lunes, 31 de agosto de 2009
LA CRISPACIÓN SE LLAMA CANNABIS
sábado, 29 de agosto de 2009
EL PAÍS DE LOS CULOS ROTOS
jueves, 27 de agosto de 2009
AMORES ADOPTIVOS
La biología es un accidente del que nadie tiene la culpa o el don. La biología es un accidente. La longitud de mis piernas o el arco de mis cejas no son míos y la forma de los dedos de mis pies no me pertenece. Yo no hice mis manos. No sé de dónde salió la curva de mi oreja ni a quién le corresponden mis encías. Me pusieron un nombre que no elegí (me lo impusieron). Yo no estaba cuando me bautizaron. El hijo aparece entre las piernas de su madre y se dice que esa mujer ha tenido un hijo porque un niño que grita sale amarrado a un cordón que debe cortarse, para que esté en el mundo. Un hijo se expulsa y se arroja al mundo y luego pide ser adoptado por quien lo vio aparecer entre sus piernas. La adopción no es un accidente.
miércoles, 26 de agosto de 2009
CUÁNTO QUERRÉ SABER
lunes, 24 de agosto de 2009
ABAJO
Lo que importa está abajo. El cielo no se puede tocar. En los últimos estantes de la alacena se guarda lo que no se usa. Debajo de la cama duermen los perros. Y en los umbrales de las casas donde no pueden entrar. Las manos buscan en los bolsillos. En el fondo de los bolsillos está la moneda que faltaba para comprar el boleto de tren. Abajo están los pies. Las uñas de los pies. La tierra. La tierra sigue debajo de la tierra. Cañerías, cloacas, túneles y desagües. El subsuelo de la humanidad. Abajo está el fondo del mar, donde duermen los buques naufragados. El buzo lleva una linterna para explorar. Miro los zapatos de la gente que pasa. En el sótano está la bicicleta, la caja de herramientas, algunos viejos muebles heredados. El sótano está abajo, como el paladar debajo de la lengua. Abajo se repite un ruido. Como el ruido del tren donde el inspector avanza y pide los billetes y los que subieron sin sacar billete se hacen los distraídos y miran, hacia abajo. El manso y el sumiso miran hacia abajo. El boxeador que recibe un golpe, todos los que reciben un golpe, también. Las lágrimas ruedan hacia abajo, la sangre chorrea hacia abajo; es propio de la ley de gravedad. Lo grave tiende a vivir abajo.
sábado, 22 de agosto de 2009
LA MARAVILLOSA VIDA DEL CONDUCTOR DE AUTOBÚS
viernes, 21 de agosto de 2009
ES LO QUE HAY
jueves, 20 de agosto de 2009
DEL DIBUJO A LA HORCA
LA DEDICATORIA ES DOBLE
miércoles, 19 de agosto de 2009
LOS MARES HELADOS

martes, 18 de agosto de 2009
LA VACA DESOLLADA
lunes, 17 de agosto de 2009
LA DECISIÓN DE ATGET
domingo, 16 de agosto de 2009
BASURA
Quisiera saber andar así. Quisiera ser como mis perros.
LA CONCENTRACIÓN DEL TENISTA
viernes, 14 de agosto de 2009
ENTERARSE
Aimée Mann, Wise Up, St. Ann's Warehouse, Brooklyn
jueves, 13 de agosto de 2009
TU MARY JANE
miércoles, 12 de agosto de 2009
HÁBITO Y SORPRESA
No las elijo cada día. Hubo un día en el que las elegí y espero que se reiteren en los días sucesivos. Que la situación no ignore ni frustre la espera. Que no se burle de ella. Capa sobre capa sobre la tela, todas en la misma dirección. Que se cumpla la ley de la repetición sin que yo lo note. Olvidándome de su existencia, como me olvido de mi respiración. La reiteración estabiliza mi frecuencia cardíaca y me permite quitarme la cabeza y guardarla en el sótano, junto a los muebles viejos que ya no usamos pero igual conservamos cubiertos de polvo, por si nos roban los nuevos o los perdemos. Por las dudas.
También necesito el desvío. El sobresalto de la bifurcación, de vez en cuando. Que se agite el agua, para que no se estanque. Que aparezca algo nuevo. Que se insinúe, que crezca, que apunte en un sentido imprevisible. Que yo no sepa muy bien ni dónde empieza ni dónde acaba. La irrupción de una mancha sobre la pila de capas tan mezcladas que ya forman una sola capa. Algo en suspenso. Una tensión. Un roce. Algo que chorrea y acelera el pulso. Que no me da tiempo a bajar al sótano a buscar mi cabeza. Que mi cabeza no alcanza a interpretar ni responder. Un bucle insólito entre lo horizontal y vertical. El espasmo como una suave electricidad entre las piernas. Podrías quemar el cuaderno. Escribir de derecha a izquierda deformando y travistiendo tu alfabeto. Analfabetizarnos. Que cruja el riel y tiemblen los parantes. Que el trazo oscile.
Lo ves y es un puente, un túnel, una fábrica. Pero, ya te lo dije, es una situación.
A él le gustaba la pintura conservadora, hasta que se dio cuenta de cómo desplazar la cabeza de Nijinsky, para verlo mejor. Su mujer acabó enloqueciendo pero a él, generalmente, le iba muy bien con las mujeres. Su padre se pegó un tiro pero él, como todos, siguió viviendo y se dio cuenta de que podía dibujar. Extendía en la narración el período vivido en el orfanato, porque el tiempo que duele pasa más lento. Como en los hospitales, donde no se narra porque todo está quieto. La pasaba estupendo con sus amigos beatniks, tomando hasta marearse en el Cedar Bar.
No sé si el blanco se mete en el hueco del negro o si el negro cede paso al blanco. Si lo supiera estaría muerta. Y quizá ni aun así supiera. Porque esto es finalmente una situación de signos. De sospechas.
martes, 11 de agosto de 2009
LA CICATRIZ DE GABRIELA
De manera tal que ruedo, caigo,
negocio mis bordes sagrados.
Con frecuencia transcurro con suma destreza
por la piel de mi enemigo.
Contemplo la blancura en los ojos
como quien mira del templo el rito.
Recuerdo los secretos de mí.
Recuerdo mi crepúsculo de espada,
de lanza erótica y tortura.
Ya mujer antes que profecía, que testigo.
Las cenizas, que como pacientes serviles
se extravían a la hora del combate.
Cuando me levanto doy a mis encarnaciones, es decir,
a cualquier corporalidad que conserve aún la gloria,
la posibilidad de olvidarme;
me refiero a que recién entonces me levanto.
Húmeda de vendajes
entro en este templo como en la exasperación:
maniatada, ardiente y dividida.
Veo mi cuerpo de perfil, mi ciego.
La larva que es mi cuerpo, que relame.
Los contornos del ojo, el sepia que es, que distrae.
Estoy de rodillas, la silenciosidad
que hace que nadie me sepa secreta,
que nadie escuche la porosidad que hay,
que hiende, que involucra.
Estoy atenta a ese sonido.
Soporto, conduelo el agujero de mi boca.
Prosigo por las partes
que nunca sabré que son miradas.
Me refiero al delito que hay en mis pliegues,
su agilidad para la noche, mi gato.