que se arma solo. Tener sexo con una persona es terriblemente fácil. A determinada altura del acto sexual esa otra persona podría ser cualquiera. Podrían ponernos una vaca delante y no nos enteraríamos. Pero dormir, dormir acompañado, serenamente, arropado en un mar de ternura aunque no te toquen ... debe ser lo más difícil de encontrar en esta vida. 

Hans se va a morir en poco tiempo. Viajé hasta esta ciudad para cuidarlo, hasta el último día. Es posible que yo también esté enferma y no lo sepa. Es cuestión de que un síntoma se haga presente, te examinen y te entreguen un sobre. ¿Quién puede decir, sin temor a equivocarse, que está sano? Todo el tiempo es tiempo de descuento. Con Hans nos reímos hasta llorar de cosas tontas, como que yo no logre atrapar el jabón mientras lo baño y termine empapada y en cuatro patas, luchando contra mi torpeza debajo de la ducha. Ya que estoy me ducho yo también mientras lo sostengo para que haga pie y nos secamos envolviéndonos en la misma toalla. 

Algunas noches me pongo un vestido ajustado, me maquillo y me cepillo el pelo delante del espejo, antes de ir bailar. Hans fuma y me mira desde la cama. Juego a Naná, la prostituta. Es conmovedor sentirse observada por alguien tan físicamente devastado y sin embargo tan bello. Cada uno tiene su caja a mano.

En la caja de Hans hay pajaritos, aviones y trenes hechos con los papeles de los tres chocolates que le traigo cada tarde. En la mía, 57 lápices labiales. Algunos son idénticos, porque hay días de colores parecidos. El color de un día jamás es igual a otro pero dudo que la industria cosmética pueda alcanzar un grado tal de especialización como para reproducir exactamente la inagotable gama de matices de los días que pasan. 

Cuando termino de prepararme, Hans dice que parezco una chica-pantera. Es la idea, porque salgo de caza aunque vuelva a compartir la cama. Tomo mi juego de llaves y le beso suavemente la frente. A veces prolongo el acto de besarlo, para asegurarme de que no tiene fiebre. Es algo así como cuando me quedo un poquito en la puerta de los grandes almacenes de la Kudamm, de espaldas a la alarma derrotada, observando a la gente que cruza la avenida. 

Entonces Hans desliza, en el bolsillo del tapado de invierno, un tren, un avión o un pajarito de papel plateado, que cubro con mi mano durante todo el trayecto hasta la discoteca, como si el frío pudiera deshacerlos.Como Hans ya no puede salir a la calle, cuando vuelvo de madrugada busco al azar en el bolsillo, cierro los ojos y dejo en un umbral, a tientas, lo que me haya tocado esa noche. 

Desde hace 57 días sabemos que el contenido de nuestras cajas no se acabará, que el contenido de las cajas mantendrá sus proporciones intactas hasta que yo tome el tren de regreso a mi ciudad y en mi ciudad vuelva a asediarme el insomnio, o me duela súbitamente el pecho aquí en Berlín y me examinen y me entreguen un sobre o me muera, por ejemplo, en un accidente de tránsito.

Los dos vivimos sin pensar quién despedirá a quién. Vivimos como todos, como toda la gente que cruza la avenida, y el jabón insiste en escaparse de las manos, para que una de las cajas no se quede vacía y la otra tenga, insoportablemente, sólo un puñado de lápices labiales color negro".  



Foto: Joy in the Mirror, Nan Goldin.           

17 comentarios:

  1. "Desde que Hans enfermó, salgo a robar lápices labiales. Uno por día".. Espléndida imágen para olvidar la pena diaria, esa que impone la espantosa rutina que lleva implícita una enfermedad.
    Un abrazo súper.

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  2. Verdad que cuanto honor implica dormir con el "otro". El sexo admite cualquier elemento con una forma determinado: dos bifes de cuadril o alguna hortaliza fálica. Pero encontrar alguien con quien dormir, sin tener un ojo abierto por si las moscas, eso si que es bien difícil.
    Un abrazo.

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  3. "forma determinada" aghhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh...

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  4. me ha encantado mucho mucho. Un abrazo

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  5. La industria cosmética no puede reproducir esos colores. ¡Que bien!

    Felicidades por tu bello, estético y ético relato :)

    Besos.

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  6. Una de las señales mas inequívocas del amor hacia una persona es dormir con ella. Cuando tengo dudas es lo único a lo que hago caso.

    He sentido y he llorado leyéndote.
    Comparto tus sentimientos y te abrazo muy, muy fuerte.

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  7. Creo que es de lo que te he leído, lo que más me ha gustado. A veces también, algunos días, empiezan con un color y terminan con el contrario, por eso el violeta me resulta una buena opción siempre. Lo pude ver.Un abrazo

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  8. "Vivimos como todos, como toda la gente que cruza la avenida"...la vida se empeña en escaparse de las manos...y la ternura y el amor se empeñan en sobrevivir en forma de "tren, un avión o un pajarito de papel plateado"...

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  9. La emoción sí se puede escribir y tú lo haces, "touche".
    Es de lo mejor y más emocionante que he leído en mucho tiempo. !Qué suerte éste encuentro a través de los blogs!
    Me he sentido volando con el coche por encima del Cañón del Colorado.
    Lo bello sólo es el comienzo de lo terrible, que decía nuestro amigo.
    No sé si darte las gracias porque he llorado, o por la emoción en cada letra. Sé que eres capaz de hilvanar tan bellas palabras como regalo, y me siento concernida y agradecida.
    Mil abrazos violetas, el color de las chicas crepusculares.

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  10. Sobres y cajas. También maletas o bolsos en la sombra, como amenaza/certeza de la quiebra, del malentendido que rompe la amistad o del accidente en tránsito. Yo, sin bolso, convierto todos los rincones de mi vestimenta en almacén contenedor de objetos (útiles o inútiles). Contrapone la caja sus fuerzas débiles a la agresión de los sobres. Una caja con papeles o juguetitos o lápices de labios (o labios que mosdisquean lápices en la madrugada). Bella historia, Pájaro. Suerte de amistad que comparte la risa de aquel que captura el jabón en la bañera.

    Besos para desear Berlín

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  11. ¡Que bueno!! Me encantan esos detallitos del texto, como hacer figuritas con el papel plateado de las chocolatinas. Yo, de pequeño, robaba libros, en serio, pero lo curioso es que eran de jardinería, tuve una época tonta que creo que aún me quedan secuelas. Nunca me pillaron, pero lo raro es que los de literatura los compraba.
    Me ha gustado mucho el texto.
    Un abrazo.

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  12. ¡Tiene el amor tantas formas como posibilidades los colores!
    Si en el bolsillo tocas las figurillas de papel serán los fetiches de tu noche, trozos de alma desperdigadas para que el puzzle nunca acabe de recomponerse.
    Mis besos, maravilla siempre, Pájaro.

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  13. Gracias por esta luminosidad,
    (en forma de relato).
    ¡Alquimia!... "casi a las tres menos cuarto de la madrugada" tránsito al papel.
    Tú si que eres bella.

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  14. Vivimos como todos y morimos como todos, lo único extraordinario es que nadie puede hacerlo por nosotros.
    Nuestros días de gloria son de besos.
    El amor está ahí solo para que todo parezca urdido en la corteza del viento.

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  15. Dios, qué agridulce el texto, a veces duele leerte...me recuerda vagamente algo que viví, a un Hans, también devastado y bello, a una Naná

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  16. Vale tanto la pena dejarse caer un día por el pájaro y leer algo que te lleva a algo más real que lo real mismo... Mariel, ¿quién y cómo fue capaz de inventarte?

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  17. ...A veces prolongo el acto de besarlo, para asegurarme de que no tiene fiebre...
    Qué hermosas figuritas nos dejás en el umbral.
    Abrazo, LW.

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